Diferencias que duplican e incluso en algunos casos sextuplican el precio que reciben los agricultores y ganaderos de la provincia. La crisis del campo continúa y una de las principales reivindicaciones de los profesionales del campo son las «enormes diferencias» entre los precios en origen y destino. Es decir, entre el valor de sus productos cuando salen de la tierra o de las granjas en comparación con el que pagan los consumidores en el mercado.
Los productos, como norma general, llegan a triplicar su precio y en ocasiones casi lo multiplican por seis o por siete. ¿Cómo es esto posible? Los propios productores aclaran que el valor se incrementa de forma notable cada vez que pasa por un intermediario y que, «afortunadamente», son pocos en cada uno de los productos.
Recalcan que los márgenes de beneficio que obtienen estas empresas son «exagerados» y los consideran desproporcionados en comparación con los precios que ellos perciben. Aclaran que en algunos casos, los productos tan solo pasan por dos manos, el almacenista y la superficie comercial, y con eso el precio llega a multiplicarse por siete.
20180816 VAQUERIA ECOLOGICA 11.JPG - Foto: Jose Carlos CastilloAchacan el aumento de precio especialmente a las grandes superficies comerciales, aunque no hablan en ningún momento de especulación. Sí tienen claro que la Ley de la Cadena Alimentaria no se cumple «ni mucho menos». Entienden que no existe un control efectivo sobre los márgenes en la trazabilidad del producto y que el consumidor no tiene la información en ningún momento sobre por qué el producto que está adquiriendo tiene ese precio y dónde se va encareciendo desde que sale de la tierra o de sus naves.
Es algo que llevan mucho tiempo reivindicando, ya que consideran que de esta forma se acabaría este problema de precios disparados y se terminaría con las posibles especulaciones. Pero por el momento tienen que soportar el hecho de ver en los lineales de los supermercados sus productos con precios que incluso llegan a considerar abusivos teniendo en cuenta lo que perciben ellos.
Productos de fuera. Aclaran que buena culpa de los precios que les pagan los intermediarios se deben a las grandes cantidades de productos que llegan desde fuera de las fronteras españolas, ya que estas acciones restan valor a la producción española. «Cuando el mercado se colapsa porque llega mucho producto de fuera, inevitablemente lo de aquí baja. Lo ponen a unos precios con los que no podemos competir y eso es lo que nos hace daño», comentan.
150224JT_0177.JPG - Foto: Jonathan TajesPiden a las administraciones una regulación correcta en la vigilancia de los precios. Una legislación que verdaderamente impida a las superficies comerciales establecer unos márgenes de beneficio tan elevados y que repartan de una forma más equitativa los beneficios de la producción y venta de los productos. Y lo que quieren en un margen de tiempo corto, ya que sus explotaciones están pasando por momentos delicados y se les presenta un futuro incierto.
Valentín García
Productor de lentejas en Velliza
«Desde que vendo mis lentejas pasa por dos manos y triplican el precio»
Veterano agricultor de la zona de Velliza. Siembra cereal en sus tierras, pero también lentejas. Unas 20 hectáreas cada año. En este 2024 todavía no las ha sembrado, pero lo hará durante los próximos días. Como tantos otros, lo hará sin saber cuál es el precio que percibirá por su producto. Cuando a finales de junio o primeros de julio se siente en la cosechadora, volverá a entregar sus lentejas a la Cooperativa Agropal y tendrá que esperar a varios pagos periódicos hasta uno final para saldar la venta.
Estima que se las pagarán a unos 75 céntimos por cada uno de los kilogramos. No sabe si saldrá ganado o perdiendo. Depende en gran medida de la producción que pueda obtener en la campaña. Sabe que por debajo de 800 kilos por hectárea se quedará corto. Pase lo que pase las venderá a través de la cooperativa Agropal. No tendrá otro remedio. Luego, comprobará cómo las grandes cadenas alimentarias las comercializan con un precio que puede oscilar entre los 2,15 euros y los 2,80. Eso en el mejor de los casos, y esperando que no sean lentejas llegadas de fuera. No entiende muy bien cómo es posible que alcancen estos precios, ya que el proceso que sigue después de su entrega no es muy laborioso ni complicado.
050422JT_0192.JPG - Foto: Jonathan TajesExplica que la lenteja debe seguir un proceso sencillo para que no tenga gorgojo (podría ser suficiente con su congelación en un arcón frigorífico), selección y empaquetado. Y desde la propia cooperativa se comercializa a los supermercados. El producto triplica su valor. «Yo tengo claro donde se queda. Solo pasa por dos manos desde que yo la vendo», comenta, tras insistir que el proceso desde que salen de la tierra «no es tan complicado». «El margen es para ellos».
Alfonso y Julio Criada Catalina
Megeces
«Producimos y vendemos y la verdad es que entiendo que se dispare el coste»
Un negocio completamente diferente a los habituales. Cada vez mayor número de familias se decanta por el consumo de leche sin pasteurizar. La granja ecológica Crica está situada en Megeces y desde hace dos décadas comercializa leche cruda a varios grupos de consumidores y tiendas de la capital. Se trata de una cooperativa gestionada por los hermanos Alfonso y Julio Criada Catalina, defensores a ultranza de lo natural, de la calidad del producto y consumidores desde «hace más de 20 años» de la leche recién ordeñada.
