Por muchas campañas de concienciación que se hagan y por mucho que se endurezcan las penas, el alcohol y el resto de drogas siguen haciendo estragos al volante. La pasada semana, la por entonces delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, avisó de que el alcohol es la tercera causa más frecuente de los accidentes mortales de tráfico en la Comunidad. Y lo hizo justo antes del comienzo de las fiestas navideñas, unas semanas especialmente delicadas en este sentido. Los datos de los forenses revelan una realidad muy cruda: seis de los nueve conductores fallecidos el año pasado en Valladolid tenían restos de alcohol u otras drogas en el organismo. Concretamente, dos de ellos había bebido, otros dos habían consumido cocaína, uno mezcló el alcohol con el cannabis y el sexto tenía restos de cocaína, opiáceos y opioides.
Son datos que publica anualmente, desde 2020, el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses en el informe Hallazgos toxicológicos en víctimas mortales de accidentes de tráfico. Según este documento, el año pasado murieron en Valladolid 16 personas, una cifra que no coincide con las 18 que tiene registradas la Dirección General de Tráfico. De ellas, nueve eran conductores; cinco, pasajeros, y dos, peatones.
Los datos de 2022 vienen a corroborar una tendencia a peor respecto a los de 2021. Hace dos años murieron 15 personas al volante y poco más de la mitad, ocho, dieron positivo en alguna sustancia prohibida. En 2020 fueron dos de los ocho fallecidos, pero estos datos están condicionados por el descenso radical de la movilidad que impuso la pandemia. Además, Valladolid también sale mal parada en la comparativa nacional, donde fueron el 51% de los conductores fallecidos los que dieron positivo.
Aunque el Instituto de Ciencias Forenses ha hecho un cambio en la metodología que podrían contribuir a este aumento. Hasta 2021 se consideraba positivo la presencia de esta droga por encima de los umbrales legales permitidos para conducir. En 2022 solo se atiende a criterios toxicológicos. Es decir, aunque sean cantidades muy pequeñas. «De esta forma se pretende ofrecer datos científicos más objetivos y, a la vez, concordantes con la idea de que la única tasa realmente segura de alcohol es 0,0 g/l», explica el informe.
Aparte del alcohol y otras drogas, los forenses también recogen los datos de los conductores que dieron positivo por consumo de algunos psicofármacos prohibidos al volante, generalmente porque provocan somnolencia. Por ejemplo, en 2020 y 2021 algunos de los conductores fallecidos en Valladolid tenían restos de benzodiacepinas, que tienen un efecto sedante , y antiepilépticos, que son depresores del sistema nervioso central.
Los datos del estudio también sirven para tumbar, en parte, algunos de los 'mantras' que relacionan las imprudencias con la edad. Los dos conductores más jóvenes fallecidos el año pasado, que son los únicos que tienen menos de 30 años, están entre las tres personas que dieron negativo en las pruebas de alcohol y drogas. Y en 2021, dos de los tres menores de 30 también dieron negativo. El rango de edad que presenta los peores datos es del que va de los 35 a los 55 años.
El tiempo ha demostrado que acabar con estas imprudencias es muy complicado. De eso sabe mucho Charo Gutiérrez, la persona que puso en marcha hace más de 20 años la delegación de Stop Accidentes en Castilla y León, poco después de que a su hijo «le matara en la carretera» un camión que le embistió por detrás en Santander. «Si yo he bebido o fumado, soy responsable de mis actos, y tendré que pagar por ello, no puede ser que quede impune», señala, en referencia a muchas sentencias que, según ella, no consideran que haya dolo por parte de estos conductores.
Gutiérrez acusa el desgaste de luchar durante más de dos décadas por concienciar a la población. Con escasos resultados, tal y como reconoce. «Hemos asumido como normal que alguien mate con un coche, la gente lo sabe y no tiene miedo a hacerlo», opina.
Durante sus años de actividad, ha estado en contacto con mucha gente joven. Entre los que reconocían cometer estas imprudencias, algunos pedían perdón después de conocer su historia, pero otros se enfadaban con ella, al sentirse señalados con el dedo. «Me decían que ellos no tenían intención de matar... y parece que con eso basta», finaliza.