Las cuentas de 2022 de la sociedad Valladolid Alta Velocidad (VAV), las del pasado todavía no están disponibles, reflejan deudas con empresas del grupo y asociadas a largo plazo de 548,8 millones de euros, de los que 394 corresponderían al crédito mercantil y a los intereses del mismo, que se arrastran de la operación del soterramiento.
¿De dónde procede esta deuda si en junio de 2017 se acordó que Renfe y Adif asumieran el agujero patrimonial para evitar la disolución de la sociedad VAV? En aquel momento el déficit era de 404 millones. En noviembre de ese mismo año, ambas entidades desembolsaron 196,9 millones y suscribieron una subrogación en el contrato de línea de crédito con el pull de entidades bancarias por 342,1 millones de euros, que se incrementó al año siguiente en 2,7 millones. A esto hay que añadir 50 millones de euros en intereses, a fecha 31 de diciembre de 2022. Pero cada año, hasta la finalización del convenio, que se puede dilatar hasta 2033, se incrementan en una media de 10 millones. En el momento de la subrogación del crédito se acordó que el interés del primer año del 2,57% por ciento, revisable anualmente en función de la evolución del coste medio de la deuda. De hecho, en 2018 ya se elevó al 3,75%.
En total, ambas empresas públican 'avalan' esa deuda, que sigue en las cuentas de la VAV porque el compromiso es que recuperarán ese dinero con la venta de los terrenos liberados con la operación de integración ferroviaria. Esos suelos corresponden a los antiguos talleres de Renfe, a un solar en la calle Recondo y los espacios liberados en la actual estación de autobuses, la antigua estación de La Esperanza y el polígono de Argales.
En las anotaciones de la cuentas de la sociedad VAV de 2022 se recuerda que las aportaciones que los socios (Adif, Renfe, Junta de Castilla y León y Ayuntamiento de Valladolid) realizan anualmente, y que este año el Ayuntamiento pide paralizar porque hay dinero en caja, se podrían recuperar con la venta de los terrenos liberados. Eso si, serán reembolsadas si hubiera fondos después de devolver a Renfe y Adif el total del crédito mercantil y los intereses. «En el caso de que, después de ejecutar todas las actuaciones previstas y llevar a cabo todas las devoluciones de los importes realizadas por los accionistas, en el orden que se establece en el convenio, existiesen recursos excedentarios, todas las partes podrán acordar su reinversión en otras mejoras de la infraestructura ferroviaria en Valladolid y su integración urbana», se apunta literalmente en el documento al que ha accedido El Día de Valladolid a través del portal de transparencia de la sociedad VAV.
Acuerdo.
Esta deuda, que deriva de la arquitectura financiera para evitar así la quiebra de la VAV, también implicaba cambiar el proyecto del soterramiento por otros menos costosos: es decir un soterramiento más corto o la integración. Un planteamiento que ahora el Ayuntamiento de Valladolid pretende cambiar.
Punto final al culebrón de la permuta de suelos.
Después de años de problemas varios, el Ayuntamiento ya ha registrado el proyecto de actuación del Plan Parcial del Páramo de San Isidro y solo falta segregar la parcela que se entregará a Renfe y la que será titularidad de Adif. A cambio, las dos empresas públicas dejan en manos de la sociedad Valladolid Alta Velocidad (VAV) los suelos de los antiguos talleres de Renfe. Este área es una parte fundamental de la operación ferroviaria porque su venta permitirá afrontar gran parte de la deuda. Pero para ponerlos a la venta primero hay que descontaminarlos, algo que corresponde a VAV, y el Ayuntamiento debe redactar un plan de actuación, donde se incluyan detalles como cuáles de las vetustas instalaciones ferroviarias se salvarán de la piqueta. Este área dispone de 352.598 metros cuadrados de superficie edificable, que se pueden traducir en 2.458 viviendas.