Dice el presentador televisivo Pablo Motos que en la vida hay un guión invisible, casi imperceptible, que nos va llevando sin darnos cuenta a donde tenemos que ir. El 8 de mayo de 2023, a las siete y media de la tarde, en el Parque del Tubo, de Arroyo de la Encomienda, todas las piezas del puzle encajaron a la perfección. Romeo, un niño de tres años, se salvó de una muerte segura gracias a la intervención de Eva Herrero, una enfermera del Hospital Río Hortega que, casualmente, estaba cerca de allí con su hija Marina, de cinco. Pero hay más, como recuerda la sanitaria, a la que el ayuntamiento de esta localidad ha condecorado con la Medalla de Plata. Como, por ejemplo, que no iba a estar ahí en ese momento, pero que una amiga de la pequeña, Carlota, hizo que se retrasaran en volver a casa. O que llevaba tres años en la localidad, pues ella es de Íscar. O que la cogieron en Enfermería (la nota de acceso es muy alta) en Palencia cuando llevaba dos semanas estudiando Trabajo Social al no haber superado el corte. ¿Y ahí no hubiese aprendido la maniobra de Heimlich, verdad? "No", confiesa con timidez.
Unos lo llaman providencia, otros destino. Asegura que es creyente, aunque no practicante, y que la vida se ha portado bien con ella, por lo que eso que dicen del karma le vale ("Siempre he intentado hacer el bien y ayudar a los demás"). Y así debe ser por lo risueña que se ve a esta mujer que está a punto de celebrar sus Bodas de Plata con uno de los oficios más duros y bonitos del mundo y que lleva la foto de perfil de Whatsapp de su Marinita con dos añitos y un arcoíris que acaba en nube. ¿Será porque en cierto modo es un ángel de la guarda? Desde luego lleva una pulsera de uno que le regalaron los padres de su 'ahijado'.
Pura vocación.
Ángel o no, lo que siempre tuvo claro es que quería ser enfermera. "Fue algo vocacional total. De pequeñita, cuando era Carnaval, mi madre me disfrazaba de enfermera, con mi maletín y mi capa", sostiene divertida la sanitaria, que aunque niega ser una superwoman, aquel día, una mamá debió verle la capa roja o azul de Supergirl porque, cuando las cosas se pusieron muy feas y Romeo había perdido el conocimiento y ya se empezaba a ir al dejar de respirar y ponerse morado, dijo: "Dadle el niño a esta chica que es enfermera". Y había llegado su momento. "La madre del niño me dijo que le costaba vomitar y que llevaba mal de la barriguita todo el día, y en 0,2 tuve una teoría: el vómito se lo había tragado y se le había ido al pulmón". Tras hacerle la maniobra de Heimlich sin éxito, tocó la de resucitación, con un boca a boca en el regazo que se saldó con un vómito salvador.
Resulta difícil de calcular, pero dos minutos concatenados en dos vidas con una serie de casualidades han hecho que Romeo apague una tarta con cuatro velas el próximo 11 de diciembre y Eva vaya a obtener una Medalla de Plata del Ayuntamiento de Arroyo de la Encomienda y se sienta la mujer más feliz del mundo cada vez que se cruza con el pequeño. "Cuando pienso que ese día, ese lunes, yo no iba a estar allí, que estaba cansada de trabajar la noche anterior y que quería irme a casa, que salíamos de la clase de inglés y que mi hija me pidió que nos quedáramos un poco más en el parque porque se encontró con su amiga y que me llamó mi marido para decirme que nos iba a recoger allí...", comenta emocionada esta enfermera que se ríe al mencionarle la película 'Regreso al futuro': "Esto pasó cinco minutos después de que decidiéramos quedarnos en el parque. Teníamos que estar ahí en ese momento: Nos estaban esperando".