Ahora que se celebra el Día Mundial contra el sida, es bueno echar un vistazo a la cifra de contagios en Valladolid y parece que la tendencia se mantiene, con dos casos en 2022 (una persona heterosexual de 34 años y otra homosexual o bisexual de 46) -siete en la región-, uno más que el año pasado, uno menos que en 2020 y seis menos que en 2019. No obstante, lo que más llama la atención es que la provincia lidera, con diferencia, la edad media de transmisiones por transfusión sanguínea en la Comunidad con 68,5 años, es decir, 24,53 más que el promedio de lo registrado junto a Ávila (9), Burgos (49,67), León (54,5), Zamora (43,1) y Soria (39). No hay datos en Palencia, Salamanca y Segovia.
Desde la Consejería de Salud de la Junta de Castilla y León tienen la explicación: todas las cifras promedio se refieren al período 1983-2022, y en aquellos primeros años, cuando muy poco se sabía de la enfermedad, el Hospital Clínico Universitario y el Universitario Río Hortega eran referente para toda la región en cirugías complejas, requerían muchas unidades de sangre en quirófano porque venían muchos pacientes de otras provincias. Se trataba de cirugía cardíaca (con trasplantes de corazón), torácica, vascular, cirugía general (trasplantes de hígado y riñón), cirugía maxilofacial, neurocirugía, cirugía pediátrica, etc. Y añaden estas fuentes: seguramente la mayoría de enfermos que generaron esa edad media no eran de Valladolid. Conviene recordar que muchos contagios por esta vía se dieron en todos los grandes centros de salud de España y del mundo en aquellos tiempos porque se ignoraba esta circunstancia y los controles no eran tan rigurosos como los que, con el tiempo, se fueron dando. De hecho, desde 1991, solo se han registrado siete casos de contagio por transfusión en Valladolid, y el último fue hace 22 años.
Puede que haya otra causa que explique esos 68,5 años de media en los casos de transmisiones por transfusiones. En los 80 y 90, en el poblado de La Esperanza se concentraban cientos de toxicómanos llegados de muchos puntos de España (principalmente de la zona norte), gran parte de los cuales eran portadores del VIH. Como Juan, que no quiere dar su nombre ni aparecer en foto porque teme que eso le cause problemas en su entorno. Tiene 55, acude al programa de la Cruz Roja de Atención Integral a personas con VIH en situación de vulnerabilidad, reconoce que muchos de sus 'compañeros' se quedaron en el camino, por lo que se considera un hombre muy afortunado ("Cuando me dijeron hace 30 años que tenía el sida pensé que estaba sentenciado a muerte, y, de hecho, al principio, me drogué más porque lo vi perdido todo"). No obstante, lamenta que su "mala cabeza" le hiciera perder una mujer "increíble" y confiesa que es muy duro el día a día para no volver a caer.
El caso de Luis -otro nombre ficticio-, que recibe ayuda del Comité Ciudadano AntiSIDA de Valladolid, es distinto. Le detectaron el virus durante la pandemia. Se hacía dos o tres análisis al año. Empezó a tomar fármacos y a los tres meses ya era indetectable la enfermedad, por lo que no podía contagiarla. "Es intransmisible", subraya, al tiempo que indica que "el VIH no es homófobo, puede transmitirse también a personas heterosexuales" y recomienda someterse a controles con regularidad al tiempo que se niega a contar si tiene conductas de riesgo y que ponga en riesgo a otras personas. También señala que le detectaron este mal rápidamente le ha sido útil.
"Un mundo hipócrita".
Quién sabe si sus consejos servirán de algo, así como su relativa visibilidad ("El estigma está muy arraigado y todavía más en lugares como Valladolid"), como en su día la revelación que dio la vuelta al mundo hace justo 30 años de la estrella de la NBA Magic Johnson, embajador de la lucha contra esta enfermedad. "El mundo en el que vivimos es hipócrita. En función de quién seas, de dónde vengas, de tus contactos serás juzgado de una manera o de otra", lamenta Luis. En este punto discrepa Juan: "A mí ese hombre me dio esperanza, vi que si él podía sobrevivir, yo también".
Mientras, la lucha no se detiene, porque el peligro es precisamente ese, que se niegue la realidad. Gema Arroyo, psicóloga del Programa de Atención a enfermos de VIH en situación de Vulnerabilidad de la Cruz Roja, lanza una advertencia: se está bajando la guardia con los contagios por transmisión sexual, y en especial en prácticas nocivas como el Chemsex, un uso de drogas psicoactivas con el objetivo de tener relaciones sexuales durante días, sin apenas descanso y sin ningún tipo de protección. Esto se da mucho en la comunidad gay y se puso de moda hace tiempo.