C omedido, pero contundente a la hora de afirmar que el cambio climático es una realidad. No entiende a los negacionistas, ya que son datos científicos de temperaturas y precipitaciones los que demuestran los efectos del calentamiento global. Sobre lo ocurrido en los municipios valencianos con respecto a los avisos meteorológicos, tiene claro que se cumplieron los protocolos y los avisos salieron de la Aemet, otra cosa fue la respuesta de las diferentes administraciones.
Terminó el mes de noviembre con casi tres grados por encima de la media histórica en Valladolid.
En Valladolid ha sido el más cálido desde 1961. La verdad es que ha sido extraordinario. Ha habido un déficit de precipitaciones notable. Ni siquiera se ha llegado a la mitad de la media histórica. Ha sido un mes de noviembre extraordinario.
¿Por qué?
Hay que tener en cuenta que hay una variabilidad natural del clima. No todos los meses de noviembre son iguales. Pero sí es cierto que estamos inmersos en el proceso del cambio climático, con una subida gradual de las temperaturas. Los últimos tres años han sido de récord de temperaturas. 2022 fue el más cálido desde 1961, 2003, el segundo y este año será probablemente el tercero más cálido. La tendencia a temperaturas más altas está clara, según se difunde en los estudios de cambio climático.
¿Este tipo de datos verifica el calentamiento global o hay que tener una serie más larga en el tiempo?
Está científicamente demostrado. Es un hecho. Desde hace muchos años. Tomando periodos más largos, de 30 años, se observa que cada vez hay una temperatura media más elevada. En Valladolid, en España y en Europa. Lo que había más dudas era según las causas de por qué cada vez hay una mayor tendencia al alza. Es incuestionable porque ahí están los datos. ¿En cuanto a las causas? Hace años ya se indicaba que sería por las emisiones de gases de efecto invernadero. Antes había una cierta incertidumbre porque podrían intervenir causas naturales. A día de hoy, los últimos informes indican que es debido a la acción antropogénica por la emisión de gases de efecto invernadero, con un umbral del 95 por ciento. A nivel científico hay que dejar un margen de error, pero sí está demostrado científicamente.
¿Qué siente un meteorólogo cuando después de tener estos datos ve que las grandes potencias no se ponen de acuerdo a la hora de reducir las emisiones de gases?
Frustración. Evidentemente, en los temas políticos las personas que toman decisiones tienen estos informes. Hay muchos intereses y es triste que no se hagan caso y no se tomen las medidas oportunas. Es cierto que es complicado, pero nosotros no intervenimos en esa toma de decisiones, solo podemos asesorar e informar, luego ellos deciden.
Entonces, la evidencia científica va en contra de las decisiones políticas.
La verdad es que no se tiene en cuenta en la medida en que se debería.
¿Qué le diría a los colectivos negacionistas?
Todos podemos tener una opinión. Pero hay que tener en cuenta que la meteorología es muy parecida a la medicina en muchos aspectos. Para hacer un pronóstico se parte de un diagnóstico tras ver el estado. Y en medicina es lo mismo. Hay muchas similitudes. Así, al igual que cuando vamos al médico nos da su opinión científica, en meteorología es lo mismo. El diagnóstico está hecho. Es el calentamiento del planeta. Es una tendencia a temperaturas cada vez más altas. El remedio también está claro, la reducción de gases de efecto invernadero. Pero teniendo en cuenta que en el caso de que se detuviera la emisión de gases los beneficios no se verían de forma inmediata, sino que serían a medio-largo plazo. Evidentemente, hay que aplicar las medidas ahora mismo.
¿Existe una tendencia de otoños más calurosos e inviernos que se prolongan más en el tiempo hacia los meses de primavera como ha ocurrido en los últimos años?
Esa es la tendencia global, pero esto no quiere decir que no pueda haber tres o cuatro años más fríos. Pero la tendencia de 30 años es evidente que habrá una tendencia al alza de temperaturas más elevadas.
¿Qué invierno nos espera?