Reconocen que están al margen de lo que está ocurriendo en el resto del sector. No entienden de intermediarios o transportistas que se encarguen de la leche que producen una vez que sale de su finca. Son ellos mismos los encargados de tratarla, de su gestión y de su reparto. Lo hacen con el consumidor final. Quesos, varios tipos de yogures... Su leche es especial. Es leche cruda. La comercializan de forma directa tras su ordeño. Eso sí, no han tenido más remedio que subir sus precios debido al aumento de los costes de producción.
Se encargan de todo. Generan en su finca hasta el alimento de las vacas de su ganadería. Fue en el 2003 cuando fundaron la cooperativa con 60 vacas de leche que en parte heredaron de sus padres y desde ese momento se volcaron en convertir una explotación convencional en ecológica. Ahora, son ya productores, intermediarios y, por supuesto, consumidores finales. «Antes pensábamos que el intermediario era el que se lo llevaba crudo, pero ahora no». Reconoce que tras la producción empiezan los dolores de cabeza. «Hay que seleccionar el producto, pagar los costes de la selección, del transporte, del envalaje... No es tan fácil», apuntan.
Animan a los productores a que intenten dar un paso más con el objetivo de ser capaces de convertirse en distribuidores para dar mayor valor a sus productos. Actualmente, el precio de producción se sitúa en 65 céntimos de euro. "Si yo me la autovendiese este sería el precio". Pero ahí empieza el proceso de trasformación para hacerla llegar a los consumidores. "Solo el embotellado son otros 40 céntimos", matiza. El litro finalmente sale a 1,65 euros una vez que llega a Valladolid. "Los clientes lo han entendido y están siendo fieles porque apuestan por la calidad del producto".
Fernando Esteban
Cogeces del Monte
«Puede haber tres euros de diferencia entre el productor y el consumidor»
La producción avícola de carne requiere un consumo de energía muy elevado (luz, gas, gasóleo o biomasa) para mantener una atmósfera favorable de temperatura, humedad y luz las 24 horas y el aumento de precios está llevando a las explotaciones a situaciones límite. Las entradas de pollos en las explotaciones se hacen unas cinco o seis veces al año dependiendo de la raza y la alimentación.
Los pollos se comercializan a través de mataderos, con los que los productores firman contratos anuales. Se paga por rendimiento. Es decir, se intenta llevar al matadero el pollo con más peso que haya consumido la menor cantidad de pienso posible. Cada uno de los contratos puede variar, pero un precio medio puede rondar los 52 céntimos por kilo. Al menos este es el valor que le pagan a Fernando Esteban, alcalde de Cogeces del Monte, propietario de una granja de pollos. Reconoce que el sector está pasando por un mal momento. Los ganaderos tienen que afrontar las subidas de precios de los costes energéticos, pero no ven reflejada ninguna compensación en sus ventas. Explica que el precio en el mercado de un pollo entero sobrepasa con creces los tres euros, es decir, se multiplica por seis en comparación con lo que recibe el productor.
Relata que desde su nave, los animales salen directos al matadero, donde se les clasifica y despieza para su posterior venta en el comercio. No hay más intermediarios, los mataderos son de proximidad. Dos manos entre el productor y el consumidor y el precio se dispara. «Son los mismo contratos que teníamos hace 20 años. Los mismos». Esteban apunta que se han intentado formar cooperativas por parte de algunas ganaderos, sin éxito por el momento.
Ulpiano López
Amusquillo
«Llevamos dos años regulares, pero claro que he visto vender a pérdidas»
66 años a sus espaldas. Toda una vida vinculado a la agricultura en Amusquillo, en pleno Valle de Esgueva. Ha pasado por todo tipo de momentos, pero sobre todo por malos o reguladores; buenos pocos. Ha conocido vender patatas a pérdidas, algo que no es legal y que supone momentos muy delicados para los profesionales del sector. Ahora, aclara que lleva dos años cobrando entre 25 y 30 céntimos por cada kilo que saca de la tierra. No lo considera mal precio, teniendo en cuenta que lo que ha tenido que vivir. Eso sí, entiende que los precios se disparan y no entiende por qué.
Cuando las patatas salen de la tierra pasan por una fase de lavado y después se cargan en camiones para su reparto en grandes superficies y su posterior venta. En algunos casos, los precios del kilo llegan incluso a 1,99 euros. Más de 1,60 cada kilo de incremento. Eso teniendo en cuenta que el proceso es selección, lavada, embolsado y puesta en lineal.
«Los precios al agricultor no se pueden mejorar. En la patata que va a la industria se firman una serie de contratos. Y la de mesa, en un 50% más o menos. Los precios son fijos, mientras que los costes de producción cada vez son más elevados teniendo en cuenta que la semilla y los tratamientos no cesan en sus subidas». «Este año nos vamos a gastar unos 3.000 euros para comprar la semilla». El coste de sembrar una hectárea para este veterano agricultor oscila entre los 8.000 y los 10.000 euros y el rendimiento también puede variar entre los 35.000 y los 60.000 kilos. «Se habla mucho de la famosa cadena de valor, pero la verdad es que no se trabaja». Así, ha pasado de sembrar ocho hectáreas el año pasado a solo cinco que tiene previstas para esta campaña. «Tengo una edad y desconozco el precio».