Valladolid consigue tres donaciones efectivas de médula ósea

Óscar Fraile
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El coordinador regional de trasplantes, Pablo Ucio, destaca la cifra de 2024, teniendo en cuenta que hay años en los que no se registra ninguna y la reducción de la edad máxima para donar

Pablo Tejedor es uno de los tres donantes efectivos de este año. - Foto: Jonathan Tajes

España superó el pasado mes de septiembre, por primera vez, las 500.000 personas inscritas en el Registro de Donantes de Médula Ósea (Redmo) gestionado por la Fundación Josep Carreras. Lo hizo después de que en 2023 se batiera el récord de trasplantes, tanto en el país como en Castilla y León: 3.717 en el primer caso y 225 en el segundo.

A pesar de estos buenos datos, lo cierto es que las cifras de incorporaciones al Redmo han registrado en Valladolid un considerable descenso en los últimos años después de que se produjera un importante repunte en 2018, 2019 y 2020, con 917, 999 y 1.027 inscripciones, respectivamente, pese a que en la serie histórica nunca se había pasado de 500. ¿Qué pasó esos tres años? Estos vaivenes tan bruscos responden, en la mayoría de los casos, a cuestiones mediáticas. Y por entonces tuvo mucho que ver la llamada a la donación que hizo Pablo Ráez, un joven malagueño al que le diagnosticaron leucemia en 2015 y que un año después puso en marcha una campaña en redes sociales, donde contaba el día a día con su enfermedad, para animar a donar médula ósea.

Ráez falleció en febrero de 2017 y los años posteriores se dispararon las inscripciones en el Redmo en todos los puntos de España. En Valladolid, de las 487 que se dieron en 2017, que ya eran el récord histórico, se pasó a las 917, 999 y 1.027 mencionadas. Este caso coincidió en el tiempo con el de Cataleya, una bebé vallisoletana de once meses que en 2018 precisaba con urgencia un trasplante de médula ósea. El llamamiento de sus padres tuvo un efecto inmediato en Valladolid, hasta el punto de que casi 400 vallisoletanos llegaron a inscribirse en solo día en el Redmo.

Pero a partir de 2020 comenzó una caída brusca en la que tuvieron mucho que ver las restricciones de la pandemia, según explica el coordinador de trasplantes de Castilla y León, Pablo Ucio, quien prefiere un nivel alto de inscripciones en el Redmo, pero sostenido en el tiempo, que picos puntuales que muchas veces exceden la capacidad de gestión del sistema. «Lo que interesa es que sea un proceso continuo que funcione bien porque si nos llegan cien donantes en una semana, se supera nuestra capacidad de procesamiento», dice.

Hay otros factores que juegan en contra de Valladolid y el resto de Castilla y León. Por ejemplo, el pasado 1 de enero de 2018 se redujo la edad máxima para inscribirse en el Redmo de 55 a 40 años. Una medida que, evidentemente, tiene un mayor impacto en comunidades más envejecidas. Aunque las donaciones las pueden hacer personas de hasta 60 años, el Redmo tomó esta decisión porque los donantes más jóvenes son los más solicitados y con los que se obtienen mejores resultados clínicos en los pacientes que se trasplantan. Una vez inscritos, pueden estar en el registro hasta los 60 años. 

Los datos de Valladolid

Según la información facilitada por la Fundación Josep Carreras, del más de medio millón de inscritos en el Redmo, 7.033 son de Valladolid. Formar parte de este registro no implica automáticamente convertirse en donante. Se trata de una base de datos a la que se recurre para buscar personas compatibles con los posibles receptores. Si aparecen, se les vuelve a preguntar si quieren seguir adelante con el proceso y, de ser así, se les realizan varias pruebas para comprobar que están en un buen estado de salud.

