«Faltan ingenieros para implantar las nuevas tecnologías»

S. González
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Entrevista con el presidente del Colegio de Ingenieros Industriales de Valladolid

José García Neira, presidente del Colegio de Ingenieros Industriales de Valladolid. - Foto: Jonathan Tajes

Con casi 75 años de historia, el Colegio de Ingenieros Industriales de Valladolid, que funciona como una delegación del Colegio de Madrid, cuenta con cerca de 900 colegiados. García Neira cumple ahora un año como presidente, cargo al que accedió tras el fallecimiento de Iñaki Bengoetxea, y repasa la profesión a escasos días de festejar a su patrón, San José.

¿Cerca de 900 colegiados son muchos o pocos para una provincia como Valladolid? ¿Hay suficientes o faltan vocaciones?

Realmente van a hacer falta muchos ingenieros industriales, principalmente por el cambio de tecnología. Estamos en una época en la que ya es una realidad la inteligencia artificial o la ciberseguridad y van a faltar ingenieros que se adapten para la implantación de todas esas tecnologías en las cadenas de producción.

Será de las carreras que menos paro tienen, pero no sé por qué no resulta tan atractiva como medicina. Por ejemplo, la Escuela de Valladolid, tenía muy pocos alumnos este año en el máster habilitante de ingeniería industrial.

¿Cuáles son los principales retos o desafíos a los que se enfrentan los ingenieros en este momento y en los próximos años?

Los ingenieros industriales somos un sector que nos adaptamos muy bien a los cambios. Y quizás yo creo que el mayor cambio se tiene que producir a nivel académico en las universidades, que las empresas empiecen a exigir un poco más qué es lo que requieren de los graduados porque van a salir con la titulación a un mundo laboral, en el que van a tener que adaptarse y aprender muy rápido todo lo que no han hecho en la carrera. Otro reto enorme es que haya suficientes profesionales para cubrir esa demanda que se espera.

¿Existe un diálogo con la universidad para evitar este desajuste entre los conocimientos que se dan en las aulas y lo que exigen las empresas?

Sí, de hecho muchas veces nos piden ayuda para ver cómo se pueden enfocar las asignaturas. Pero en este marco colaborativo yo metería una tercera pata, que son las empresas. Deberían acercarse más a la universidad para concretar qué es lo que quieren y esperan de los ingenieros industriales, porque al final son ellas las que van a contratar.

Con la inestabilidad mundial y la guerra en las fronteras de Europa generando incertidumbre, ¿cómo se está comportando la empresa vallisoletana?

A ver yo no tengo datos, pero Valladolid es una provincia exportadora y la amenaza de los aranceles por parte de Estados Unidos requerirá una adaptación en los productos que vendemos, aunque hay muchas incertidumbre. Ya veremos si los aranceles se mantienen en el tiempo y cómo se defiende la Unión Europea de cara a ese mercado único. Todo lo que impida el libre comercio va en contra de la economía y del desarrollo económico.

¿Cómo está la pujanza empresarial de Valladolid?

La provincia, y en general Castilla y León, siempre ha sido emprendedora. Quizás porque no nos queda más remedio. Valladolid, al ser la capital, evidentemente es la que más posibilidades tiene de emprender, además de que tiene una situación geográfica privilegiada para temas logísticos. Quizás será la provincia que menos ha decrecido económicamente de la Comunidad.

¿Falta espíritu emprendedor en los jóvenes y en los no tan jóvenes?

Estamos viviendo un tiempo en el que ha cambiado el modelo de vida. Nosotros, cuando acabamos la carrera teníamos ganas de trabajar y coger los máximos proyectos, no decías que no a ninguna propuesta. Y ahora, los jóvenes, y no hablo solo de los ingenieros, tienen otros valores, buscan menos responsabilidad para tener más tiempo libre y se conforman con los recursos justos para vivir esa vida. De cara a la economía bueno no es, pero es un cambio social.

¿Hay alguna receta mágica, un camino que a día de hoy parezca infalible para el futuro industrial?

A ver, infalible no hay nada. El objetivo por parte de la UE es alcanzar el 20 por ciento del PIB a través de la industria, y en Valladolid ha habido un momento en que nos acercábamos, pero últimamente ha habido un receso. Al final, en España es muy mayoritario el sector servicios, aunque sería fenomenal que llegáramos a ese 20 por ciento e incluso al 25, porque la industria es lo que da trabajo estable y mueve mucha empresa auxiliar, lo otro son ciclos económicos.

En Valladolid también tiene mayoría el sector servicios, pero ¿la industria está ganando terreno como locomotora del desarrollo?

Castilla y León tiene una industria muy diversificada y Burgos, por ejemplo, tiene un polo industrial muy potente. Yo creo que Valladolid está a la altura y espero que tire para arriba.

¿Ha sido inteligente renunciar a los combustibles fósiles cuando las renovables aún no son una alternativa definitiva, porque no sirven ni para todas las horas del día ni para todos los días del año?

Aquí hay dos posturas, desde el punto de vista técnico y desde el punto de vista político-administración. Hay unas reglas de juego, a las cuales nos tenemos que adaptar. Si la UE, por el motivo que sea, decide apostar por una descarbonización, por un pacto de verde, y por políticas en las que el carbono es el enemigo, por decirlo de alguna manera, pues la única vía que le queda a la industria energética es tirar por el hidrógeno, los biocombustibles, el etanol, por las renovables evidentemente, que está funcionando muy bien. No sé si inteligente o no, lo que ha funcionado siempre es el mix energético. Habría que analizarlo.

