Santiago González

CARTA DEL DIRECTOR

Santiago González

Director de El Día de Valladolid


Tiempo para el encuentro, los abrazos y la ilusión

24/12/2023

La Navidad siempre es un periodo festivo en el que parece que se detiene el tiempo. De repente parece que las personas reencuentran su lado más humano, más bondadoso, más solidario y más mágico y, en muchas ocasiones, nos sirve para reconciliarnos con el ser humano, que en tantas ocasiones provoca dolor y destrucción. Sin que desaparezcan los problemas, en estas fechas cada uno intenta dejarlos a un lado y compartir la alegría, la ilusión y los buenos deseos para el próximo año que se avecina, pues para este ya no podemos hacer mucho más que lo realizado hasta ahora. Es verdad verdadera que las fiestas navideñas se han convertido en un negocio donde lo más importante es comprar, desde los alimentos para unas comidas pantagruélicas a los regalos para que no falte de nada. El consumismo nos devora y todo nos lleva a pasar por caja, con precios cada vez más altos y gastos que muchas veces ya no podemos afrontar.
Hoy quiero olvidarme de la política y los políticos, de los asuntos administrativos y de las obras públicas, para centrarme en los sentimientos, que también importan. Desde mi recuerdo personal, la Navidad siempre era un momento de ilusión para todos. Si me remonto a la niñez, los dulces y turrones se recibían con ganas y se comían con voracidad, pues estos productos no existían durante el resto del año o al menos no llegaban a casa ni se veían en los supermercados. Asimismo, los adornos navideños convertían la vivienda e incluso la ciudad en un mundo de ensueño donde los milagros existían en forma de Reyes Magos que traían juguetes y regalos, siempre queridos pero nunca los más deseados. Papá Noel no venía por entonces. El niño Jesús era el protagonista de aquellas fiestas y aún los actos religiosos tenían un papel importante, aunque los mejores recuerdos me vienen cuando visualizo aquellos reencuentros con los abuelos o los tíos y primos en torno a una amplia mesa en las cenas o comidas de estos días.
Ahora ya nada es lo mismo. La Navidad se ha convertido en un 'bussines' con un claro protagonista: el dinero. Desde los propios ayuntamientos se realiza una especie de concurso a ver quién pone el árbol más alto, las luces más extravagantes o el mercadillo más grande. Aunque todavía es tiempo de reencuentros, cada vez más personas y familias aprovechan las vacaciones para viajar o celebrar el cambio de año en ciudades europeas o tierras más cálidas. No hablemos ya de los pobres Melchor, Gaspar y Baltasar, que han sido desplazados claramente por Papá Noel, el barbudo llegado del norte que nos ha hecho trizas la tradición. Y además, muchos de los niños de ahora ya tienen todo lo deseado y mucho más, no sabe uno que regalar a sus hijos o sobrinos, y en muchos casos ni hace ilusión ni se vuelve a utilizar más allá del momento de abrirlos.
Pero esto es así, para bien o para mal. Y tenemos que aprovecharlo para disfrutar de ello y celebrar, cada uno a su manera, este nacimiento de Jesús o el fin de año, cada uno según sus creencias. Reencuentros, abrazos, ilusión, magia… son los ingredientes necesarios para pasar estos días de forma distinta, tomar aire, volver con las pilas cargadas y con el ánimo de iniciar otro año que seguramente será mejor que el que despedimos. Comer, comprar, compartir, regalar… debe haber tiempo y espacio para todo, así que todos debemos aprovechar estos días para ser feliz a su manera y hacer felices a otros.
Ya casi a punto de desearles a todos felices fiestas, no quiero olvidarme de quienes no pueden subirse a este tren del consumismo porque sus posibilidades económicas no se lo permiten. De las familias en riesgo de exclusión, de quienes son pobres a pesar de contar con un trabajo, lo que no les aporta suficientes ingresos para llegar a final de mes, mucho menos en diciembre. Seamos solidarios con personas que viven junto a nosotros y tienen peor suerte o han sido golpeados por la vida o la sociedad. Tengamos los ojos abiertos para que no haya nadie que sin una sonrisa esta Navidad, sin un plato de sopa para comer caliente, sin una estufa para evitar el frío, sin una palabra amable o un vaso de sidra para brindar por tiempos mejores.
Queridos lectores, feliz Navidad a todos.