Quien más quien menos, habrá estudiado con algunos de los populares cuadernos Rubio, esas entrañables libretas de distintos colores con las que los escolares de hace unos años aprendían a leer, a escribir o a sumar, ente otras muchas materias.
Precisamente, este año se conmemora el centenario del su fundador, Ramón Rubio, creador del conocido método Rubio que defendió desde el inicio la necesidad de «hacer fácil lo difícil» para ayudar a sus alumnos en su crecimiento personal.
Este empresario y pedagogo español arrancó su sueño editorial como profesor en su propia academia, y allí ideó las fichas educativas que darían paso a los cuadernos didácticos más famosos en España y que, justo en el año de la celebración de este centenario, están afianzando su apuesta por tender puentes con el otro lado del Atlántico, donde la editorial ha comenzado hace escasamente dos años a implantarse desde México.
El legado de Rubio continúa con una compañía que va camino de cumplir los 68 años de historia y que, justo este año coincidiendo con el centenario, celebrará el fin de la construcción de la parte más emblemática del edificio, su parte externa y más icónica, que su hijo y actual director general de la editorial, Enrique Rubio, ha levantado en su honor.
Se trata de un inmueble singular que se constituye como un símbolo del pasado, presente y futuro de la editorial, gracias a su inspiración en el movimiento arquitectónico del brutalismo, basado en las formas geométricas que tanto recuerdan a la empresa y a esos primeros pasos en el proceso de lectoescritura.
Este se consolida como un espacio singular en el que próximamente se reunirá todo el universo Rubio, desde las oficinas, que ya están actualmente en funcionamiento, y la imprenta, que cuenta con una nueva línea de encuadernación en España que les ha permitido triplicar su capacidad productiva, hasta otro de los espacios más especiales, el Museo Ramón Rubio.
La nueva sede, que se alza sobre un terreno de más de 10.000 metros cuadrados en el parque empresarial de Paterna (Valencia), ha sido una apuesta de la segunda generación del visionario Ramón Rubio, para quien este lugar se ha convertido en todo un monumento dedicado a su padre, a su legado y la marca educativa. Una compañía que actualmente vende cada año alrededor de dos millones de unidades de sus productos, entre su amplia variedad de cuadernos y libros.
«Para mí es importante honrar la memoria de mi padre, no solo por la importancia que ha tenido en mi vida personal, sino porque creo que fue un hombre capaz de cambiar los paradigmas en el sistema educativo. Él quería que todos los niños tuvieran acceso a la educación y acompañar a las familias y a los profesores en ese camino», explica Enrique Rubio, para quien el legado de su progenitor «es innegable y perdura con la editorial y también con su sistema pedagógico, que sigue vigente».
Precisamente, el equipo que dirige Enrique Rubio ha ideado una serie de acciones y celebraciones para conmemorar el centenario del nacimiento de su padre, Ramón Rubio, empezando por el lanzamiento de una edición limitada y numerada de uno de los primeros cuadernos de la editorial, creado por el propio fundador de la marca.