Iván Rodríguez lleva más de dos décadas entre fogones y desde 2020 dirige el gastrobar 'La bici de la abuela'. Estudió Cocina en Tordesillas y fue uno de los alumnos que estrenó las promociones del Diego de Praves. Hace tres años, «en plena pandemia», apostó por algo propio. Llevaba mucho tiempo trabajando, desde sus primeros pasos en El Nogal. Y quería algo suyo, donde disfrutar y hacer disfrutar de la gastronomía. Había pasado por las cocinas del Jardín de la Abadía, La Colina, el Enara, La Buena Vida, La Mordidita o El Patio... y encontró su espacio en La Rondilla, en lo que en su momento era un bar, bajo el nombre de 'Cuéntame', «pero al que todo el mundo conocía como la bicicleta». Siendo del barrio España tenía bien controlada la zona y le gustaba.
Así que se hizo el 4 de marzo de 2020 con este establecimiento ubicado en la avenida Palencia, 22. En principio con una socia, pero al poco se quedó ya solo. Hizo reformas e inauguró el 22 de diciembre de ese año de pandemia. «Como todo el mundo lo conocía como la bicicleta, porque tiene una en su exterior, mantuve el nombre y lo relacioné con mi madre, al ser abuela. Luego la decoración, con muchas flores y pájaros, es por ella. Es una especie de homenaje», señala Iván sobre el nombre del local, 'La bici de la abuela'. Aunque estudió cocina, reconoce que aprendió de ella, de su madre, María Rosa Martínez, cocinera en La Criolla, en las piscinas de Samoa y en otros sitios: «Éramos seis hermanos y ella nos enseñó. Yo, al final, decidí seguir sus pasos».
En 'La bici de la abuela', Iván busca hacer «una cocina diferente a la que existe en la zona». Cuenta con un menú diario, con una carta con una docena de propuestas, con arroces y fideuás por encargo, con menús para compartir y con un buen puñado de premios gracias a sus creaciones en formato tapas y pinchos. El último, ganando la Fase 1 del II Concurso de pinchos por barrios con 'Divino Tesoro del Mar', una sardina marinada con parmentier de batata y bacalao sobre corteza de arroz, polvo y gominola de berberecho.
«Toco muchos palos, con menús diferentes a la zona. Trabajo mucho el producto fresco y de temporada», añade. Así su menú laboral (al mediodía de lunes a viernes) consta de tres primeros, tres segundos, bebida y postre, por 12,90 euros: «Cada semana lo voy cambiando. La pasada teníamos garbanzos con costillas y chorizo, pasta (pistones) con setas y gambas, y ensalada con sardina marinada, de primeros; y pollo a la cerveza, pescadilla rebozada y librillos de cerdo relleno, de segundo».
En su carta de barra destacan, entre otros, los mejillones en salsa tikka, curry y leche de coco; los nachos caseros o la sardina marinada en siete especias: «Hago mezcla de cocinas».
Y una de sus apuestas son los arroces y los fideuás, con once clases de cada, siempre por encargo, con algunos tan llamativos como el arroz de cangrejo azul con remolacha. Los precios ahí van desde los 12,90 a los 22 euros por persona.
También cuenta con menús para compartir, para dos o más personas (entre 28 y 35 euros), que van desde el bacalao hasta el codillo, pasando por el cachopo y el chuletón: «En este caso van con dos-tres entradas y el segundo para compartir, siempre maridados con sus respectivas bebidas, como la sidra en el caso del cachopo o la cerveza en el del codillo». Y en temporada de cocido, también lo oferta, igualmente por encargo. «Hacemos catas un jueves al mes, cocinando a cuatro manos con un compañero».
El gastrobar 'La bici de la abuela' abre de martes a sábado, para comidas y cenas. Tiene una capacidad para unos 25 comensales en su comedor y para otros 12 en mesas altas en su barra. De sus fogones se encarga un Iván al que le gusta presentar sus propuestas con algún detalle en forma de calavera: «En los concursos siempre lo hago. Tengo los cuchillos también serigrafiados». Y de hecho, cuenta con una tatuada en uno de sus brazos, al lado del nombre 'nobap', cocinero en ruso.