José Antonio de Santiago Juárez

La Cencellada

José Antonio de Santiago Juárez


El pulgón

10/05/2024

Desde hace algún tiempo está creciendo en la opinión publicada el temor a un conflicto armado sin control a escala mundial. Algunos agoreros vienen anunciando tambores de una, más que improbable, Tercera Guerra Mundial. Lo cierto es que se ha iniciado una carrera armamentística entre las grandes y no tan grandes potencias mundiales, provocada por la invasión rusa en Ucrania, la inestabilidad en Oriente Próximo, las tensiones entre EEUU y China, otros movimientos preocupantes en un tablero mundial envenenado y la posibilidad real de que Donald Trump gane en noviembre las elecciones presidenciales en Estados Unidos y despliegue los proyectos que viene anunciando sobre estos asuntos, con ese estilo matón y bocazas tan suyo.
Escribir sobre un tema tan serio requiere conocimientos, que no tengo, y no es oportuno trivializar ni frivolizar con el sufrimiento humano. Dicho esto, en mi columna de hoy voy a comentarles una mini guerra que mantengo en la terraza de mi casa.

La primavera, entre otras muchas sensaciones, siempre me ha producido satisfacciones por el bullicio silencioso que irrumpe en mi minúsculo jardín urbano. Superados los cada día menos duros y largos inviernos pucelanos, al llegar esta época despiertan los rosales, el ciruelo y otras plantas que mantengo en este pequeño espacio, siempre que el frío no las haya enviado al punto limpio. En Valladolid no hay nada más inútil en una vivienda que una terraza urbana, que tan deseadas fueron durante el confinamiento por la pandemia. Entre los días de canícula, los de rasca y los que cae pañí, solo se aprovecha cuatro días mal contados. Así es nuestro clima. 

Hace unos días, mientras disfrutaba del progreso de mis plantas, descubrí que uno de los rosales estaba siendo invadido por el pulgón, esos insectos verdes que, en formación militar, succionan las hojas y los tallos maltratando a las primeras y atrofiando el crecimiento de los segundos. Sin pensarlo dos veces me metí a navegar en Google de forma compulsiva, en busca de remedios caseros para enfrentarme a esta invasión. Ya saben, que lo que no esté allí no existe.

Una vez revisados los distintos remedios, elegí una mezcla de agua y vinagre para pulverizar el rosal donde tenían el campamento base y se habían hecho fuerte los pulgones y amenazaban con ocupar otros territorios. Lo rociaba a media tarde cuando comienza a despedirse el sol. Hasta ahora, solo he conseguido que toda mi casa huela a ensalada mal aliñada, mientras que el pulgón, parafraseando a Óscar Puente, sigue siendo «el puto amo» de la zona. Lo que no sé es si manejará idiomas…

Al ver el fracaso, lo intenté con una mezcla de ajo macerado en aceite y mezclado con agua. El resultado tampoco fue el esperado. Mi casa ahora huele a caseta de feria. Un despropósito.

Estoy más solo que la vicepresidenta Yolanda Díaz, mi único apoyo es mi gata, Sol, que últimamente está bastante decaída tras haberse enterado que el Ayuntamiento está tramitando un proyecto de Ordenanza de recogida selectiva de residuos y limpieza viaria, en la que se contempla que los dueños de los perros deberán llevar agua jabonosa para limpiar el pis de sus mascotas. Sol me pregunta disgustada si no habría que hacer antes otras cosas para conseguir que Valladolid sea una ciudad amiga de las mascotas. La intento tranquilizar sin conseguirlo. Al final, la engaño diciéndo que el agua jabonosa se utilizará para limpiar España del fango político que tanto preocupa a Pedro Sánchez. Me mira, sonríe y no se lo cree. Yo tampoco. Me tomare 5 días más para ver qué hago con el pulgón.