Aun no salgo de mi asombro. Y en circunstancias como éstas, salvadas las distancias, me acuerdo de una famosa frase de Pío Cabanillas (padre): "Les hemos dado una patada en nuestro propio culo". Me temo que eso, exactamente eso, es lo que sucedió el pasado jueves en la Comisión de Sanidad de las Cortes regionales cuando los procuradores de PP y VOX tumbaron, mudos, sin ninguna explicación, la Ley de Derechos y Garantías de las Personas al Final de la Vida. Quisieron humillar, y humillaron, a Francisco Igea, impulsor de la citada normativa, pero dejando a todos los ciudadanos de esta tierra sin un respaldo jurídico tan humano como necesario. Lo llamativo es que el PP había respaldado hasta ahora la referida ley e, incluso, había presentado nada menos que 56 enmiendas a sus 30 artículos, pero, de repente, roló el viento y pasó lo que pasó. ¿Por qué? Según muchas versiones, por una simple venganza de los populares-¿orden de Mañueco?- contra Igea, antaño su aliado y vicepresidente de la Junta. ¿Tanto le temen o tanto le odian como para hacer lo que hicieron? No es fácil entenderlo. Los 30 noes de PP y Vox suponen NO a garantizar por ley recibir información sobre la enfermedad y su tratamiento; NO a obligar a la Junta a reforzar y extender los cuidados paliativos; NO a poner coto a prácticas que alarguen innecesariamente el sufrimiento si se prevé un desenlace fatal a corto plazo; NO a poder exigir sedación; NO a garantizar hospitalización en habitación individual con cama para el acompañante; NO a fijar el derecho a acompañamiento familiar y afectivo en hospitales y residencias….Y así hasta 30 veces sin abrir la boca, sin explicar su postura. Repito que no me cabe en la cabeza que estas cosas sucedan aquí y ahora. Si es, como parece, por desprecio y venganza contra Igea, el asunto no tiene un pase y alguien del PP debería dar una explicación, aunque sea al estilo Carriedo. Y contarles a los ciudadanos que les han arrebatado, en silencio, con chulería, derechos y garantías en sus días finales. O quizás habrá que pensar que van contra Igea porque, como en las películas, los jefes creen que "sabía demasiado".