La paz social parece haber saltado por los aires esta semana en la factoría de Iveco de Valladolid con la convocatoria de una huelga que el pasado miércoles logró paralizar los tres turnos de producción por las desavenencias en la negociación del convenio. Una situación cuanto menos curiosa si se tiene en cuenta que la multinacional italiana ha resistido el envite de la crisis sanitaria mucho mejor que otras empresas del sector. De hecho, ahí pudiera estar el origen del conflicto, porque los sindicatos consideran que la última oferta de la Dirección, que ha enfatizado que es la definitiva, es demasiado rácana. Especialmente después de unos años muy duros en los que la plantilla ha encadenado un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) tras otro.
Y es cierto que la compañía atraviesa un buen momento. En julio del año pasado comenzó la recuperación del impacto inicial de la pandemia, con la entrada de más pedidos, lo que permitió cancelar en septiembre el ERTE que estaba en vigor. Además, en ese mismo mes Iveco contrató a 35 personas para recuperar el ritmo de producción que tenía antes de la pandemia y retomar un miniturno de noche en la sección de Pintura. Un mes más tarde, la cadencia de producción se incrementó hasta los 142 vehículos al día.
Este buen final de año hizo posible que se cerrase 2020 con 20.100 furgonetas Daily fabricadas, por debajo de las 23.100 de 2019, pero muy por encima de las previsiones que tenía la empresa cuando estalló la pandemia.
El buen ritmo continuó en el inicio de este año, mientras otras empresas del sector tenían verdaderos problemas por la bajada de la demanda. Entre septiembre del año pasado y marzo de 2021 la plantilla se incrementó en cien efectivos para llegar a los 1.021 empleados, puesto que al final del primer trimestre de este año Iveco incrementó la velocidad de producción a 142 vehículos al día, el nivel más alto desde 2015.
De modo que la negociación del convenio comenzó con estas cifras encima de la mesa y después de la firma de otro convenio de transición por la crisis, con una duración de solo un año y congelación salarial. Así las cosas, los sindicatos entienden que la empresa debe hacer un esfuerzo en el ámbito económico que compense los «esfuerzos» de la plantilla durante años de crisis.
La oferta de Iveco. Y precisamente ha sido el salario la razón principal de la ruptura de las negociaciones. Iveco ofrece un convenio de tres años (2021-2023) con una subida salarial para el primero del 1,5 por ciento que podría llegar al 2,5 por ciento si el IPC llegase a ese nivel. Para los otros dos años ofrece un uno por ciento de incremento que, con la misma fórmula anterior, podría llegar al 1,6 por ciento. Pero a los sindicatos no les parece suficiente porque prevén que el IPC este año cerrará por encima del tres por ciento, lo que supondría, si se firma ese acuerdo, pérdida de poder adquisitivo para ellos.
La Dirección se niega a mejorar esa oferta después de que la plantilla la rechazase en un referéndum y de que no hubiese acercamiento en un posterior encuentro con los sindicatos en el Servicio de Relaciones Laborales (Serla), lo que dio lugar a la convocatoria de huelga esta semana. Iveco considera que esa propuesta es equilibrada y aporta certidumbre a la planta para los próximos tres años, una circunstancia nada desdeñable si se tiene en cuenta la crisis y la incertidumbre en la que está sumido el sector de la automoción. Hoy por hoy la Dirección tiene claro que no moverá ficha, pese a que los sindicatos ya han amenazado en seguir con las movilizaciones si no se les convoca a negociar de nuevo.
Otro de los puntos de desacuerdo es el de las medidas de flexibilidad que quiere incluir la empresa en el convenio para guardarse las espaldas de cara a la posible carencia de semiconductores, una circunstancia que ya ha parado muchas fábricas de automoción en España, entre las que se encuentran las de Renault en Castilla y León. Iveco todavía no ha tenido ese problema en Valladolid, pero no descarta tener que enfrentarse a él en breve.