La hostelería se queda sin uno de sus clásicos

M.B.
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La marisquería Amador II cerrará el próximo 7 de abril por jubilación de sus dueños, José Fuentes y Yolanda Arroyo. «Tras muchos años de trabajo es momento de viajar y disfrutar», señalan

José Fuentes, que lleva más de 40 años en el sector de las marisquerías, posa con el cartel donde se puede leer la fecha del cierre del Amador II, el 7 de abril. - Foto: Jonathan Tajes

«La verdad es que cerramos con mucha pena. Han sido años de trabajo, esfuerzo y hemos conocido a mucha gente». José Fuentes y YolandaArroyo bajarán la verja del Amador II, uno de los negocios hosteleros referente en Valladolid, el próximo 7 de abril. Con su cierre, por jubilación, se pondrá el punto y final a 38 años de zamburiñas, cigalas, nécoras, bueyes de mar, gambas... y mucho marisco en La Rondilla.   

Porque el Amador II es una marisquería, un referente y uno de los clásicos de la hostelería local. Y como muestra de ello está la respuesta de los vallisoletanos desde el anuncio de su cierre: «Impresionante. Tenemos todo lleno y nos están llamando continuamente. De hecho, hemos retrasado una semana ese cierre para que pueda venir más gente». En su libro de reservas no cabe una línea más: «Decidimos despedirnos con unas jornadas, como broche de oro, que mantendremos hasta ese 7 de abril». Unas jornadas con empanada de zamburiñas y langostinos, tosta de sardina ahumada con mermelada de tomate, pata de pulpo, nécoras cocidas, cigalitas y gambones a la plancha, camarones cocidos, caldoso de bogavante y nécoras; un principal a elegir, entre rodaballo a la gallega con cachelos o medallones de ternera con mousse de oca y salsa de pimiento, más postre (canutillos rellenos de crema) y una botella de vino (verdejo, ribera de duero o cigales), agua o cerveza. Todo por 30 euros por persona.

José llegó a Valladolid de su Esparragosa de Lares (Badajoz) natal. Por entonces ni pensaba que en 2024 iba a ser noticia por su propio negocio hostelero. Pero lo es. «Vine con 16 años para trabajar en Renault. La idea era hacer primero unos cursos de formación», recuerda. Pero estos se quitaron y entró como camarero en la cafetería Australia, en la calle Gondomar. Luego pasó al Colombo y de ahí a la mili, el servicio militar obligatorio, en Cartagena. A su vuelta, entró en la marisquería El Puerto, un negocio que llevaba abierto desde los años 50, donde trabajaba la que por entonces ya era su novia, Yolanda.

Allí aprendieron el secreto de un buen marisco, de su preparación y presentación. Y dos años más tarde, en 1981, se quedaron con el negocio. Cinco después, en 1986, se trasladaron a la calle Soto, 57, donde unos meses antes había abierto el Amador II, continuidad del Amador I, que estaba en la misma calle pero unos números antes. No cambiaron ni el nombre. Y, a partir de entonces, se fueron labrando el sobrenombre de los reyes del marisco, con el pulpo a la gallega y las navajas a la plancha como platos estrella; sin olvidarse de las tablas  –cuentan con cinco diferentes, con precios que van desde los 45 a los 50 euros para dos personas, con botella de vino y postre incluidos–. Llegaron a tener dos establecimientos, el Amador II y El Puerto, en el barrio España.

Como recuerdan siempre, llegaron a hacer pedidos de tres mil y cuatro mil kilos de gambas. «Teníamos 5-6 proveedores y les volvíamos locos. Ahora tenemos 1-2 y estas semanas están de los nervios», bromean mientras les sirven un nuevo pedido.

Lo que no es broma es lo de que tienen lleno hasta el cierre: «La gente está muy contenta por las jornadas pero es verdad que nos dicen que qué pena». Pero Yolanda ya ha cumplido los 65 y José lo hará el 15 de abril: «Ahora nos toca viajar y disfrutar; ir a la casa del pueblo a Traspinedo. Vivir». El local, por el momento, lo tienen puesto en alquiler.

Aunque el cierre oficial será el 7, unos días más tarde, el 12, quieren hacer una «despedida con amigos, vino y lo que surja». Un colofón a esos 38 años en la calle Soto y más de 40 en el sector del marisco.

Nuevas aperturas y cambios de locales

La hostelería vallisoletana está en constante movimiento. Es cierto que hay cierres, como el del Amador II, por jubilación o porque alguno de los negocios no funcionan; pero casi seguido hay una apertura. El centro es el que más cambios está viviendo. En la plaza Rinconada se ha registrado uno recientemente, el Originario. En la calle Pasión hubo dos, con los cierres del Eddy Beer & Ribs y el Pepita, y las aperturas del Capa y del Metanoia en septiembre y octubre de 2023.  El grupo bla bla bla ha decidido cambiar uno de sus negocios, La Cacatúa, en la calle Cascajares, 1, para reabrirlo como Flamma, dando prioridad a la parrilla. La Taberna Picofino ha ampliado su espacio en la calle Campanas, 1. Muy cerca, en la calle Correos, 3, hace un mes abrió La Vermutería de Correos. Y La Sastrería ha ampliado negocio, con un bar restaurante en la calle Teresa Gil; mientras que en la Plaza Mayor abrirá en breve un asiático. Y así suma y sigue. Porque 2023 fue el año de la calle Francisco Zarandona, con el Five Napoli, el Matamales, el Titanic Seafood (julio) y La Loca Burguer (noviembre).