Isabel Gutiérrez está convencida de que la sanidad de Castilla y León tiene margen de mejora si se afronta la reestructuración de personal y recursos que requiere. Amante de su profesión, pese a todos los problemas que la asolan, esta médica de familia pide que se prestigie más una actividad que es la primera puerta de entrada del ciudadano al sistema de salud. La presidenta de la Sociedad Castellana y Leonesa de Medicina de Familia y Comunitaria (Socalemfyc) también reclama tiempo para que estos profesionales puedan hacer docencia e investigación.
Los médicos de familia acaban de enfrentarse, como todos los años por estas fechas, a una época complicada por la incidencia de las infecciones respiratorias. Y han vuelto a denunciar saturación de trabajo. ¿Es una queja general o solo hace referencia a estos picos puntuales de actividad?
Todos sabemos que existe este problema en unos determinados meses del año. ¿No sería más fácil adoptar medidas preventivas para evitarlos? ¿No sería más adecuado educar a la población para que en lugar de que se contagie el 80%, lo haga el 50 o el 40%? Acabo de salir de una consulta en la que había dos personas tosiendo sin mascarilla, y los demás sí que la tenían puesta. No es entendible.
Teniendo en cuenta de dónde venimos...
Yo creo que en mi profesión y en el ser humano, pero... ¿hemos aprendido algo de la pandemia? Tengo mis dudas. Hay que colaborar en esto y yo me he puesto en contacto con el Ayuntamiento y la Consejería de Sanidad para avanzar en educación para la salud y prevención primaria. Es algo eficaz y eficiente para el sistema porque así se evitan ingresos.
¿El resto del año no hay saturación?
Es un problema estructural, porque tenemos pocos profesionales. Tenemos que conseguir que dentro del sistema sanitario cada uno haga lo que es de su competencia, porque los médicos sentimos que todo pasa por nosotros y al final no hacemos lo que tenemos que hacer. Perdemos mucho tiempo en tareas que podrían hacer otros profesionales, porque hacer un justificante para el trabajo no aporta nada desde el punto de vista sanitario. Por otro lado, aunque la Consejería haya hecho un esfuerzo en reducir las consultas a 35 diarias, al final no dispones de tiempo. Porque son siete minutos por cada una, pero, ¿quién se queda siete minutos? Nadie. Incluso las que son telefónicas duran doce, trece... o más. Algunas duran media hora. Teniendo en cuenta eso, ¿cuándo hago yo la consulta programada, la cronicidad, las visitas a domicilio, docencia e investigación? Cuando un paciente va a una consulta, quiere resolver todos sus problemas, así que algunos sacan un listado y les da igual que sean siete minutos o 35, así que a veces hay que decir 'si no le importa, venga usted otro día, porque llevamos media hora'.
¿Y la gente lo entiende?
Tenemos de todo, pero algunos, no. Yo no estoy para juzgar esas cosas, pero en mi consulta, si tengo que decir, digo. No soy complaciente. Hago mi trabajo e intento cumplir lo mejor que puedo. No estoy para paños calientes, estoy para resolver problemas de verdad.
¿Qué otros problemas tiene la profesión?
Una sobrecarga asistencial te lleva al estrés y la desmotivación. Yo soy una afortunada, pero para hacer el trabajo como quiero hacerlo, lo tengo que hacer a costa de mis horas.
Más de 350 médicos de Atención Primaria se jubilarán en la próxima década en Valladolid y no hay relevo para ellos. ¿Por qué es tan difícil atajar este problema?
Me gustaría que me explicaran por qué la Atención Primaria no tiene prestigio entre la sociedad, la universidad y los compañeros de segundo nivel, algunos de los cuales dicen eso de 'total, para lo que hacéis...'. Si los profesionales de Atención Primaria dispusieran de una cartera de servicios adecuada, de una formación continuada que no tuviera que ser fuera de horas de trabajo, de una investigación adecuada, se prestigiaría más. ¿Hemos perdido liderazgo? ¿Hemos perdido prestigio? ¿No quieren que lo tengamos? No sé dónde está el problema. Hay que poner en valor la medicina de familia para que las nuevas generaciones vean que es muy bonita.
Pero eso es un proceso lento para solucionar un problema que está encima de la mesa y que hay que resolver ya, especialmente en el entorno rural...
Hay que hacer un contrato que sea atractivo para las nuevas generaciones, con las condiciones que quieran. Con incentivos económicos, que son importantes, pero también fomentando la docencia y la investigación, que todo esto está muy bien sobre el papel, pero después, con tanta sobrecarga, no se hace. Yo he hecho rural durante 16 años y hay pocos centros de salud que no conozca. Conozco no solo los puntos de atención continuada, también esos consultorios donde solo se pasa consulta una hora a la semana. Habría que hacer un estudio en profundidad. Yo no quiero hablar de cerrar, porque cuando lo haces se te tira todo el mundo encima. Es cierto que la Junta se ha comprometido a mantener al completo la accesibilidad, pero ¿eso es eficiente y eficaz? Yo no digo que se desprovea la zona de una sanidad adecuada, sino que se busquen otras fórmulas. Yo no soy gestora, pero puedo echar una mano en ver qué posibilidades son las más adecuadas.
¿Se está refiriendo a una reorganización de recursos?
