Años en Valladolid: 39
Profesión: Profesora y psicóloga
Comida y bebida favorita: Lechazo y Coca Cola
Rincón favorito: Iglesia de la Antigua
Zhinuzh Watson (Teherán, 1969) cuenta que, cuando se enfada, sólo puede pensar en español; si se pone «romántica», en persa; e «intelectual», en inglés. «No sé por qué, pero pasa», reafirma. Es lo que tiene llevar una vida multicultural repartida entre Irán, Reino Unido, España… En su tierra natal estuvo hasta 1980, año en el que se mudó a Pamplona con su madre gracias a que allí tenían familia, después de que la echaran del colegio por ser hija de practicantes de una religión perseguida por la musulmana, la bahaí. Tomaron el último avión antes de que se cerraran las fronteras tras desatarse la revolución liderada por el ayatolá Jomeini, la que derivó en la instauración de la república islámica que aún hoy sigue vigente allí.
Un lustro después llegaba a Valladolid, aunque alternó con temporadas en Inglaterra o Irlanda. La situación económica familiar no era precisamente buena y valoraron que aquí tendría más opciones de estudiar en el sistema público. «Conocimos lo que es ir a dormir con hambre», relata, pero también el valor de una sociedad «muy hospitalaria» que les brindó «más ayuda humanitaria» que otras. Valora «especialmente» el apoyo de Cruz Roja.
Ya en 1993, tras graduarse enFilología Inglesa, abrió con su marido (irlandés) la academia Idiomas Watson. No fue casual que eligieran un inmueble de la calle Angustias con vistas a la iglesia de La Antigua, de la cual se declara «enamorada», aunque años después les levantaron un edificio enfrente que se la tapa.
De su llegada a Valladolid, como antes a Pamplona, destaca el «choque brutal» de encontrarse con una sociedad «mucho más atrasada en todos los aspectos, pero sobre todo en el tecnológico por maquinaria médica, informática…». «La de años que tardaron en llegar aquí los porteros con cámara para ver quién llama, cuando yo eso ya lo conocí de niña en Teherán», destaca como ejemplo. Hoy pasa al revés: «La dictadura empezó en Irán poco después de que se terminara en España, y entonces también allí llegó el retraso».
Sin embargo, con o sin avances, Valladolid le enganchó desde el principio. «Lo tiene todo: belleza histórica, monumentos, zonas verdes, tamaño perfecto, su ubicación dentro de España… Sólo le falta el mar, pero está al lado», valora.
«Tengo muchos amigos que son políticos aquí, de todos los partidos, y cuando me los encuentro siempre les digo que de verdad lo estamos haciendo fatal, que esta podría ser la ciudad turística más atractiva del mundo y no le sacamos jugo», opina. Probablemente sea uno de esos momentos en que piense en inglés y muestre su enfado en español, aunque aprecie en persa la «belleza» de la que ya es su tierra.