Una familia para una comarca

D.V.
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Rachael, natural de Tennessee, y su marido Javier, de Oviedo, residen en Villalba de la Loma. Con sus hijos, de tres años y 18 meses, apuestan por la zona, tienen un food truck imparten clases de inglés y editan fotos para los vecinos de la zona

121124JT_0299.JPG - Foto: Jonathan Tajes

En los pueblos más pequeños de la provincia la media de edad de los vecinos suele ser elevada. Pocos vecinos bajan de los 50 y muy pocos tienen hijos pequeños. La vida en una localidad de menos de 50 personas es complicada por la falta de servicios y de las condiciones idóneas para la crianza de los menores. Especialmente, en el caso de los meses de invierno, cuando las horas de luz se reducen y el entretenimiento durante gran parte del día se reduce a la mínima expresión.   

Sin embargo, existen algunos casos en la provincia de Valladolid de familias que apuestan sin fisuras por el medio rural más profundo, como forma de vida. Se podría decir que se trata de casos excepcionales y raros y más aún si se trata de una pareja que no tiene una clara vinculación con un determinado municipio, pero que decide que su vida está ahí, en un pueblo donde residen menos de medio centenar de vecinos y con un futuro incierto a medio-largo plazo. 

Es el caso de Rachael Lynn Meadors, natural de Tennessee en Estados Unidos y su marido Javier, que  nació en Oviedo. Vino a España después de conocer a Javier en la Universidad de Montevideo (Uruguay), con una beca de intercambio. «Acabamos los estudios cada uno y estuvimos viviendo y trabajando en varias ciudades hasta decidirnos volver al pueblo a emprender nuestro negocio de comida y crear una familia en un entorno rural». 

121124JT_0296.JPG121124JT_0296.JPG - Foto: Jonathan Tajes¿Un negocio de comida rápida en el medio rural? Sí, ambos lo tenían claro. Ni más ni menos que una food truck para recorrer todos los pueblos de la comarca con su oferta gastronómica. Se encontraban ambos trabajando de forma cómoda en Valladolid capital cuando les surgió esta oportunidad de comenzar un negocio de hostelería en el pueblo. «Siempre hemos sido propensos a la aventura, así que decidimos probar la vida de pueblo. Además habíamos ya vivido en ciudades grandes tipo Madrid y Los Ángeles y cada vez deseábamos algo más pequeño», reconoce Rachael. 

Tanto ella como su marido pasaron una buena parte de su infancia vinculados al medio rural. Rachael lo hizo en una finca el sur de los EEUU, mientras que Javier tiene un gran cariño por la zona, ya que sus padres proceden de Tierra de Campos y siempre pasaba los veranos con su familia en el pueblo. «En parte es por eso que nos sienta bien este estilo de vida», matizan.  

Ambos tienen claras las ventajas de residir en un municipio tan pequeño. «Emprender un negocio en el medio rural nos ha permitido criar a nuestros hijos y darles la mejor experiencia que podríamos ofrecerles. La naturaleza y la tranquilidad es un regalo para ellos, y para nosotros».

Fue en 2018 cuando llegaron a Villalba de la Loma, hace cinco años. En un primer momento se encargaron de la gestión del teleclub del pueblo, pero no se conformaron con gestionar un típico establecimiento hostelero de un pueblo pequeño, sino que empezaron a mostrar la gastronomía tradicional de Norteamérica. «Carnes asadas a fuego lento al estilo del sur de Estados Unidos. Después de la pandemia nos pareció una buena idea convertir aquel éxito que tuvimos con nuestra cocina y en especial nuestras hamburguesas, en un negocio en el que pudiéramos llevarlo a los pueblos locales, y los fines de semana que no tenemos eventos, seguimos ofreciendo nuestra comida en Villalba de la Loma desde nuestra food truck».

Pero no limitan su actividad laboral al ámbito hostelero, sino que Rachael también aprovecha su tiempo para impartir clases de inglés a los niños y mayores de la comarca dos días a la semana en las «renovadas» escuelas del municipio. De la misma manera, también se dedican a la edición de fotografías y vídeos y en muchas casos trabajan para vecinos de los pueblos colindantes. Así, esta familia se ha convertido en un referente para los pueblos de la comarca, tanto por su camión de comida como por el resto de actividades. 

ventajas. Se muestran convencidos de su decisión de vivir en un pequeño pueblo. «Las ventajas son más importantes que las desventajas. Lo más bonito diría es el formar parte de una comunidad donde nos conocemos todos y nos apoyamos entre nosotros. Aquí cuando quedas en la plaza o en un bar con los vecinos da igual de donde vienes y a que te dedicas. Somos como una gran familia. Y queremos que nuestros hijos vivan esto. Otro cosa que me gustaría decirle a la gente es que aquí no te aburres, siempre hay telares que te mantienen entretenido todo el día». Aunque también matizan como un gran inconveniente el hecho de la falta de servicios. «Recuerdo cuando estaba embarazada de mis hijos, tenía el hospital mas cercano a una hora y eso me producía cierta inquietud, aunque todo salió bien». 

La escuela para sus hijos está en Mayorga y, evidentemente, son los más pequeños del pueblo. Sobre el futuro, aclaran que les gustaría quedarse durante la crianza, sobre todo siendo aún pequeños. «La vida da muchas vueltas y si en un futuro tuviéramos que volver a la ciudad por ellos lo haríamos, pero admito que me daría pena con lo bien que estamos aquí».