Quizá ni sus propios dueños (Pablo y Araceli) lo sepan, pero a su restaurante muchos vallisoletanos le conocen como el de los manteles rojos. Y la verdad es que si uno entra en ese local que ocupa La Raíz en la calle Recondo, 3, entre las estaciones de bus y tren de la capital, lo primero que resalta es ese rojo de su mantelería. Aunque no es lo único. El establecimiento, para unos 140 comensales, destaca también por las innumerables frases, muchas de ellas fotografiadas por sus clientes, que decoran sus paredes con vinilos.
El restaurante arrocería La Raíz abrió sus puertas por primera vez hace unos cuantos años. No en su actual ubicación. Lo hizo en la calle San José de la mano de otros socios. Pablo García y Araceli Peralta trabajaban por entonces en sendas cocinas de otro negocio y poco después buscaron algo propio. Encontrando su sitio ahí: «Veníamos de hostelería pero queríamos ponernos por nuestra cuenta y el 12 de diciembre de 2012 abrimos en la calle San José».Aunque mantuvieron el nombre, cambiaron la gastronomía.
«Apostamos en los inicios por un par de menús del día y por dar tapas a 1 euro. El local estaba en una calle con poco tránsito y buscábamos que la gente entrase», reconocen. Y poco a poco lo lograron, hasta llegar a triplicar turnos: «Quizá la clave estaba en el precio económico y la comida casera».
El local en la calle San José se les quedó pequeño y buscaron otro, localizándolo en el que se encuentran actualmente, que fue en su día una bolera y luego un wok. «Abrimos aquí 713 días después de hacerlo en el otro sitio». Aunque las primeras Navidades tuvieron que mantener los dos abiertos, ante la fuerte demanda, pronto se quedaron solo con el de la calle Recondo, donde apostaron ya al cien por cien por el menú diario (un sábado pueden dar sin problema unas 240 comidas, ya que doblan turno).
«Tuvimos otros dos locales. Porque abrimos en Delicias y en Parquesol, pero con la pandemia cerramos ambos ya que no tenían terraza y era imposible mantenerlos, quedándonos solo con este», señalan Pablo y Araceli. Ambos cocinan con la ayuda de María.
Su gastronomía es casera. Se basa en el producto y en ese menú diario fijo, con ocho primeros y ocho segundos, al que le van añadiendo creaciones en función del mercado: «Entre los primeros siempre hay tres arroces, el de bogavante y el negro, más otro más. Además, los crepes tienen mucho éxito, como las carrilleras al Pedro Ximénez». Así, dentro de esos crepes, no pueden fallar el vegetal, de calabacín, berenjena y setas al horno en crema de queso; o el de morcilla con pasas; marisco; pollo... Por 14,50 euros entre semana y 18,50 los fines de semana, el menú tiene la opción de elegir solo un plato (en este caso por 11 y 14 euros, respectivamente, en función del día). También tienen disponible el menú para las cenas, aunque solo abren para ellas los sábado y en fiestas navideñas, los viernes. Porque su horario es de martes a domingo de 13.30 a 17.00 horas, más los sábados de 21.00 a cierre. Cuentan también con un menú especial, por 40 euros y bajo reserva, donde introducen platos como lechazo asado, bacalao confitado o entrecot, a elegir, más tres entrantes y el arroz con bogavante.
«Nuestra clientela es sobre todo familiar. Viene mucha gente a celebraciones, como cumpleaños y reuniones. También tenemos cenas o comidas de empresas y de amigos», añaden. Y, por supuesto, el hecho de estar ubicado entre las dos estaciones, pese a que los usuarios de ambas tienden a ir al centro, también ayuda.
¿Lo de los manteles? «El logotipo del restaurante es un árbol con sus raíces. Al principio estaba en negro y con el tiempo se pasó al rojo. En este local ya lo pusimos así y, aunque teníamos manteles blancos y negros, tenía la barra en rojo, así que por compensar metimos los manteles de ese color», explican. Y así siguen. Ese rojo y las frases que inundan las paredes del local son una característica más de este restaurante con sabor casero y de muchas celebraciones.