La Inteligencia Artificial (IA) no puede superar la excelencia del ser humano, como evidenció un concurso celebrado en el marco de Gastronomika. Un duelo culinario que enfrentó al chef valenciano Ricard Camarena y al ChatGPT, con un resultado final en el que el ingrediente de la victoria fue el alma.
La cita en San Sebastián convirtió por un día el auditorio del Kursaal en un cuadrilátero, donde en una esquina estuvo Camarena y en la otra Daniel Barrionuevo, cocinero e investigador de la Fundación Alicia, quien llevó paso a paso las instrucciones de la IA, que actuó bajo las indicaciones del colaborador de la NASA Eneko Axpe.
Durante el emplatado, el valenciano usó los cinco productos indicados, ya que como reconoció creía que la máquina iba a utilizarlos todos. Así, el resultado fue una ventresca de bonito con un tartar de higos cubierta de un aceite de higos macerados y albahaca, y unas patatas deshidratadas y fritas.
Mientras, el plato de la IA, según explicó Axpe, fue «la bomba», ya que nunca se había hecho este reto: «le dimos todo el contexto y lo único que nos preguntó fue quiénes integraban el jurado (...) y también su origen». De este modo, los detalles no sirvieron de mucho a la máquina, y su elaboración no levantó precisamente pasiones.
Con el objetivo de utilizar la Inteligencia Artificial a favor del ser humano, y no en su contra, este concurso demostró, según los organizadores de Gastronómika que, por mucho que la máquina sea una suerte de sabelotodo en la cocina, siempre se necesitará la mano y el corazón del chef para que cualquier creación llegue a la mesa.