Sí. Humanos y materiales. Me refiero a mejora de las infraestructuras, a centros de salud que hay que remozar. A mejora de la tecnología. ¿Cómo es posible que tengamos 17 comunidades autónomas que no estén conectadas entre sí? Es inaudito. El equipo de Atención Primaria es fundamental, pero no solo está formado por el médico. Hay que contar la con la enfermera, la auxiliar, el administrativo y el trabajador social, porque muchos problemas a los que nos enfrentamos no son médicos, son de la vida.
Para paliar la falta de profesionales la Consejería ha recurrido a la contratación de médicos sin la especialidad. ¿Qué le parece?
Hay un problema de seguridad y de legalidad. No se puede ejercer sin tener la especialidad. La seguridad del paciente pende de un hilo, y también la del propio profesional, porque, si no está capacitado, probablemente cometa más fallos. A mí lo que más me importa, porque me dedico a ello, es la seguridad del paciente. ¿Qué te parecería si un día vas al hospital y te dicen que tienes una apendicitis y te va a operar un recién licenciado que ha hecho poca mano? ¿Te asustaría? Los estudiantes salen con mucha información, pero hay que ir poniéndola en cajitas y ordenándola.
Ustedes han mantenido recientemente una reunión con la Consejería de Sanidad donde se abordaron este y otros temas. ¿Con qué sensaciones salió?
Creo que estamos en la misma onda. Estoy encantada y espero que en un par de meses nos volvamos a reunir. Hablamos, por ejemplo, de los contratados sin especialidad y de algo que me pareció muy curioso. Se plantean dar una plaza fija, sin oposición, para las zonas de difícil cobertura. Esto tiene una parte de yin y otra de yan, porque es una fórmula para empezar a trabajar, con capacidad de crecer, pero los médicos no van a tener opción a traslados. Me parece interesante.
¿Tiene la Atención Primaria un adecuado nivel de financiación?
El objetivo era llegar al 25% del presupuesto sanitario en 2023, pero estamos en el 16%.
El sindicato Satse ha denunciado recientemente el mal estado de algunos centros de salud, con el ejemplo del de Arturo Eyries. ¿En qué situación se encuentran estas instalaciones?
Hay que invertir en ellas. Yo paso consulta en el centro de la ciudad en un despacho muy pequeño, pero lo que me molesta es el diseño de algunas de ellas. No sé quién será el responsable, pero he visto camillas pegadas a la pared y otoscopios en la puerta, con el riesgo de golpear al paciente o al médico cuando se abre. No sé si se cuenta con personal médico para diseñar estas cosas.
La Consejería de Sanidad tiene entre manos un proyecto para limitar a cinco al día las consultas telefónicas porque considera que han contribuido, a diferencia de lo que se pensaba, a saturar el sistema. ¿Es así?
Sí. Creo que habría que informar a la gente para qué sirve una consulta telefónica y una presencial, cómo funciona un centro de salud, etcétera. Sacyl tiene una maravillosa web para hacerlo. Las consultas telefónicas hay que utilizarlas para cuestiones como preguntas al doctor, pero, para lo demás, no. Tú no puedes dar una baja a una persona sin verla, aunque a veces hagamos un acto de fe cuando alguien te dice que tiene una gastroenteritis o similar. Eso lo entiendo. Pero no se puede dar bajas por todo. Es un tema que genera problemas serios con los pacientes.
¿Por qué?
A veces hay mucha agresividad. Recuerdo un día, en Delicias, que decidí no volver a dar la baja a un paciente. Llegó gritando a la administrativa y después, a mí. Además, era una persona enorme. El ciudadano tiene que ser responsable con el uso de este servicio.
¿Es muy habitual lo de sufrir episodios de violencia?
Afortunadamente, yo he visto venir a tiempo las agresiones y he podido evitarlas, aunque sea corriendo, como me pasó en Medina.
¿Qué pasó?
Una paciente tenía un problema de drogadicción y era habitual que se comportase así. De hecho, de nueve agresiones, la única que lo denunció fui yo. Y el funcionario me dijo que era muy valiente al hacerlo. Cuando cuentas estas cosas, parece que la gente no se las cree, pero pasa más de lo que muchos piensan.
¿Es atractivo desde el punto de vista laboral trabajar como médico de familia en Castilla y León?
Por lo poco que se quedan nuestros residentes, parece que no. Se quedan aquí cuando ya estaban ligados a la Comunidad de algún modo. Creo que desde la EBAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad) se penaliza mucho a nuestros jóvenes porque nuestras facultades son muy exigentes y algunos de fuera vienen con unos números que no tienen los nuestros, así que, mientras vienen aquí los andaluces, contra los que no tengo nada, los nuestros se van a Cataluña, allí les ofrecen contratos potentes y los que se habían quedado aquí acaban yéndose a su tierra. Porque, si soy de Jaén, al final quiero irme donde está mi familia. Hay que pensar en algo, no solo para fidelizar a los residentes, también a los estudiantes que acaban.
Usted tiene mucha experiencia en el ámbito rural. ¿Hay mucha diferencia a la hora de ejercer respecto al urbano?
Me gusta mucho la rural porque permite una calidad asistencial que no se da en la urbana, donde todo va más deprisa. Además, en rural solo tuve dos incidentes en ocho años de trabajo, un señor que me gritó en Alcazarén porque tuve que dejar la consulta e ir a atender a una señora con arritmia y me lo recriminó. Y otra señora que me gritó desde la sala de espera. En el ámbito urbano los incidentes son diarios, y en el mundo rural la gente tiene menos estrés.