La especialización es un valor clave para asegurar la supervivencia del pequeño comercio . Eso lo sabe muy bien Jaime Valentín, que fundó hace más de 40 año su propia firma de moda masculina de ceremonia. Su primera tienda se inauguró en la calle Héroes del Alcazar, muy cerca de donde está ahora, tras su traslado hace siete años a la calle María de Molina.
Jaime Valentín comenzó a trabajar como dependiente en la tienda Raymond, también dedicada a la moda. Muy pronto destacó y le nombraron jefe de compras, pero no se conformó y decidió el salto al emprendimiento y montar su propio negocio. «La situación era muy distinta a la actual, pero decidí apostar por las prendas de caballero y especializarme en ceremonia», detalla. Y la idea funcionó, tanto que abrió varias tiendas en varios puntos de la región. «Di el paso porque tenía en mente ideas nuevas, que no podía llevar a cabo en otro sitio», recuerda. Y se ha convertido en un clásico del comercio local por el que han pasado toreros, futbolistas y políticos, aunque evita contar anécdotas o detalles de esos momentos.
Este comerciante vallisoletano, al que Fecosva rendirá homenaje en su 17 gala del comercio, donde también celebrará su 30 aniversario, también apunta que otra clave a la atención personalizada. Y eso se nota, ya que aunque está jubilado, cada día se pasa por el comercio para saludar a sus clientes y estar al día de sus necesidades. «He atendido a tres generaciones de clientes. Los abuelos, que me conocieron cuando abrí la primera tienda, luego han traído a sus hijos y ahora también vienen sus nietos», explica orgulloso.
Este reconocimiento de sus compañeros le sirve para hacer un balance de su vida profesional. «He disfrutado mucho trabajando en el comercio. Le he dedicado mi vida y me ha dado muchas satisfacciones, aunque también hemos vividos momentos muy complejos». Uno de ellos coincidió con la pandemia, cuando las restricciones cerraron comercios, pero en su caso fue más grave porque las ceremonias y eventos tardaron mucho tiempo en recuperarse. «Fueron momento duros, pero conseguimos superarlo. Los problemas y la competencia estimulan», explica.
El negocio familiar está ahora en manos de dos de sus hijos. El fundador reconoce que tienen ideas «diferentes», pero está tranquilo porque tiene claro que está asegurada la «continuidad. En esos cambios lo que no cabe son las ventas online. La peculiaridad de su producto es que necesita pruebas y arreglos personales, que se llevan a cabo en el taller que tienen en la tienda. «Eso sí, usamos mucho las redes sociales», apunta Jaime Valentín, mientras muestra en su móvil un ejemplo.