No sabemos en qué momento Iñigo Errejón descubrió que, por encima de su objetivo de asaltar el cielo, estaba su irrefrenable deseo de manosear y abusar de "compañeras". Y tampoco cabe explicación a porque, en ese preciso instante en que buscó ayuda clínica, no dejó su acta de diputado y abandonó la política, dejando de defender ideas de respeto al sexo contrario.
En este nuevo episodio vergonzante de la clase política, lo de menos es el volcán explosivo en el que estaban sentados aquellos muchachos que llegaron a la vida pública llenos de propósitos de regeneración y soflamas, y que se está desintegrando con finales tan "siniestros" (como Pablo Iglesias, su amigo de otros tiempos, ha descrito a Errejón). El partido que, el ahora defenestrado, fundó para competir con Pablo Iglesias, Más Madrid, con dos mujeres al frente, la ministra de Sanidad y la portavoz en la Asamblea de Madrid, está absolutamente en la picota, si es verdad que ambas sabían que Errejón era un depredador. ¿Quién encargó a su jefa de gabinete que intentará mediar con una de sus víctimas? ¿Fue el propio acosador o la sugerencia le llegó de la dirección? De momento, Loreto Arenillas ha sido expulsada y se ha convertido en el chivo expiatorio.
El poder, los cargos, la atención de los medios, crea una sensación de impunidad que hace creer a los políticos que todo les está permitido. Si, además, las vergüenzas se tapan "en casa", el riesgo de reincidencia es altísimo. Los hay que llegan a la política para enriquecerse y quienes aspiran a que las mujeres se les rindan.
El Partido Popular y la derechona, que han salido en tromba a denunciar las contradicciones del "falso feminismo", harían bien en mirar para sus filas. El PSOE circunscribe el asunto sólo a Errejón porque, sin sus socios de Gobierno, se acaba la legislatura. En cuanto a las víctimas, toda la solidaridad, pero también confirmar que, existen cauces para denunciar, más allá de un anónimo en las redes sociales. Que un relato de los hechos, el mismo día, en una comisaría de policía, hubiera evitado más víctimas. Que no se puede consentir que un hombre, se llame Errejón o no, te toque el culo si tú no quieres. Y ya, por precaución, si el depredador sexual te manosea, no te vayas con él a su casa, denúncialo antes los Cuerpos de Seguridad del Estado. Porque, pese al fiasco de la ley del Sí es Sí, el acoso sexual sigue siendo un delito.