El hidrógeno verde está llamado a ser un elemento clave en el proceso de descarbonización que países de todo el mundo se han comprometido a acometer en las próximas décadas. Se trata de una energía limpia, alternativa al carbón y al petróleo, que se obtiene por un proceso llamado electrólisis, mediante el cual se utiliza corriente eléctrica para separar el hidrógeno del oxígeno en el agua.
Su implantación en España se encuentra en una fase muy inicial. De hecho, todavía no está ni definida la futura red de suministro, aunque la Empresa Nacional del Gas (Enagás) trabaja en una primera idea con unos 2.750 kilómetros de hidroductos que atraviesan la Cornisa Cantábrica, el Valle del Ebro, el Levante y la Vía de la Plata. A eso hay que sumar el ramal que une Celorico da Beira (Portugal) con Zamora y el conducto submarino que conectará Barcelona con Marsella.
Aunque esa es la idea inicial, Enagás anunció a principio de este año su intención de redefinir el mapa con la presentación de una manifestación de interés que, a su vez, recogerá las aportaciones de otras entidades y colectivos del sector. Entre ellas, la de la Asociación Castellano y Leonesa del Hidrógeno (H2CyL), que sugiere unir los hidroductos de la Vía de la Plata con el Valle del Ebro, en un ramal que atravesaría parte de la Comunidad, con todo lo que eso significa a nivel de inversión y proyección de futuro.
El primer boceto solo contempla para Valladolid un ramal en la Vía de la Plata que parte de Zamora y llega a Tordesillas. Pero ahí muere. La propuesta de H2CyL es que ese tramo se prolongue de oeste a este de la provincia hasta llegar a Aranda de Duero (Burgos), continuar hasta la capital burgalesa y, de ahí, hasta Miranda de Ebro, lugar en el que volvería a conectar con el eje del Valle del Ebro.
De prosperar esta idea, Castilla y León en general, y Valladolid en particular, ganaría mucho peso en la futura red de distribución de hidrógeno verde. «La llegada del hidrógeno a la industria de Valladolid va a permitir su supervivencia». Así de contundente se muestra el gerente de H2CyL, Javier Robador, quien añade que «bajo los parámetros de hoy en día de descarbonización y transición energética, el modelo actual de consumo en la industria de Valladolid, que es un 20% de electricidad y el 80% de combustibles fósiles, no garantiza la supervivencia». Según él, la llegada de este combustible también la llegada de nuevas empresas. «Valladolid, junto a Palencia y Burgos, tiene una de las mayores ventajas que tiene el sector de las renovables a nivel nacional: la hibridación, es decir, en el mismo territorio somos capaces unir la generación fotovoltaica con la eólica, y con eso se incrementan las horas de uso de los electrolizadores y se produce un hidrógeno mucho más económico», explica. Es decir, el acceso a la materia prima es mucho más barato que en otras zonas de España.
Si la propuesta de H2CyL no se tuviera en cuenta, Valladolid estaría condenada al desabastecimiento de hidrógeno verde. Al menos en la primera fase de implantación, que está previsto que esté terminada en 2030. «Es vital para que estemos posicionados en primera línea en el primer momento; si esto se retrasa, seremos menos atractivos para las empresas y estaremos más limitados para el desarrollo de proyectos», añade el gerente.
Robador destaca que «Valladolid tiene uno de los proyectos de movilidad con base de hidrógeno más ambiciosos de España». Se refiere a la construcción de un planta en Castromonte que fomentará un sistema de transporte público basado en el autoabastecimiento energético a través de la generación de energías renovables. Todo, dentro del proyecto SunH2Bus. La empresa RICEnergy también tiene previsto iniciar el próximo año la construcción de otra planta en Arroyo de la Encomienda con una inversión cercana a los 25 millones de euros.