La agonía de vivir una guerra a 3.500 kilómetros

D.V.
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Los ciudadanos israelíes y palestinos con residencia en Valladolid muestran su impotencia ante la escalada bélica en la zona

Concentración de apoyo al pueblo palestino en Fuente Dorada. - Foto: Jonathan Tajes

El mes de conflicto entre Israel y Hamás ha dejado ya casi tantas víctimas mortales como la guerra árabe-israelí de 1948, bautizada por los israelíes como guerra de la Independencia y que para los palestinos es el inicio de lo que ellos denominan la Nakba (en árabe, 'la catástrofe'). 

Por un lado, ya se han contabilizado más de 9.000 muertos y 32.000 personas han resultado heridas por los bombardeos de Israel desde que comenzó la guerra con Hamás, cuando el pasado 7 de octubre se cobraron la vida de más de 1.200 personas y regresaron de su incursión con más de 200 rehenes. En ambos lados un porcentaje muy alto de esas víctimas son menores.

Esta escalada del conflicto, que deja poco margen al diálogo y a un alto el fuego, ha motivado que esta misma semana los relatores de la Organización de las Naciones Unidas hayan advertido de que el tiempo se agota «para evitar un genocidio y una catástrofe en Gaza». En este sentido, se alerta sobre los problemas para que los centros hospitalarios en la Franja sigan funcionando y atendiendo los casos más urgentes, así como para establecer un sistema que permita detectar rápidamente cualquier brote epidémico. Pero también piden a la organización Hamás que libere a todos los retenidos y deje de utilizarlos como escudos humanos. 

Una situación de emergencia humanitaria que viven con angustia los palestinos asentados en nuestro país. El Ayuntamiento de Valladolid, a fecha 1 de julio de 2023, tiene censados 19. Ellos, desde el inicio del conflicto, están recibiendo el apoyo social, que se hace evidente en las concentraciones que convoca todas las semanas la Plataforma Solidaria con Palestina en Fuente Dorada. En estas citas, decenas de personas piden el fin de los bombardeos, la entrada de la ayuda humanitaria para atender las necesidades más urgentes de la población y el fin de la ocupación. 

Una situación de angustia a la que pone cara y voz Anas Aboumoailak, que reside en la capital desde hace 23 años, aunque antes sufrió el exilio en Argelia. Anas relata en las páginas de este periódico la angustia de esperar cada día las noticias de nuevas pérdidas de familiares. De momento, ya han muerto más de medio centenar, la mitad niños, y otro buen número han resultado heridos en los bombardeos. Él clama por el fin de los ataques y por acabar con las muertes de la población civil inocente.

En Valladolid también hay censados cinco israelíes. En este caso no tienen ese apoyo público y no se han convocado manifestaciones de apoyo, aunque sí recibieron las condolencias de todas las administraciones tras los atentados de Hamás y se les reconoció el derecho a defenderse. En este caso, el testimonio es el de un deportista de élite, que llegó a la ciudad unos días antes del atentado que conmocionó a su país y generó una sensación de inseguridad desconocida para ellos. Maor Alfasi también relata que su familia está soportando bombardeos continuamente y que aunque no están luchando, están en el medio del conflicto. 

Ambos son las dos caras de un conflicto donde están muriendo miles de civiles y donde no se atisba un solución próxima.