Chuletones en un restaurante de carretera

M.B.
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Sergio Rodríguez González nos abre las puertas del 'Ruta 62', donde además del menú diario cuentan con una parrilla en la que destacan sus carnes

Sergio Rodríguez González, en las brasas del 'Ruta 62'. - Foto: Jonathan Tajes

Cuando uno piensa en un restaurante de carretera, a la mente le viene el menú mal llamado de 'batalla', el plato combinado o el bocadillo. Algo rápido, económico y que permita reanudar la marcha para llegar lo antes posible al destino. De esos pensamientos aún quedan algunos, pero cada vez más se llevan los locales donde la comida, aunque se sirva con celeridad, es casera al cien por cien y donde se estrujan la cabeza para ofrecer algún producto diferente al de la competencia. Es lo que ocurre en el 'Ruta 62', un restaurante de carretera ubicado en la autovía Burgos - Portugal, la A-62, en la salida 142.

«Abrimos el 2 de marzo de 2019. Un año antes del cierre por el covid. Aún me acuerdo que celebramos el primer aniversario y cuando estábamos preparando más cosas, nos llamaron de la gestoría para que cerrásemos», señala Sergio Rodríguez, recordando cómo arrancó este proyecto que va camino de los seis años.

Por entonces, cuando abrieron, el restaurante ya estaba en funcionamiento con otra gerencia: «Vengo de una familia vinculada a la hostelería, pero de joven me desvinculé y cuando llegué aquí, estaba en otro sector». De hecho, aceptó hacerse con él en solitario porque siempre había querido tener un negocio propio: «Mi tío Pablo tiene La Posada del Cazador y al principio hablamos de cogerlo a medias, ya que se lo habían ofrecido a él; pero al final decidimos que lo mejor era quedarme yo solo con el negocio». Y así lo hizo, manteniendo el nombre, Ruta 62, igual que el del parking colindante, donde pernoctan muchos camiones.

«Cuando abres un negocio hay que analizar dónde estás y qué tipo de clientela tienes, porque un restaurante de carretera funciona bien en épocas de vacaciones, pero también hay que trabajar meses como enero, febrero o marzo», advierte Sergio, consciente de que sus clientes son la gente de la carretera, camioneros, obreros y comerciales. A ellos va dirigido su menú, con cuatro primeros y cuatro segundos, a diario por 15 euros y los fines de semana por 20, con café y postre incluido: «Siempre casero, aquí todo es casero».

Los martes es el día del cocido; y entre los platos que más triunfan están los arroces, que salen de las manos de Emilio, en la cocina del Ruta 62 desde hace un año; y las carrilleras de cerdo al vino tinto. Mantienen el menú también para las cenas, por ese colindante parking; y se han ganado a clientes de la zona, de los pueblos de alrededor.

Pero este restaurante, en el que junto a Sergio, trabajan su hermana Sandra y su mujer, Begoña; también buscó diferenciarse del resto y, al poco de abrir –«en cuanto pude ahorrar algo»–, construyó una zona de parrilla con horno de leña. De las brasas se encarga el propio Sergio, que asegura que aprendió parte de su tío y parte de forma autodidacta, con muchas pruebas. Allí se hace todos los días uno de los segundos del menú: costillas, secreto, churrasco, pincho de pollo, pincho moruno, chuleta de cerdo... aunque la especialidad es el chuletón de vaca vieja, de unos 60 días de maduración: «Empecé con él por afición». 

En el Ruta 62, el chuletón se prepara con mimo; con el corte al momento de pedirlo el cliente, la presentación del mismo tras pesar la pieza y la ejecución: «Primero lo cubro de sal, lo marco en la parrilla y luego le añado sal de escamas. Se presenta de dos maneras, siempre cortado, o bien al punto que quiera el cliente y en un plato caliente; o bien en unas mini parrillas, a las que le echo las mismas brasas de la leña de encina, y así el cliente puede darle el punto que quiera». El propioSergio se encarga de quitarles las vetas a cada chuletón.

El primer año abrió las 24 horas, pero tras la pandemia lo hacen de 7.00 a 23.30 o 00.00; y cuenta con una capacidad para 145 comensales. «La clave aquí es la calidad y la cantidad. Y ser ágiles con el servicio», añade. Porque a diario dan 100 comidas al día, y en fechas como Motauros, 150 o 170. Lo suyo es el menú y la parrilla, aunque tiene horno (solo por encargo) y raciones, como calamares, oreja o callos. «Todo casero», incide: «Respeto a lo que hacen otros, pero aquí todo es casero y para ello es importante los proveedores y el producto».