El banco para poner nombre a los restos

M.Rodríguez
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Una de las novedades de la Ley de Memoria Histórica que afecta directamente al trabajo de localización de represaliados de la ARMH es la puesta en marcha de un banco de ADN

081122JT_0103.JPG - Foto: Jonathan Tajes

Los trabajos de exhumación de las fosas comunes del cementerio de El Carmen han permitido desenterrar los restos de más de medio millar de represaliados. La necrópolis vallisoletana pudo albergar una decena de grandes fosas comunes, de las que todavía faltan por localizarse tres, según los datos que maneja la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).

El pasado 26 de octubre finalizaron los trabajos de exhumación de la fosa común número 6, donde  se han localizado los restos de 73 personas. Y sin pausa, al día siguiente se comenzó a excavar en la número siete, donde se esperaba poder localizar otros 40, una cifra que puede incrementarse notablemente a tenor de lo descubierto en las tres semanas de trabajo en este espacio.

Unos trabajos que, a lo largo del tiempo, han contado con financiación municipal, del Gobierno regional y el estatal. Aunque no ha sido un camino fácil, tal como relata su presidente Julio del Olmo. De hecho, es ahora cuando los compromisos son más firmes. De un lado, la Junta ha aprobado este jueves una subvención, por importe de 126.192 euros, a favor de tres asociaciones (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid, la Coordinadora Provincial por la Recuperación de la Memoria Histórica de Burgos y la Asociación Soriana por el Recuerdo y la Dignidad) para la financiación de actuaciones relacionadas con la memoria democrática, consistentes en tareas de localización, exhumación e identificación de personas desaparecidas. Y, por otro, la Ley de Memoria Democrática compromete  6,35 millones, en los que se incluyen transferencias a comunidades autónomas y también a entidades locales.

Exhumación en una de las fosas comunes del cementerio del Carmen de Valladolid que albergan los restos de, al menos, 570 personas represaliadas por las tropas franquistas tras la Guerra Civil.Exhumación en una de las fosas comunes del cementerio del Carmen de Valladolid que albergan los restos de, al menos, 570 personas represaliadas por las tropas franquistas tras la Guerra Civil. - Foto: Jonathan TajesBanco de ADN. Aunque una de las novedades que más ayudará a las asociaciones que trabajan en la recuperación de los represaliados será la  creación de un banco de ADN estatal. Esto servirá para identificar los restos de las víctimas, ya que funcionarán como laboratorios en los que se analizarán muestras de ADN de restos humanos y se cotejan con otros para identificar familiares de víctimas.

Este es un trabajo muy costoso que hasta ahora no se podía afrontar por las asociaciones por falta de recursos. «La nueva ley puede ayudar mucho en el trabajo antropológico y forense», celebra Del Olmo. La ARMH recogió unas 40 muestras de ADN de familiares de los 63 represaliados enterrados en la fosa común situada en un antiguo pozo de la Gravera de Barbado en el municipio de Medina del Campo. Y ahora con la creación de este banco espera ampliar las de familiares de las fosas del cementerio de El Carmen. De momento, solo tienen recogidas cinco muestras. «Ahora la dificultad está en encontrar familiares directos porque muchos de los que quieren identificar restos ya tienen mucha distancia genética y dificulta muchísimo el trabajo. En este sentido, la medida llega tarde», lamenta Del Olmo.

Aunque en las últimas excavaciones se está pudiendo identificar a más víctimas que en las primeras. Así, en la sexta fosa, cuyos trabajos concluyeron a final de mes,  se localizaron los restos del alcalde de Laguna, Gerardo Cabañas Fernández, y otros dos integrantes del Gobierno local, que fueron fusilados entre el 27 y el 28 de enero de 1937. Los datos apuntan a que los fusilamientos, algunos de los cuales se produjeron sin juicio previo, se llevaron a cabo en el entorno del lago y del Villar, en el páramo de San Isidro de la capital o en el puente que une Laguna con Boecillo, desde donde se lanzaba a los tiroteados al Duero», detalla. 

Un perfil que se repite: «Fundamentalmente son alcaldes, concejales, sindicalistas o personas con autoridad que tomaron alguna iniciativa para defender la República en los primeros momentos tras el golpe y ante la llegada de los militares a los municipios, en muchos casos sin que hubiera realmente un enfrentamiento, sino por el mero hecho de posicionarse». Ahora, una vez exhumados, sus restos se depositan en el memorial.

El esqueleto del líder sindicalista, con el cuello roto

Entre los restos de represaliados que se están recuperando en las excavaciones de la séptima fosa común del Cementerio del Carmen hay un esqueleto que puede corresponder a Emilio Pedrero, un destacado líder sindicalista. Desde la ARMH explican que es uno de los casos más espeluznantes que se han documentado, y que todos los indicios apuntan a que es el doctor Pedrero. Uno de ellos es que su estatura sobrepasaba el metro noventa y el esqueleto localizado es de gran tamaño y  con el cuello roto para poder introducirlo en la caja.

La historia de Emilio Pedrero, un médico libertario, señalado muy tempranamente como objetivo y posteriormente torturado, está muy documentada. «Sufrió torturas hasta hacerle perder la razón y finalmente fusilado en las cascajeras de San Isidro en Valladolid», figura en la documentación de la ARMH. Para el desenlace fatal fueron determinantes los sucesos del día 4 de marzo, en el acto de unificación de la FE y las JONS. 

Ambas organizaciones ultraderechistas unían sus fuerzas de la mano de sus respectivos líderes, José Antonio Primo de Rivera y Onésimo Redondo, en el Teatro Calderón. El acto había generado inquietud y protestas en la ciudad, y se esperaban desórdenes públicos. Entre los detenidos se encontraba Emilio Pedrero, acusado de participar en una agresión mortal, pero que siempre negó haber tenido la más mínima participación en los sucesos. Una acusación que fue un agravante en otro juicio que afrontó en 1937, donde finalmente se le condenó a la pena de muerte. Fue ejecutado el día 2 de junio de 1938 y enterrado en la fosa común número siete.