Tras la pista de los desaparecidos

Sagrario Ortega (EFE)
-

La idea de un capitán de la Guardia Civil impulsa un nuevo método de identificación de cadáveres a través del Boletín Oficial del Estado

Tras la pista de los desaparecidos

Cuando alguien desaparece sin causa aparente, sus familiares y allegados se ven inmersos en la incertidumbre, una herida que no siempre cicatriza. Desde el deseo de ofrecerles una noticia que les permita cerrar su duelo, al capitán de la Guardia Civil, Francisco José Gómez Herrero, se le ocurrió un nuevo método de identificación de cadáveres: el rastreo del Boletín Oficial del Estado. Este procedimiento ha permitido identificar a nueve personas décadas después del hallazgo de sus restos. 

Gómez Herrero es el jefe del Departamento de Calidad del Dato e Identificación del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) y un experto avalado por sus 25 años en el Servicio de Criminalística del instituto armado, así como por su labor de identificación de cadáveres en Kosovo y en los accidentes aéreos de Barajas y los Alpes. Durante sus vacaciones del pasado verano, pensó en recurrir al BOE con el objetivo de adelgazar la base de datos del CNDES, que contabilliza más de 3.500 restos sin identificar.

En el diario oficial del Estado español, además de las leyes o los nombramientos y convocatorias de la Administración, se pueden encontrar los expedientes que, a petición de los familiares, publican los juzgados para la declaración de fallecimiento de una persona que lleve al menos 10 años sin dar señales de vida, o cinco si tenía más de 75 años la última vez que se supo algo de ella. Estos plazos se reducen en casos como los accidentes aéreos, guerras, naufragios...

A instancias de la familia, el juez hace saber que sigue un expediente para que quienes tengan noticias del desaparecido puedan ponerlas en conocimiento del juzgado. Si esto no sucede en el plazo de 15 días, vuelve a publicarlo en el BOE y, ante la ausencia de evidencias de vida, el juez dicta la resolución de fallecimiento, que ya se vuelca en el Registro Civil.

El capitán Herrero creyó que esos expedientes podían  constituir una inagotable fuente de información, por lo que se puso manos a la obra para hacer las búsquedas en los BOE desde 1968, fecha a partir de la cual se han incluido restos de cadáveres en la base del sistema de información de personas desaparecidas y restos y humanos.

Una laboriosa búsqueda

De momento, los expertos se han centrado en el periodo de 2009 a 2024 y tienen abiertos unos 2.500 expedientes para analizar. La decisión de empezar por esta horquilla temporal se basa en que el BOE publica desde 2009 cada expediente en un PDF individualizado, lo que facilita la búsqueda. En fechas anteriores resulta más complicado encontrarlos, ya que los edictos de los juzgados están mezclados en la misma página con otras resoluciones de asuntos muy dispares, incluidas subastas.

Al elegir un año al azar en el buscador, por ejemplo 2015, salen nada más y nada menos que 273 expedientes de los diferentes juzgados. Y no en todos se incluyen datos que faciliten la investigación. Antes de nada, los especialistas tienen que hallar evidencias de vida para confirmar, aunque no sea al cien por cien, que esa persona está muerta. Según explica el capitán Herrero, comprobar si ha renovado el DNI o el permiso de conducir puede dar pistas. Otro dato crucial en la búsqueda es el año en el que la familia cree, o sabe a ciencia cierta, que desapareció su allegado. Un dato más que necesario porque, en general, los cadáveres aparecen el mismo año de la desaparición.

Cotejar las huellas

En esta tarea también resulta determinante la colaboración de la Sección de Auditoría de la División de Documentación de la Policía Nacional, a la que se envían los datos recabados del BOE para que remita al CNDES la ficha de esa persona con sus huellas.

Antes de 1990, el DNI no estaba digitalizado, de tal manera que la impresión dactilar de cada persona quedaba plasmada en una ficha que la Policía Nacional conserva en sus archivos. Precisamente, la mayoría de los identificados hasta la fecha gracias al BOE eran desaparecidos de larga duración y sus cadáveres fueron hallados antes de 1990. En algún caso no existía denuncia. Como explica Herrero, las fichas con las impresiones de las huellas son cotejadas con las de los cadáveres sin identificar. Y hasta ahora, el resultado ha sido positivo en nueve casos, que han permitido dar respuesta a la incertidumbre de nueve familias.

La primera identificación con este método  supuso un «subidón» para los responsables del CNDES, tal y como recuerda Herrero. Esta tuvo lugar el pasado 18 de noviembre. Se trataba de un joven de 22 años cuyo cadáver fue hallado en 1987 en Coslada (Madrid). Un mes después se hizo lo propio con un hombre desaparecido en 1978 cuando tenía 33 años y cuyo cadáver fue encontrado en Barcelona. 

Desde principios de año, el cotejo ha sido positivo en otros siete casos. El pasado mes de enero, el método del BOE permitió identificar a un joven de 18 años del que no se sabía nada desde 1977, y a una mujer de Madrid cuyo cadáver fue hallado en Algeciras (Cádiz) en 1986 y que, según su familia, se fue de casa en 1982.  

El pasado 7 de febrero se identificó al cadáver de más reciente hallazgo, una mujer de 72 que murió en su domicilio en 2004, y tres días después, se logró un resultado positivo con un hombre cuyo cuerpo fue encontrado en Barcelona en 1984,  y con otro varón de 44 años nacido en Pontevedra y cuyo cadáver se halló en Madrid. 

Las dos últimas identificaciones se produjeron el pasado 28 de febrero: un hombre cuyo cadáver  apareció en un banco en la calle en la capital en 1994 y otro varón que fue arrollado por un tren en 1984.