Una carta a base de carne y sus cortes

M.B.
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Jorge Luis Parra Ramírez nos abre las puertas del restaurante El Toro Valladolid, un templo de la brasa y el ahumado para los carnívoros

Jorge Luis Parra Ramírez, en la parrilla de El Toro. - Foto: Jonathan Tajes

«El 95% de la carta está basada en la carne». Jorge Luis Parra tiene claro qué quería y qué es su restaurante, El Toro Valladolid. Es verdad que hay más opciones, pero la carne manda en este establecimiento que va camino de los tres años en la calle de los Tintes, 6. Jorge es venezolano y se vino a España un mes antes de la eclosión de la pandemia de la covid-19. Tras un corto periplo por Madrid y Barcelona, recibió una llamada de unos amigos de Valladolid para unirse a un restaurante. Y no lo dudó. Desde entonces vive y trabaja en la capital.    

Tras cuatro años y un par de trabajos dentro del sector, entre ellos un paso por Sal & Salsa, dio el salto a tener su propio negocio: «Tenía ideas que quería personalizar. Quería algo mío y con una buena ubicación, y encontré este local».

Porque Jorge conoce la hostelería de sobra, ya que en su país de origen tuvo varios negocios vinculados al sector, entre ellos dos restaurantes y una distribuidora de carne en la zona de San Carlos: «La situación allí me hizo viajar a España. Llegué sin nada hasta que me vine a Valladolid». Lo hizo solo, sin su familia, que no pudo acompañarlo hasta un año y medio más tarde, «cuando pensaba que en poco más de un mes estaríamos juntos».

Mientras, él se fue abriendo un hueco en Valladolid y gracias a un programa de emigrantes de la Cruz Roja, en colaboración con La Caixa, logró un crédito para el paso que quería, abrir su propio restaurante, en el local que había sido el Antiguo Puchero.

«Mi idea era y es carne a la brasa y ahumada», asegura explicando que eligió el nombre de El Toro por dos razones. La primera, como tributo a su familia, ya que a su hijo Marcelo lo llama 'torito'; y la segunda «porque tiene pegada».

El Toro oferta cuatro tipos de ensaladas, tomate, pulpo a la brasa, quesos?, postres caseros (de la mano de la mujer de Jorge, Mariángel)... incluso en invierno, algún guiso de cuchara, pero lo suyo son las carnes «y los diferentes cortes de la misma». De hecho, en su pared principal se puede ver una ilustración con los nombres que se dan en Venezuela y en España a esos cortes.

«La idea es ser un referente de la carne en el centro de Valladolid. Que la gente no se tenga que ir fuera para probar un buen producto», relata. Para ello cuenta con su conocimiento y con varias distribuidoras (Miguel Vergara, Okelan, Discarlux...). Picaña, entrecot, entraña, chuleta, chuletón, t-bone, tomahawk, carpaccio de picaña (el entrante preferido de los clientes)... también pollo al limón, chorizo criollo, hamburguesas, pluma de cerdo... todo a la parrilla de carbón y encina. «No tenemos ni contrato de gas», bromea para explicar que todo se hace con las brasas y la mano del parrillero. En este caso del propio Jorge: «Aprendí en el patio de la casa de mis abuelos, Luis y Ninina. Allí es muy típico juntarse los domingos para hacer barbacoas y aprendí viendo (a Waldemar Pinto, amigo de la familia) y luego haciéndolas yo».

En El Toro cuenta con dos espacios, uno más informal y distendido en la barra y otro un poco más formal, en el comedor: «Siempre con cercanía». Abre todos los días, menos los lunes, para comer; mientras que para las cenas cierra el domingo y los miércoles (aunque puede abrir bajo reserva).

Dentro de su carta hay un menú, el de chuletón, para 2 o 3 personas, que incluye una chuleta de vaca selección, de kilo, más una botella de vino roble o crianza a consultar, por 85 euros, aunque, como señala Jorge, se puede comer una picaña o un entrecot «por 18-19 euros».

El Toro cuenta con carnes maduradas de entre 30 y 45 días, «bajo pedido se puede tener algún lomo de 50-60; pero siento que el tema de las maduraciones no se valora bien. No todas las carnes pueden madurar igual». Además, otro de sus puntos fuertes es la cámara de ahumado, con leña de encina, donde las piezas de carnes pasan horas y horas.

Aunque el plato estrella es el chuletón, o bien de frisona gallega o de simmental vasca: «Es clave el buen género, una buena brasa y el ojo del parrillero. Y, por supuesto, atemperar antes la pieza. Luego, en no más de 15 minutos debería estar».