Absuelto el vallisoletano acusado de importar billetes falsos

D.V.
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El joven juzgado se exponía a una condena de hasta diez años de cárcel y 300.000 euros de multa por el delito de introducción en España de tres billetes falsos, por importe global de 80 euros, procedentes de Austria

El acusado, en primer plano, comparece en la Audiencia de Valladolid por delito de introducción en España de moneda falsa. - Foto: E. Press

La Audiencia de Valladolid ha absuelto al joven J.A.R.G. del delito de introducción en España de tres billetes falsos, por importe global de 80 euros, procedentes de Austria y por el que se exponía a una condena de hasta diez años de cárcel y 300.000 euros de multa.

Pese a la elevada pena solicitada por la fiscal del caso, la Sección Segunda de lo Penal de la Audiencia Provincial ha dictado sentencia absolutoria por la falta de pruebas sobre la culpabilidad del citado joven, máxime cuando el paquete procedente de Austria en 2018 y llegado a Valladolid fue devuelto a su país de origen sin ser abierto, con lo que el tribunal no tiene certeza de cuál era el contenido del mismo, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

En el juicio, además del ahora absuelto, tendría que haber compartido también banquillo otro joven con iniciales J.A.N.F, si bien éste no llegó a comparecer y se encuentra declarado en rebeldía.

El que sí compareció asistido por su letrado, J.A.R.G, explicó que en abril de 2018 realizó un pedido a Austria por internet de tres billetes falsos de 10, 20 y 50 euros por los que pagó un total de 15 euros y puso como dirección su vivienda de la calle Rosa Chacel. La finalidad del pedido, como así alegó, era la de coleccionar los billetes.

El paquete, sin embargo, no llegó a recogerlo y el mismo fue devuelto a su origen. "Nunca he tenido intención de traer billetes falsos para distribuirlos, soy un chico humilde, con trabajo y que se gana la vida honradamente", apuntó el acusado al hacer uso de su derecho a pronunciar unas últimas palabras y para reiterar lo que previamente ya había expuesto en sala a preguntas únicamente de su letrado defensor.

Una investigación internacional 

La interceptación del acusado y del otro no compareciente se enmarca en una investigación internacional de Europol que se tradujo en 2018 en la detención en Austria de dos ciudadanos, Cristian Hoffman y Thomar Ebenmuller, por la distribución de moneda falsa en distintos países de Europa. Junto a billetes falsificados, se les ocuparon en su casa listados de clientes en los que aparecían los nombres de una veintena de ciudadanos en España, entre ellos los dos vallisoletanos citados.

En el caso del declarado en rebeldía, J.A.N.F, la policía española le ocupó un paquete el día 3 de noviembre de 2018, recibido de Austria el día anterior, con un total de 76 billetes falsos de 50 euros por valor de 3.800 euros, mientras que con respecto al segundo acusado, J.A.R.G, funcionarios de la Brigada de Investigación del Banco de España reconocieron que no llegaron a recepcionar el envío y que éste, dado que el destinatario no pasó a por él, fue devuelto sin abrir a su lugar de origen.

Pese a ello, la fiscal del caso mantuvo su petición de pena para el acusado, consistente en diez años de prisión y multa de 300.000 euros por delito de introducción en España de monedad falsa o alterada, al entender que J.A.R.G. era perfecto conocedor de que estaba haciendo un pedido de billetes falsos. Sin embargo, dejó a criterio del tribunal la posibilidad de reducir la pena al considerar que el delito no se había llegado a consumar y había quedado en una mera tentativa.

La defensa del acusado, por su parte, pidió un fallo absolutorio, tal y como ha ocurrido finalmente, y calificó de "desorbitada" la petición de la acusadora pública para su cliente, del que puntualizó que la única similitud con el otro encausado no compareciente es que ambos tienen el mismo nombre y son vecinos de Valladolid "pero los hechos y resultados imputados son absolutamente distintos".

En el caso de su cliente, el defensor considera que no hay delito ya que hizo el pedido por curiosidad, a modo de coleccionismo, y sin pretender en modo alguno destinarlos a su distribución. "Dónde está ese paquete, cuál era su contenido...", advirtió el abogado en referencia a la falta de un dato "esencial" para una posible condena por un delito que, además, ni siquiera había llegado a consumarse.