Años en Valladolid: 3
Profesión: Frutero
Comida favorita: Paella
Lugar favorito: La Rondilla
La historia de Aboubacar Keita da para un libro. Porque a finales de 2016 tomó una decisión a la que se ven obligados muchos de sus compatriotas y muchos africanos: «Cuando se murió mi madre decidí irme de mi país». Era 2015 y un año más tarde, tras ahorrar dinero buscando oro durante sus vacaciones, cogió un avión desde Guinea que le llevó a Marruecos. Atrás dejaba sus estudios de árabes y francés, y a su familia (ayudaba a su padre cultivando las tierras).
Seis meses más tarde, el 19 de agosto de 2017 llegó a España, aAlmería, en una patera junto a otras 33 personas, cuatro de ellas mujeres. Pagó por ello, como hacen todos. Mucho dinero. «Fue durísimo. Salimos a las doce de la noche y tras rodear para no ser interceptados, llegamos sobre las nueve o diez de la mañana a Almería», recuerda. Allí le acogió la Cruz Roja, llevándole a Cartagena. En tierras murcianas se les dio la opción, a los que así querían, de ir a Francia (normalmente por el idioma o por tener familiares allí), pero Aboubacar lo tenía claro: «Me quería quedar en España». No sabía español, pero lo aprendió rápido. Y ahora se desenvuelve sin problemas.
Tras pasar por Madrid, por Huelva, recogiendo fresas; o por Albacete, trabajando en el campo también, entró en una empresa de placas solares y estanterías, llegando a trasladarse para un encargo a Palencia: «Allí me dijeron de volver a Albacete hasta que hubiera más trabajo, pero yo no quería porque es una ciudad pequeña con pocas oportunidades. Así que le pregunté a la recepcionista que cuál era mejor: Palencia o Valladolid. Me dijo que Valladolid, que era la capital de Castilla y León y para aquí me vine».
Llegó sin nada, preparó su CV y en dos días encontró trabajo en Mercaolid, de frutero. Allí estuvo un año y luego ha pasado por Motores de Renault hasta en tres etapas, para volver a Mercaolid. «Valladolid es una ciudad en la que si tienes ganas de trabajar, hay oportunidades de trabajar», asegura convencido.
Vive en La Rondilla desde que arribó en la ciudad, y tiene claro que es su lugar favorito, aunque le gusta La Flecha y La Victoria, otros dos barrios que frecuenta con amigos de aquí y con un maliense.
Además, se ha integrado en el Club de Boxeo La Campiña, bajo la batuta de Domingo Rodríguez, entrenando en San Pedro Regalado tres días a la semana desde su llegada: «Aún no he competido, pero claro que quiero hacerlo». Aprendió el boxeo en Albacete, aunque en su país hacía artes marciales. No tiene dudas donde quiere seguir viviendo: «En Valladolid». Y deja otra cosa clara: «Si volviera atrás en el tiempo, no repetiría el viaje en patera».