Es decir, es poco probable que un apuntado al registro termine donando. Según la Fundación, solo uno de cada 843 chicos registrados acaba siendo donante efectivo. Y esta probabilidad es casi tres veces mayor que en las chicas. Pese a todo, y gracias al volumen de personas dispuestas a hacerlo, seis de cada diez pacientes encuentran un donante en menos de un mes y la Fundación encuentra una media de dos donantes por receptor que los necesita.
En este sentido, 2024 está siendo un buen año para Valladolid, dado que hasta ahora se han registrado tres donantes efectivos, pese a que hay años en los que no se completa ningún proceso, según explica Ucio. «Se han hecho 13 en Castilla y León, tres de ellas en Valladolid, es un número muy bueno», incide. El año pasado el número de donaciones efectivas en la Comunidad  fue 16.

Actualmente, las personas interesadas en donar médula ósea en Castilla y León pueden inscribirse de forma telemática en una página web habilitada por la Consejería de Sanidad. Para hacerlo, tienen que tener entre 18 y 40 años y no tener antecedentes personales de enfermedades cardíacas, hepáticas, autoinmunes, infecto-contagiosas o neoplásicas. Una vez completado el proceso, si aparece algún receptor compatible y el donante quiere y está en condiciones de seguir adelante, el proceso se completará en el Complejo Asistencial de Salamanca, que es el centro de referencia para toda la Comunidad.

Atendiendo a la tasa de trasplantes por millón de población (pmp), las tres comunidades con más intervenciones de España son Navarra (150,7), Cantabria (112,1) y Madrid (102,3).

Pablo Tejedor (donante efectivo de médula ósea): «Estoy muy feliz porque sé lo difícil que es encontrar un receptor compatible»

Antes de cumplir 18 años, Pablo Tejedor ya tenía claro que al llegar a la mayoría de edad iba a apuntarse al Registro de donantes de médula ósea (Redmo), además de hacerse donante de sangre, como su padre. Tener el ejemplo en casa fue fundamental para dar ese paso. Eso, y la completa información que recibió por parte  de las autoridades sanitarias y de la Fundación Josep Carreras cuando se interesó por el proceso. «La primera vez que doné sangre fue en la semana que cumplí 18 años», dice. Y no recuerda bien si en esa misma visita al hospital fue cuando vio un cartel que animaba a la donación de médula ósea. El caso es que tardó poco en apuntarse al Redmo.

Seis años después de su inscripción en el registro (ahora tiene 24 años y es profesor de Primaria), llegó la llamada de la Fundación para informarle de que era compatible con varios posibles receptores y para preguntarle si quería seguir con el proceso. Él no lo dudó y dijo «sí», de modo que le hicieron un cuestionario por teléfono sobre su estado de salud, que posteriormente se completó con más análisis. Primero en el Hospital Universitario Río Hortega y posteriormente en Salamanca, donde está el centro de referencia para estas donaciones.

Las primeras pruebas se las hicieron en marzo de este año y no fue hasta julio cuando le volvieron a llamar para confirmarle que había sido elegido como donante.Le volvieron a preguntar si quería seguir, dijo que sí y le citaron para el 2 de septiembre en Salamanca, para realizar análisis más completos. Finalmente, la donación se realizó el 18 de septiembre por el método de aféresis en lugar de la punción lumbar. «Estuve unas tres horas conectado a la máquina», recuerda. Un pequeño esfuerzo que para él mereció mucho la pena. «Cuando me inscribí en el registro busqué información y me di cuenta de lo difícil que es que existan dos médulas compatibles para realizar una donación, así que, cuando me llamaron, fue una alegría porque sabía que iba a poder ayudar a alguien», dice. Un 'alguien' que nunca sabrá quién es porque, por cuestiones de confidencialidad, está completamente prohibido desvelar la identidad del receptor.

Aunque tampoco es una duda que no le deje vivir. «Lo he hablado a veces con mi hermano y él dice que sí le gustaría saberlo o, al menos, si la donación ha ido bien, pero yo no lo necesito, porque he visto lo bien que funciona el sistema y la organización y estoy tranquilo, me quedo con eso», añade.

Después de esta experiencia, Pablo anima a todos los que estén pensando en donar y no se decidan a hacerlo: «Que no lo duden y que pregunten cualquier duda que tengan porque es un proceso muy sencillo y siempre estás atendido», finaliza.