Hace siete años y medio que Valladolid cuenta con un Interlocutor Policial Sanitario, una figura que se impulsó en 2017 por parte de la Secretaría de Estado de Seguridad para servir de nexo entre los responsables de las autoridades sanitarias y la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Y es probable que muchos sanitarios todavía no conozcan a este policía que, aunque está abierto a ayudar a cualquier trabajador que lo requiera, suele moverse más entre despachos, para atender y asesorar sobre temas de seguridad a los que toman las decisiones en el ámbito sanitario. También se encarga de coordinar y desarrollar actuaciones, principalmente preventivas, relacionadas con actos violentos o de intimidación a personal del sector. Y, por supuesto, también forma parte del Observatorio de Agresiones que regularmente se reúne para analizar los indicadores de este problema y proponer soluciones
Actualmente hay 56 en toda España. En Castilla y León, nueve, uno por cada provincia. Y todos mantienen una relación muy estrecha con los responsables sanitarios. «Tanto con las gerencias de los grandes hospitales, las de áreas de salud y los técnicos de gestión de seguridad como con los centros de salud, pero no solo en lo que respecta a incidentes relacionados con el personal sanitario, sino en cualquier otra demanda que tenga que ver con el sector sanitario y la Policía Nacional», dice.
El actual Interlocutor de Valladolid lleva ejerciendo estas funciones desde noviembre de 2023. Aunque no se dedica exclusivamente a ello, a diario está muy pendiente de los conflictos de seguridad que puedan surgir en los centros sanitarios. Siempre que sean mínimamente relevantes, claro. Cuando eso sucede, realiza un seguimiento de cada caso y, si procede, se pone en contacto con la víctima para asesorarla sobre cómo puede actuar.
Y ahí es donde entra uno de los grandes caballos de batalla del Interlocutor: conseguir concienciar a los sanitarios de la importancia de denunciar. «Muchos consideran que un insulto no constituye un hecho suficientemente relevante como para interponer una denuncia, más allá de los círculos internos de resolución de conflictos, pero todo hay que valorarlo, sobre todo con hechos que nunca se debe permitir que queden impunes, como las amenazas y, por supuesto, las agresiones», explica. No se trata solo de hacer justicia con lo que haya pasado, sino de evitar que el agresor tenga una sensación de impunidad que le lleve a reincidir. «No obstante, la experiencia me dice que el factor 'miedo' es una variable a tener en cuenta por las consecuencias que pueda tener una denuncia», explica. Es decir, que muchos sanitarios no tiene claro si después de dar ese paso el agresor va a intentar vengarse y prefieren no meterse en más problemas.
También influye la carga burocrática. Por ejemplo, el hecho de tener que desplazarse hasta dependencias policiales para hacer ese trámite. Por eso, tal y como explica el Interlocutor, la Policía Nacional está trabajando en el desarrollo de un protocolo para poder interponer las denuncias in situ, en el hospital o centro de salud, por vía telemática.
El botón del pánico
Otro de los proyectos en los que ha participado esta figura y que ya está plenamente implantado en los centros de salud y hospitales de Valladolid, es el botón del pánico debajo de las mesas de los sanitarios. Esta herramienta les permite ponerse en contacto de forma directa, y discreta, con la Policía, cuando se inicie cualquier incidente. Una media que puede ayudar a la sensación de soledad que tienen muchos sanitarios cuando han de enfrentarse a situaciones comprometidas en espacios muy pequeños y cerrados.
Herramientas preventivas que, según el Interlocutor, deben complementarse con una mayor concienciación de la sociedad y con más respeto hacia los sanitarios. «Lo más importante es que los ciudadanos tomen conciencia de esa frase o lema que dice 'cuida a quien te cuida'». En este sentido, recuerda que todos los sanitarios son considerados legalmente una autoridad pública. Esto significa, por ejemplo, que cualquier agresión que sufran es considerada un delito. Además, esta condición implica que su versión de los hechos tiene presunción de veracidad, con todo lo que ello implica en las denuncias. También supone «un endurecimiento de las penas para los autores» de estas agresiones, explica el Interlocutor.
Esta figura tampoco se olvida de otras medidas que considera importantes para mitigar los incidentes y acercarse al objetivo de 'agresiones cero'. Por ejemplo, «la distribución de carteles en los centros sanitarios advirtiendo de las consecuencias de estas agresiones y la implantación de personal de seguridad privada allí donde las circunstancias lo permitan».
Tampoco hay que olvidar la formación, de cara a que los sanitarios formen parte activa de la prevención de conflictos. Es otra de las responsabilidades del Interlocutor, que suele participar en jornadas con trabajadores sobre estos temas. «En estos encuentros solemos recalcar la importancia de tener unas estrategias básicas para evitar posibles agresiones, y una muy importante es mostrar siempre empatía con los pacientes, porque tampoco se puede olvidar que quien acude a una consulta médica, a urgencias, a una mutua, etcétera, va con un problema de algo tan trascendental como es la salud, y busca una solución o, por lo menos, comprensión», señala.
Evidentemente, estas pautas no buscan cargar sobre las espaldas de los sanitarios la culpa en el caso de que se produzca una agresión, sino ayudarles, en la medida de sus posibilidades, a prevenirla. Y, si eso no es posible, el Interlocutor incide que estos profesionales siempre deben ver a la Policía en un aliado para resolver cualquier conflicto.