Un camaleón político para conquistar la OTAN

I. Rachidi (EFE)
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Si algo ha demostrado Mark Rutte en sus 14 años al frente de Países Bajos es su pragmatismo y carácter apaciguador, una capacidad que deberá demostrar al asumir el timón del organismo

Un camaleón político para conquistar la OTAN - Foto: EFE/EPA/LESZEK SZYMANSKI

En las distancias cortas, Mark Rutte es accesible, cercano, campechano y modesto, y en la política, se ha configurado como un personaje resistente a cualquier escándalo, negociador hábil y camaleón capaz de navegar paisajes complejos, como evidenció estos meses al ganarse el apoyo de sus mayores detractores para aspirar a secretario general de la OTAN.

Su único rival, el presidente rumano, Klaus Iohannis, retiró su candidatura la semana pasada, dejando vía libre al premier en funciones de Países Bajos en su aspiración a suceder a Jens Stoltenberg. Será el cuarto neerlandés en ocupar el cargo, después de Dirk Stikker, Joseph Luns y Jaap de Hoop Scheffer.

Pero Rutte no las tuvo siempre todas consigo, sobre todo por la resistencia del húngaro Viktor Orbán, con quien ha chocado varias veces por sus políticas homófobas. De hecho, el futuro líder de la Alianza prometió «poner de rodillas» a Budapest por su legislación.

Pero si algo ha demostrado Rutte en sus casi 14 años en el poder es su capacidad de llegar a acuerdos ingeniosos con sus rivales, sin importar la ideología o las enemistades. Solucionó las tensiones con Orbán con una carta en la que «tomó nota» de que sus declaraciones «han causado descontento» y permitió al húngaro anotarse un tanto.

A Rutte se le ha conocido con distintos apodos. Uno de ellos es Teflon Mark, metáfora que usa sobre el revestimiento que evita que la comida se pegue a una sartén para describir su capacidad de salir ileso de los problemas. También es el halcón que llamaba a la austeridad europea, lo que tensó la cuerda con países del sur continental, aunque eso parece haber quedado atrás.

A sus 43 años fue el primer jefe de un Ejecutivo liberal en casi un siglo, y gobernó con la derecha radical de Geert Wilders (2010-2012), la izquierda socialdemócrata (2012-2017), y en dos coaliciones sucesivas de cuatro partidos -progresistas, democristianos y conservadores de Unión Cristiana- entre 2017 y 2022. Ahora se encuentra a los mandos del país hasta la toma de posesión del nuevo Gabinete de Wilders, previsiblemente el 2 de julio.

Un chico de La Haya

Nacido en la ciudad de La Haya el 14 de febrero de 1967, Rutte estudió Historia en la Universidad de Leiden, y tras pasar por el sector privado, ingresó en la política en los 90 como miembro del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD).

Su carrera ha sido de ascensos continuos: fue secretario de Estado de Asuntos Sociales y Empleo, y de Educación, Cultura y Ciencia, y en 2006 líder del VVD. Pegó el salto a premier en 2010, hasta el pasado 7 de julio, cuando presentó su dimisión por desacuerdos sobre la política migratoria, y unos días después, anunció que dejaba la política.

Esa renuncia pilló por sorpresa a los neerlandeses, acostumbrados al enfoque pragmático de una figura que no tira fácilmente la toalla.

Pero pocos se creyeron que no tenía otro plan, si bien Rutte no confirmó su candidatura hasta octubre, cuando admitió que le parecería «muy interesante» dirigir la OTAN. A eso siguió una exitosa labor para lograr el respaldo de toda la Alianza.

El liberal siempre se ha mostrado como un ciudadano de clase trabajadora, un hombre de Estado y un jugador en equipo capaz de sentar a rivales alrededor de una mesa y no levantarse hasta que haya acuerdo.

Soltero y sin hijos, mantiene una vida personal modesta y privada. Su marca es la «normalidad», lo que le ha valido el aprecio de neerlandeses de todas las ideologías, que han votado por su persona, más que por su partido: habla con la gente por la calle, da clases en un instituto, va en bici al trabajo, vive en la misma casa desde hace décadas y conserva su Saab destartalado de los 90.