Hemos tenido un episodio de nevadas con una bajada de temperaturas en el puente de la Constitución y la Inmaculada, con acumulación de nieve en los sistemas montañosos. Luego, la perdición para diciembre, enero, febrero lo más probable es que sea un invierno cálido. Es una probabilidad del 50 por ciento, pero parece que tendremos un invierno cálido, otro más. En cuanto a las precipitaciones, hay más incertidumbre, aunque parece que será seco.
Este año ha sido abundante en precipitaciones. ¿Se encuentra por encima de la media?
Seguramente, finalizará como un año húmedo, con un ligero superávit en precipitaciones. Es diferente, ya que aunque en las temperaturas está clara la tendencia, en lluvias hay más incertidumbre. En principio, en el área mediterránea no se aprecia ninguna tendencia en cuanto a cantidad. Sí es cierto que en intensidad se va a que cada vez sean más torrenciales. Tenemos un ejemplo, lo que pasó en Valencia el pasado 29 de octubre. Se superó el récord máximo en una hora, y en seis horas. En Castilla y León también hay más tormentas con mucha cantidad en poco tiempo.
¿Se debe acostumbrar la sociedad a los fenómenos cada vez más extremos tanto en temperaturas como en precipitaciones?
Esa es la tendencia. Olas de calor más frecuentes y más intensas. En cuanto al frío no hay una tendencia clara, pero será menos frecuente. Episodios extremos de calor, asociados a una mayor virulencia de los incendios forestales, con periodos de sequía más intensos y duraderos. Fenómenos cada vez más extremos.
¿Considera que la Aemet debería cobrar más protagonismo debido a esta tendencia?
Somos un servicio público y lo que hacemos es informar del nivel de peligrosidad de una situación. Hasta ahí podemos llegar. También informamos a las autoridades de protección civil que tienen la competencia de alertar a la población. Esto tiene lógica, ya que son ellos los que en principio saben cómo está la situación. Si hay un festival en un determinado lugar, por ejemplo, ellos tienen los datos.
La Aemet ha salido la palestra de la controversia tras la DANA de Valencia. ¿Qué pasó?
El Mediterráneo en otoño alcanza su temperatura más elevada. Aire muy frío en la atmósfera y de ahí una torrencialidad extrema. Los modelos numéricos son capaces de anticiparlo. Ya cinco días antes se emitieron avisos torrenciales. Se publicó una nota informativa. El fin de semana también se comunicó y el mismo día se emitió un aviso rojo. La situación estaba avisada, aunque determinar exactamente que cayeran 600 litros por metro cuadrado en un punto concreto, técnicamente es imposible. Se hizo todo como establecen los protocolos.
¿Qué falló entonces?
Tal vez una mayor divulgación dentro de nuestras competencias, pero las alertas corresponden a protecciones civiles. Se hizo el trabajo correcto por parte de la Aemet.
¿Entonces, la culpa no fue de la Aemet?
La actuación nuestra fue correcta. A las siete de la mañana se emitió un aviso rojo. La información salió de la Aemet, luego cada administración adopta una serie de medidas. Es un asunto de competencias. Cada responsable toma las decisiones que considera.
¿Tendrá el cambio de biodiversidad consecuencias en los usos del suelo y, por lo tanto, en el campo vallisoletano?
Las proyecciones climáticas establecen para periodos que llegan hasta finales del siglo XXI las condiciones que esperamos. La inercia al alza de gases con efectos invernaderos hace que el calentamiento sea cada vez mayor. La provincia ha tenido un clima templado con estación seca. En el periodo 1991-2020 cada vez gana mayor extensión la zona árida. Es un clima árido, de estepa en el suroeste de la provincia de Valladolid en una zona cada vez mayor. A determinados cultivos les va a afectar el cambio climático.
¿Es reversible el cambio climático, o ya llegamos tarde?
Sí. Si se dejaran de emitir esos gases, pero la inercia de los últimos años continuaría y seguirá subiendo la temperatura.