Dentro de ese mix se han apartado tipos de energía como la nuclear.

Sí, hay otros países europeos que siguen con la energía nuclear dentro de nuestro mismo entorno geopolítico. La política española está tirando por esa vertiente de la descarbonización y queramos o no hay que ir por ahí. Yo no puedo llamarlo error a esto, pero creo que no se puede sacar así del mix a este tipo de energía. Además, el mercado eléctrico en España siempre ha tenido como base la nuclear y las tradicionales, pero las reglas de juego han cambiado porque vienen impuestas desde Europa. Siempre que perdamos el mix energético estamos abocados a unas tecnologías reducidas.

¿El hidrógeno es una energía definitiva o quizás se puede convertir más en una de transición al futuro?

Es una tecnología incipiente y el primer escollo que encuentra es la viabilidad económica. Yo creo que es un vector energético que está para quedarse, pero no como única alternativa. Tienen que seguir las eólicas, las solares y como alternativas tendrá que estar el hidrógeno, el biometano y todos los gases que sean renovables y que entran dentro de la descarbonización.

Sin embargo, las instalaciones y plantas de diversas energías renovables están encontrando una fuerte contestación social en el medio rural. ¿A qué cree que se debe este rechazo?

Yo creo que es más desconocimiento. El problema de esas plantas es que todo lo que sea bio es una reacción de una bacteria que coge los residuos, del tipo que sean, y genera biometano y eso tendrá ciertos problemas, pero para ello están las licencias medioambientales.

Hay que tener en cuenta el aspecto social, igual hay que informar más sobre las ventajas y los inconvenientes, ya que creo que hay que ser transparentes. Pero son oportunidades de futuro, si un municipio pequeño tiene una planta de este estilo, económicamente le va a venir bien. Quizás con una buena información podría haber menos recelo.

¿Se puede exigir a las empresas una adaptación verde que cuesta dinero en un momento de incertidumbre?

No sé si se puede, pero la realidad es que se les está exigiendo. Lo hemos visto con el sector automoción, donde se ha hecho una política de fomento de los coches eléctricos, que también debería acompañarse con el fomento de las infraestructuras de recarga, y ya hay reacciones en Europa porque no es tan fácil depender exclusivamente de un vehículo eléctrico. Yo me pregunto si seríamos capaces de generar la suficiente energía eléctrica solo para la movilidad en el caso de que todos tuviéramos un coche eléctrico. Pienso que tiene que haber un mix, como en la energía, no se pueden eliminar de golpe los combustibles tradicionales, habrá que ir haciendo transiciones sin depender solo del vehículo eléctrico.

Precisamente una de las consecuencias es el encarecimiento de los vehículos, en este caso. ¿Es partidario o considera necesario que el coste económico de este impacto ecológico que se produce en los procesos se impute a los productos?

El coste ambiental al final lo asumimos todos. La industria, la primera, porque se tiene que adaptar a todos estos cambios, con el coste económico que conlleva y, de hecho, muchos de los coches eléctricos se han fomentado porque había ayudas porque si no no hubieran llegado casi ni al mercado. El primer coste lo asume el fabricante y el segundo lo asumimos los consumidores. Pero vamos a lo mismo, son las reglas de juego y si no te puedes salir de ellas, pues nos tenemos que adaptar.

Hablaba de cambios tecnológicos, medioambientales... ¿que se puede aportar a la industria 4.0 y como está Valladolid en esta nueva revolución industrial?

El sector de automoción está bien posicionado en Valladolid porque son grupos empresariales con mucho poder de inversión. Pero quizás el problema o lo que haya que apoyar sea la industria más pequeña, que debe empezar por una digitalización para llegar luego a una adaptación a la industria 4.0. Pero claro, el problema de las pymes es que no pueden alcanzar el nivel de las grandes empresas porque quizás no les haga falta para vender su producto. Es más bien una pequeña digitalización o adaptación a las nuevas tecnologías.

En Valladolid llevamos unos años instalados en el debate sobre el soterramiento. ¿Ustedes lo consideran viable técnica y económicamente posible? ¿y por otra parte, están a favor de la nueva estación y consideran que hace inviable soterrar las vías?

Cualquier infraestructura, ya sea el soterramiento o una estación nueva, mejora el desarrollo de una ciudad. Desde el punto de vista económico, aumentar las infraestrucruras es vital para cualquier ciudad y más para Valladolid que está muy bien situada para el tema ferroviario.

Hay una mesa para el soterramiento, en la que participamos, y allí se ha demostrado que hay viabilidad, hay muchas soluciones técnicas y solo hay que llegar a un consenso. Es verdad, por lo que he visto en prensa, que ahora se ha aprobado una estación que parece incompatible con el soterramiento, por lo que entonces es un tema más de competencias administrativas.

Yo creo que el soterramiento es viable, no sé si es necesario o no, pero económicamente algo hay que hacer con la estación de Valladolid. Sería ideal el soterramiento porque se ha demostrado en otros lugares que siempre ha mejorado el aspecto visual y el desarrollo económico por encima de todo ese soterramiento. Pero hemos trabajado en una línea de soterramiento y ahora parece que van a cambiar las tornas, veremos a ver qué ocurre realmente.