El informe técnico que motivó la declaración de Coca como ZAS mostraba en 2022 que en la calle Caridad se superaban en ocho de las trece mediciones los límites permitidos de ruido (65 decibelios) y se alcanza la intensidad más alta (65,8). Los sonómetros de la plaza de Martí y Monsó, donde mostraban superaciones en cinco ocasiones, pero el máximo se quedaba en 65,5 decibelios. La tercera vía analizada era la calle Campanas, donde se rebasaron en cuatro ocasiones los límites, pero con niveles superiores a los de la plaza y similares a Caridad.
Y un año después de entrar en vigor las restricciones para limitar el ruido del ocio nocturno, esos mismos sonómetros muestran que los niveles de contaminación acústica han empeorado. «No ha sido mucho, pero han subido. Esto demuestra que la ZAS ha servido para evitar que se disparen las superaciones», detalla el concejal de Medio Ambiente, Alejandro Pellitero.
Esto obliga a mantener la calificación de zona acústica saturada, pero se incluirán nuevas limitaciones. La idea es pactarlas en la mesa del ocio nocturno con los implicados, pero también se contemplarán otras en el plan de acción contra el ruido que se está cerrando. Y se plantea incluir en la zona limitada a la calle Pasión.
Las restricciones afectan a los 74 bares censados en 16 calles, que tienen prohibido celebrar conciertos en la calle, salvo momentos excepcionales como las fiestas patronales donde se anulan los límites acústicos. A esto se acompaña la exigencia de «antelación» en la recogida y cierre de las terrazas, de tal forma que estén «completamente recogidas» a la 1 de la mañana de domingo a jueves y festivos y a las 2 los viernes, sábados y vísperas de festivos. En este tiempo se han abierto ocho expedientes sancionadores por incumplimientos.
De hecho, este estudio asegura que las terrazas son «la fuente principal del ruido ambiente en la zona». Y se apunta que dado que casi todas son calles peatonales, «se puede descartar el tráfico como una de las fuentes de ruido en la zona».
Además, desde febrero del año pasado, el Ayuntamiento no otorga más licencias a actividades potencialmente ruidosas en esta zona, ni autoriza la modificación o ampliación de actividades, salvo las que lleven aparejada la disminución del ruido. A esto se suma una limitación en el horario de apertura de los locales con doble licencia, que se generalizó en la pandemia, sobre todo los locales de ocio nocturno.
Campañas
Estos datos obligarán al Consistorio a tomar medidas restrictivas para intentar mejorar definitivamente la calidad acústica en la zona, pero también han llevado a los hosteleros a proponer desarrollar una campaña de concienciación para conseguir el «equilibrio» entre el ocio nocturno y el descanso de los vecinos. Pero se reconoce la complejidad del problema.