El próximo 15 de diciembre está marcado en rojo en el calendario de todas las partes implicadas en el caso Esther. La segunda declaración del principal y único sospechoso, Óscar S. M., está llamada a despejar muchas de las dudas de lo que pasó la madrugada del 13 de enero de 2022, cuando la joven de 35 años murió después de ser atropellada. La principal novedad desde la primera declaración de Óscar, que se produjo en abril del año pasado, es el informe que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha presentado al Juzgado de Instrucción 5, encargado de investigar el caso. Un informe que se muestra muy tajante en sus conclusiones, al afirmar que Óscar fue el autor del atropello en la calle Dos de la urbanización El Romeral de Traspinedo. Lo hizo tras un «arrebato en caliente» y después de haber agredido a Esther, lo que le provocó heridas en el ojo y en el cuello. La investigación de la Guardia Civil sostiene que esa madrugada, Esther, Óscar y Lucio Carlos G. D., alias 'Carolo', otro amigo de ambos, viajaban juntos en el coche del principal sospechoso. El tercero se bajó del mismo en el aparcamiento del restaurante La Maña, cerca de su casa, y Óscar y Esther siguieron su camino hasta las inmediaciones del chalé de la familia del sospechoso. Allí se habría producido un «conflicto» entre ambos que provocó que Esther se bajara del vehículo y se encaminara a la calle Dos de la urbanización. Óscar siguió sus pasos y, al alcanzarla, la agredió, según el informe. Después, volvió a su casa, se montó en su Volkswagen T-Roc, regresó al lugar y atropelló a Esther circulando a 45 kilómetros por hora. Posteriormente, la metió en el maletero, cuando Esther todavía estaba viva, y la llevó a su casa. Horas después, trasladó el cuerpo, ya sin vida, a la cuneta de la N-122, a la entrada de Traspinedo. Y allí estuvo, supuestamente, durante 23 días, hasta que un hombre lo encontró. Eso es lo que sostiene el informe de la Guardia Civil, pero la versión que dio Óscar en su primera declaración ante la jueza es muy diferente. Aunque reconoce que ambos iban en el coche esa madrugada, señaló que Esther se bajó del vehículo en mitad de la carretera cuando él se negó a seguir de fiesta, y se fue andando a casa de Carolo. Y ahí fue la última vez que la vio, puesto que él se fue a casa y se metió en la cama.
Tras la desaparición, Óscar participó en las labores de búsqueda, incluso se esforzó en dar consuelo a la familia, de la que era amigo. Las primeras sospechas se centraron en Ramón, un amigo que sostuvo que había hablado con Esther horas después de su desaparición (aunque luego dijo estar confundido). La Guardia Civil le llegó a detener y registrar su casa durante días. Pero el pasado 17 de noviembre el Juzgado de Instrucción 5 dictó el sobreseimiento provisional de la causa contra Carolo y Ramón, y dejó a Óscar como único sospechoso.
Muchas dudas
El testimonio de Óscar será crucial para despejar las contradicciones que presenta su versión respecto al atestado de la Guardia Civil, que está reforzado por multitud de informes técnicos. Por ejemplo, los de la localización de los teléfonos de los implicados y la del coche de Óscar, una información obtenida en la tarjeta SIM del vehículo. Y ahí es donde radica una de las grandes dudas que deberá despejar Óscar.
El informe sostiene que la supuesta parada en la que Esther se bajó del coche, según la versión del sospechoso, no se habría producido. Sin embargo, gracias a estos dispositivos electrónicos, sí que consideran probados los movimientos de la versión que lo incrimina. Tanto los registrados por su vehículo como los que hizo andando para ir detrás de Esther una vez que esta se bajo del coche, puesto que es una distancia recogida en una aplicación móvil relacionada con la salud que Óscar utilizaba. En su primera declaración, pese a que dijo que había dejado a Esther en torno a las 2.45 horas de la noche, no supo explicar por qué minutos después las localizaciones de los móviles de ambos los sitúan en el entorno de su chalé.
Y todo ello, siempre según la versión de la Guardia Civil, pese a que el acusado intentó borrar algunos de estos rastros. Por ejemplo, a la mañana siguiente puso su teléfono en modo avión cuando se trasladó de Traspinedo a Valladolid. En su declaración, Óscar negó tal extremo y dijo que ni siquiera sabía hacerlo.
Otra de las dudas que planea sobre el caso son las dos llamadas que el sospechoso hizo a Esther, vía Whatsapp, después de que se produjera el incidente, previsiblemente para localizar el terminal. Óscar también lo negó.
Otra contradicción entre su versión y el informe de la UCO es un supuesto borrado de la centralita de su vehículo para eliminar el rastro de supuestas averías del mismo que pudieran aportar pistas. Aunque existe un informe que lo confirma y que dice que pudo contar con la ayuda de terceras personas, él lo niega. Otro choque de versiones es el del lavado del vehículo. Óscar niega haberlo hecho al día siguiente, aunque existen imágenes en las que se aprecia un vehículo muy similar al suyo en un autolavado de la avenida de Zamora, con un colgante en la zona del retrovisor también muy parecido.
Cuando están a punto de cumplirse dos años de la muerte de Esther, y de la investigación, Óscar sigue en libertad en calidad de investigado.La jueza instructora del caso no ha encontrado pruebas concluyentes para dictar medidas cautelares, y también rechazó tramitar el caso por la ley del jurado, tal y como solicitaba la defensa. Bien es cierto que lo hizo antes de recibir el informe de la UCO.
El abogado de la familia de Esther considera que este documento prueba que la joven fue asesinada y no sufrió un atropello accidental. Sin embargo, la defensa de Óscar emitió un comunicado tras el envío de ese documento en el que afirma que «no aporta datos nuevos» sobre los hechos, sino «conjeturas forzadas». La abogada considera que el informe «está lleno de inconcreciones y datos por determinar y el relato que se realiza está basado en meras hipótesis, alguna de ellas absolutamente incoherente e incongruente, que vienen dirigidas a culpabilizar a Óscar, en lugar de analizar las pruebas de forma objetiva». Además, critica el «juicio mediático paralelo» al que considera que está sometido su cliente, con manifestaciones «espurias y sensacionalistas», y pide que se respete su presunción de inocencia.