Jueves, 13 de marzo. Una furgoneta de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional circula por Arco de Ladrillo a primera hora de la noche con cuatro agentes que están a punto de finalizar su turno de trabajo. En un momento dado, una llamada de una mujer rompe la tranquilidad para alertar de que hay un hombre en el puente de la calle Daniel del Olmo con claros signos de nerviosismo y con la intención, según la alertante, de lanzarse a las vías del tren.
Al tener la «gran suerte» de ser los que estaban más próximos a la zona, esta unidad de la UIP se dirige inmediatamente hacia allí y activa el protocolo para evitar que el posible suicida cumpla con sus intenciones. Un protocolo que contempla, por ejemplo, llegar al lugar con las señales acústicas y luminosas apagadas para no asustar a la persona que está amenazando con quitarse la vida. Una vez allí, aparcan el vehículo de forma sigilosa y se acercan hacia el hombre para, «de una forma bastante rápida», lograr reducirle… y salvarle.
Los protagonistas de esta historia son Jorge Esteban, Juan Crespo, David López y Sergio Gallego, cuatro 'héroes' de la Policía Nacional que actuaron de forma conjunta y coordinada para salvar la vida de este hombre. «Fueron décimas de segundo, mis compañeros se bajaron rápido de la furgoneta y le agarraron por las extremidades y yo, por la parte posterior, por la mochila», explica Gallego en declaraciones a Vive! Radio Valladolid. «Después le intentamos tranquilizar porque estaba muy nervioso», añade.
Una actuación que requiere de grandes dosis de sangre fría y un minucioso conocimiento de cómo hay que actuar para evitar la desgracia. «Sentimos satisfacción y orgullo por haber puesto en práctica todo lo aprendido estos años», asegura Gallego.
Las personas que intentan suicidarse suelen agradecer «con el tiempo» la ayuda policial, aunque en el momento del suceso se muestren nerviosas y rechacen esa mano tendida: «Les has salvado la vida, y es algo satisfactorio para nosotros que luego te agradezcan tu trabajo», dice.
Y hablan en plural porque no es la primera vez que se enfrentan a esta situación y consiguen solucionarla. Al tratarse de una unidad de la UIP, suelen viajar bastante por todo el país, allí donde se les requiere, y en septiembre de 2023 tuvieron que actuar en Zaragoza. «Estábamos allí con motivo de una cumbre que se estaba celebrando y entró una llamada sobre una mujer que estaba encaramada en el puente de piedra con claros signos de querer tirarse al río Ebro», recuerda. Al llegar comprobaron que se trataba de una adolescente de 14 años que, en este caso, sí que cumplió su amenaza y se arrojó al agua. «Fue una intervención más difícil porque tuvimos que hacer 400 metros a la carrera, ya que no podíamos acercarnos con el vehículo», asevera. Todo mientras se despojaban de lo más pesado del uniforme para lanzarse al agua en un día «en el que el río venía muy caudaloso», recuerda Esteban. Finalmente todo acabó bien. Pudieron sacar a la joven del agua a tiempo para que el Servicio de Emergencias 112 la atendiera. «Este tipo de labores humanitarias son muy gratificantes, nosotros nos debemos al ciudadano y cuando conseguimos salvar una vida nos llena de orgullo y felicidad», añade.
El agente de la UIP reconoce que las actitudes suicidas «no entienden de sexo, edad ni nacionalidades» y son llamadas que entran «casi todos los días».
Esteban recuerda que ya en 2015, cuando estaba opositando a policía, intervino para ayudar a otra mujer de unos 40 años que se arrojó desde un puente al Pisuerga. Todavía no estaba dentro del Cuerpo, pero llevaba cinco años trabajando como socorrista y pudo sacar a la mujer del agua. «Era mi deber como ciudadano», señala.
Un compromiso, ya sea como ciudadano o como agente de la Policía, que ha conseguido salvar tres vidas en estos diez años.