El cineasta francés Michel Hazanavicius conmovió hoy en la última jornada del festival al presentar 'The Most Precious of Cargoes', su debut en la animación, un conmovedor cuento antibélico que parte del cuento homónimo de Jean-Claude Grumberg para reivindicar el poder de la bondad de los seres humanos y su capacidad para actuar correctamente incluso en las situaciones más dramáticas y extremas. El autor de 'The Artist', que le valió cinco premios Óscar, recalcó el mensaje "extremadamente pacifista" del film, que interpela al mundo contemporáneo.
Hazanavicius explicó, en declaraciones recogidas por Ical, que su historia es atemporal, como lo son siempre los cuentos clásicos, que, a partir de estereotipos interpelan a los seres humanos que cada uno de los espectadores llevamos dentro, ya que "todos podemos ser un ogro o Pulgarcito". "La idea de este cuento era mostrar que el hombre y la mujer pueden ser lo mejor y lo peor, en un contexto lo más dramático posible, donde también tiene cabida la belleza. En cada uno de nosotros hay un potencial genocida y una potencial víctima de una catástrofe. A la vez, en nuestro interior, tenemos a alguien capaz de tomar las decisiones correctas y elegir la humildad y la dignidad", apuntó.
Ante las preguntas de los medios, el cineasta aseguró que "los que no miran al otro lado en situación de guerra son quienes han salvado el honor de la humanidad", y afirmó que "no lo han hecho porque sean superhombres o gente rica, sino porque su brújula moral funcionaba en un momento en el que el mundo entero funcionaba de forma incorrecta". "Incluso en las situaciones más extremas debemos escoger la humanidad y la dignidad. Quizá es una interpelación a las personas que se sientan extranjeras en medio de un conflicto, para decirles que, en todo momento tenemos la opción de elegir bien. Es el libre albedrío, tenemos la posibilidad de hacerlo", repitió.
Estética y diseño sonoro
En cuanto a la estética del film, comentó que "es el fruto de una reflexión con diferentes personas", a la que fueron llegando "poco a poco". Sobre la decisión de apostar por una animación tradicional en 2D, comentó que al leer el libro original tuvo una sensación de relato clásico que quiso trasladar al film en el principio de la película, con unas notas sostenidas de cuerda. "Quería que fuera una especie de recuerdo que volvía desde el subconsciente, que rescatamos del pasado y llega hasta el presente. En este sentido quería una animación más clásica, que no fuera totalmente moderna", explicó.
Así, detalló que en el primer movimiento de la película queda la estela del cine clásico de Disney, en imágenes como "el bosque, algunas ramas o ciertas texturas, como la de la chimenea en la casa de los leñadores", si bien "en los planos más amplios buscaba personajes más duros", que relacionó con la pintura clásica francesa del XIX, con pintores japoneses o con la obra de algunos artistas rusos a quienes enviaron a los gulags. "Es una estética que evoluciona a lo largo del relato. No es igual al principio, en el medio ni al final, porque la película va de la ficción total a la realidad", explicó.
Y sobre el diseño sonoro, recordó que en la animación "el sonido es uno de los pocos elementos que tiene su raíz en la realidad", ya que "en la imagen nada procede de la vida real y todo se crea con herramientas: el fuego es recreado, los personajes no son personas reales, pero con la risa de un bebé que escuchas, hay uno de verdad que en un momento se rió y lo grabamos". Es por ello que en una segunda fase del montaje, frenó el protagonismo que tenía la brillante partitura de Alexandre Desplat para dar cabida a otros elementos que daban una vida diferente al relato.