Un artista adaptado a los nuevos tiempos

Á. Fernández
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El pintor vallisoletano Santiago Estévez presenta en el Palacio de Pimentel la exposición 'Retrospectiva. 60 años de grabado calcográfico', donde muestra una pequeña parte de toda una vida dedicada al arte

Inauguración de Santiago Estévez en el Palacio Pimentel grabados - Foto: Jonathan Tajes

Tiene 83 años, lleva más de sesenta dedicándose a la mayor de sus pasiones y nunca ha cejado en su empeño de mantenerse al día sobre cómo perfeccionar su técnica.

Santiago Estévez es, desde 1999, Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid y tiene clara cuál es la fórmula. «Mucha paciencia, muchas horas, mucha dedicación y mucha ilusión es la llave».

Si hay algo que le ha hecho llegar hasta donde está es la humildad, no creerse más que nadie, aprender continuamente y adaptarse a los tiempos. «El artista nace artista, pero el trabajo duro te hace madurar. Los que no hemos nacido genios, nos forjamos a base de aprender continuamente y seguir al pie del cañón», comenta.

Vallisoletano de pura cepa, también ha querido mostrar sus rincones preferidos de la ciudad, su motivación para crear y el objetivo principal de su trabajo. «La plaza de la Rinconada y los soportales de Cebadería son lo que más disfruto al grabar. Disfrutar de su vista al amanecer es algo que el ojo no puede olvidar. El objetivo está en sentir el arte y, sobre todo, en enseñarlo. Si haces arte, pero no lo enseñas, no te sientes realizado. El dinero es secundario», señala.

Pero para llegar donde ha llegado en el arte, su trayectoria no hubiera sido posible sin aquellos que le han acompañado en el camino. «Agradezco a mi mujer su paciencia infinita, porque aguantar a alguien que trabaja tantas horas y no siempre consigue plasmar lo que quiere no es fácil. A eso hay que añadir que mis hijos han valorado lo que he hecho con la misma ilusión desde el primer día. He tenido suerte de tener una familia maravillosa», expresa emocionado.

Exposición

Desde este 9 de mayo y hasta el 23 de junio, Estévez muestra una pequeña parte de su obra en el Palacio de Pimentel en una exposición llamada 'Retrospectiva. 60 años de grabado calcográfico'. «En esta exposición solo he traído una parte de mis grabados. Si hubiera traído todo, necesitaría tres salas más», dice.

Por eso, ha elegido minuciosamente cuáles son las obras que reflejan su trayectoria de la manera más acorde y las que plasman a la perfección lo que tanto esfuerzo le ha costado en todo este tiempo. «Lo que expreso en este caso es el compendio de toda una vida dedicada al grabado».

Con obras repartidas por toda la geografía española, así como otras expuestas en países como Estados Unidos, Francia, Reino Unido o Portugal, esta representación, al ser «en casa, para su gente», le hace especial ilusión. Y lo hace con una premisa básica: emocionar al espectador. «La exposición no está hecha con la idea de vender, si no para mostrar mi trabajo y mi alma, lo que he creado con una mezcla entre pasión y tesón», subraya.

Asimismo, Estévez menciona que una de las fórmulas para permanecer en esto, más allá de la paciencia y una buena planificación, es conocer el proceso a realizar, las técnicas a utilizar y la orden de ejecución. Algo que, según menciona, «les falta a muchos proyectos de artistas en la actualidad». Por ello, matiza lo que significa el grabado para él. «Te atrapa. Te llena tanto que es como una droga. Necesitas que todo salga a la perfección y te metes tanto en el papel que te olvidas del exterior».

Y es que, para mantenerse en el mundo del arte, lo primordial es adaptarse a los cambios. Y en eso, Santiago Estévez ha querido ser bastante constante. «La vida evoluciona. No puedes estancarte, porque te pasa por encima y no te enteras. Como todo, el arte ha pasado por diferentes etapas y han ido apareciendo nuevas técnicas y materiales. Yo he intentado seguir el proceso al pie de la letra, pero sigo siendo un aprendiz y la manera más eficaz de aprender es visitar museos. Y yo soy un adicto a los museos», menciona.

Porque un buen artista debe tener talento, debe tener un don y debe ser constante en su trabajo, pero para Estévez debe haber mucho mas. « Además de ver donde otros no ven, tienen que dejar hablar a la mente, sentir, pintar con ilusión y sentimiento, perseverar y no hacer cualquier cosa. Una obra no se hace en dos horas. Todo requiere de un tiempo y una técnica. A partir de ahí, harán arte de una manera especial», apunta.

El pintor ha querido dejar claro que, en principio, esta será su última exposición, puesto que así puede despedirse en casa, como había soñado. «Cuando acabe, seguiré grabando, pero sin prisas, que así es como más disfruto de mi trabajo». Además, ahora quiere dedicar su tiempo a cosas menos estresantes. «Quiero disfrutar de mi familia, dedicarme a ellos  y  descansar. Creo que me lo he ganado. Seguiré ligado al arte, pero prefiero observarlo desde fuera», concluye.