Neymar Jr. no puede considerarse un «niño roto», de esos que en un punto del camino lo echaron todo a perder. Él ha tocado la gloria. Nadie está 'roto' siendo el máximo goleador de la historia de la selección brasileña (79 en 125 partidos) superando a Pelé; ni sumando 360 goles y 227 asistencias en 591 partidos como profesional. Sencillamente, vive ya desde hace tiempo bajo la sospecha de que ha desperdiciado su carrera profesional… y que a pesar de esas cifras, se ha quedado lejos de su destino como uno de los mejores de la historia.
A sus 32 años (cumplirá 33 el 5 de febrero) hace tiempo que dejó de ser noticia por las gambetas y diabluras sobre el césped; sus últimas apariciones en los medios corresponden a metidas de pata en redes sociales (afeando a Rodri que hablara sobre Vinícius y su comportamiento en el césped), obscenidades económicas como los 55 millones que ha gastado en un ático promovido por Bugatti en Dubái… o, lo último, su posible fichaje por el Santos, el club que le vio nacer como estrella y en el que podría terminar sus días tras el fiasco del Al Hilal.
El cambio
No resulta difícil situar el punto de inflexión en el que todo cambió: un 3 de agosto de 2017, cuando el Paris Saint- Germain puso sobre la mesa del Barça los 222 millones de euros que anulaban su contrato en azulgrana. Al brasileño y a su enorme séquito (los 'toiss', tipos cuyo único oficio en la vida es estar cerca del jugador, que les paga por ello) «les comieron la cabeza» desde París: para progresar y brillar con luz propia, había que salir de la sombra de Messi. Coleccionista de distinciones individuales, las dos únicas que figuran en su palmarés desde 2017 son «MVP contra México en el Mundial'18» y «Mejor jugador de enero de 2020 en la Ligue 1».
La primera temporada (28 goles) fue un espejismo y todo fue a menos en las seis campañas del Parque de los Príncipes. Nunca podrán acusarle de bajo rendimiento (118 goles más 77 asistencias en el PSG), pero sí de no reencontrarse jamás con aquel 'nivel Barça' que amagaba con devorar el mundo. Cuando llegó el verano del posible reencuentro con Luis Enrique (quien dirigió a la 'MSN', quizás el tridente ofensivo más brillante de la historia del fútbol moderno) todo saltó por los aires: en la idea de equipo del asturiano no había sitio para divos y solo 'tragó' con Mbappé por exigencias del guión.
La 'venta camuflada' al Al Hilal por 90 millones parecía una 'salida honrosa' y muy lucrativa para el futbolista, pero también han terminado hartos de él en Riad. Apenas ha disputado 20 partidos desde el Mundial de Qatar'22, únicamente 11 de ellos completos: ha estado 131 días de baja por una cirugía en el tobillo, 30 más por problemas musculares y 366 por una rotura de ligamento cruzado anterior y el menisco de su rodilla izquierda. Regresó el pasado 4 de noviembre en la Champions asiática, con toda precaución… pero otra rotura muscular más ha agotado la paciencia de los directivos de un equipo que lo fichó para poseer a un jugador diferencial y en temporada y media solo lo han 'disfrutado' siete partidos: un gol y tres asistencias.
Aunque todo apunta a un 'último baile' en Brasil, donde Neymar se libró de una deuda que tenía con el fisco 'milagrosamente' tras apoyar a Jair Bolsonaro en las últimas elecciones, equipos poderosos como Botafogo y Palmeiras (primer y segundo clasificados) habrían rechazado la incorporación del futbolista por motivos físicos. El factor sentimental juega fuerte en el posible regreso de 'Ney' a su país natal: el Santos vivió la pesadillas del descenso, ha militado este año en Segunda División… y la mejor forma de certificar el regreso del 'Peixe' a la 'Serie A' sería recuperar a su hijo predilecto, el que iba para 'Rei' y equivocó el camino.