El impacto de las cooperativas agroalimentarias en la economía de Castilla y León sigue creciendo tras mejorar en un 2,6 por ciento su facturación y rozar ya los 4.000 millones de euros despachados en un solo año. Cuatro veces más que a principios de siglo, cuando apenas superaba los 850 millones. Una notable diferencia que se sustenta en que los socios de las cooperativas agrarias de Castilla y León han pasado de una media de su actividad de 16.960 euros en el año 2000 a 110.073 en la actualidad. En la misma línea, el número de empleados de las cooperativas en el año 2000 era de 1.450 trabajadores y ahora, 4.037, con un alto porcentaje de titulados superiores. Todo ello deja una campaña 2022-2023 en la que se facturaron 3.962 millones de euros procedentes de las explotaciones familiares de sus 35.760 socios.
En esa cifra de facturación destacaron las cooperativas de cultivos herbáceos, con 1.077 millones de euros, por encima de la cuarta parte del total, seguida de las de alimentación animal, con 768,6 millones de euros, y las de suministros, con 717 millones. También cuentan con un peso relevante las dedicadas al sector ovino (315 millones), vacuno (304,6), porcino (249,3) y azúcar y remolacha (236,5 millones). A continuación, el vino (90,6 millones), transformación de lácteos (80,1), frutas y hortalizas (77,7 millones), sector forrajes (39,6) y el apícola (5,7).
Unos números que evidencian que en los últimos 25 años las cooperativas propiedad de los agricultores y ganaderos han pasado de «no tener apenas relevancia económica a ser motor imprescindible del desarrollo empresarial regional», tal y como constatan los datos del Observatorio Socioeconómico del Cooperativismo, realizado por la Unión Regional de Cooperativas de Castilla y León, que son «especialmente satisfactorios en cuanto a crecimiento económico social y laboral».
Por provincias, la de mayor facturación cooperativa fue Zamora, con 768,9 millones de euros, seguida de Valladolid, con 715,4, y Palencia con 642,3 millones de euros. Completan el análisis León (495,1 millones), Soria (369), Burgos (359,7), Salamanca (289,5), Segovia (230,4) y Ávila (91,7 millones).
Más actividad con menos. El estudio realizado por Urcacyl revela que el número de socios pertenecientes a las cooperativas es actualmente de 35.670, si bien hay que tener en cuenta que muchos de ellos participan en varias cooperativas de diferentes sectores. En cualquier caso, la cifra «va en descenso paulatinamente, en la medida en que se reducen las explotaciones agropecuarias» de la Comunidad, pero su actividad cooperativizada «va creciendo». Del total de socios, ocho de cada diez (79,9 por ciento) son varones y el 20,1, mujeres, «reflejo de lo que sucede en el campo».
Por otro lado, el 89,7 por ciento de estos agricultores y ganaderos son mayores de 40 años, frente al 10,3 de menores de esa edad. «Hay relevo generacional, pero escaso», apuntan desde Urcacyl, que argumentan que «quienes se incorporan a las cooperativas lo hacen con explotaciones de más hectáreas o con un mayor volumen de cabezas de ganado».
En lo que se refiere al número de trabajadores en las cooperativas agroalimentarias se cifra en 4.037 empleos directos, a los que habría que sumar varios miles mas en transportes, mantenimiento y servicios. Destaca su grado de profesionalización, pues un 8,2 por ciento de los mismos son titulados superiores en ingeniería y veterinaria, lo que pone de manifiesto el «esfuerzo realizado por las cooperativas en prestación de servicios a sus socios con técnicos de campo y de granja».
Las cooperativas recordaron que en el año 2000 el sector contaba en Castilla y León con una facturación de 865 millones, frente a los 4.000 actuales, a pesar de que a principios del nuevo siglo se contabilizaban 51.000 socios agricultores y ganaderos, 15.000 más que ahora.
Más formados, profesionales y diversificados
Urcacyl consideró que en este periodo de tiempo, las cooperativas «se han profesionalizado, han diversificado sus actividades y servicios hacia los socios y muchas de ellas han iniciado la transformación de sus productos, lo que les ha permitido un crecimiento continuo». «A ello ha contribuido la incorporación y el crecimiento, entre los socios y entre las cooperativas, de la innovación y de las nuevas tecnologías, que han permitido a aquellos obtener mayores producciones por hectárea y por cabeza de ganado, y a éstas iniciar nuevas actividades, abrir nuevos mercados, prestar servicios diferenciados a sus socios y abordar procesos de transformación de sus productos. Todo ello les ha permitido ser más eficientes a nivel económico, social y medioambiental», apuntaron desde Urcacyl. El crecimiento también ha sido consecuencia, según el estudio, de una mayor formación reglada de los socios y de la participación en una formación continua que se les ha ido ofreciendo. Cabe señalar que en este periodo que se analiza, Urcacyl impartió una media de 52 cursos anuales, con una presencia cada año de 1.674 alumnos, según recoge Ical.