Miguel Gomes celebra la alegría de estar vivo en 'Grand Tour'

D.V.
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El cineasta portugués conquistó el premio al mejor director en Cannes por este film, que se suma a la competición oficial de Valladolid

Miguel Gomes. - Foto: Miriam Chacón ICAL

El cineasta portugués Miguel Gomes, presidente del jurado internacional de la Semana Internacional de Cine de Valladolid en 2018, regresó hoy al certamen vallisoletano para respaldar el estreno en España de 'Grand Tour', su último trabajo, donde celebra "la alegría de estar vivos" proponiendo a los espectadores un viaje fascinante y fascinado por el tiempo y el espacio, a través de una historia de amor. Pasado y presente dialogan en este relato sobre los misterios, vértigos y la aventura que rodea las relaciones sentimentales, que le valió el premio al mejor director en la pasada edición del Festival de Cannes.

Ambientada en el sudeste asiático a comienzos del pasado siglo, la película dialoga abiertamente con el presente a través de imágenes grabadas en la actualidad en Myanmar, Vietnam, Singapur, Tailandia, Japón y China, países por los que deambulan sus dos protagonistas: Edward, un funcionario del Imperio Británico que emprende un viaje de huida cuando su novia Molly deja Londres para encontrarse con él, casarse, y emprender una vida juntos.

Con una estructura similar a otras utilizadas por Gomes en el pasado, en films como 'Tabú', 'Grand Tour' parte de uno de los exóticos personajes esbozados por Somerset Maugham en 'El caballero del salón' (un hombre que huyó de su prometida a lugares lejanos de Asia antes de ser atrapado y luego embarcarse en un matrimonio feliz), para dejar rienda suelta a la imaginación y tejer un relato de fascinación ante lo desconocido, empujando a sus protagonistas /y al público) en un viaje de no retorno, tanto físico como mental, hacia el incierto futuro que les aguarda.

Con una poética utilización de la música y la bisagra de la melancolía, Gomes guillotina en dos mitades su película, para brindar al espectador la mirada del personaje masculino y femenino, y sus antagónicos modos y formas de afrontar las inseguridades que acompañan a todo compromiso.

La locura y la belleza del mundo

En declaraciones recogidas por Ical, el director explicó que intentar capturar "la locura y la belleza que es el mundo" es un tema "recurrente" en todas sus películas, y que lamentablemente es algo que "está muy devaluado en la sociedad". "Es muy lindo estar vivo. No sé cómo es estar muerto, un día lo descubriré, pero espero que no sea hoy", bromeó antes de apuntar que nuestro mundo "es muchas veces un lugar horrible, pero encierra mucha belleza también".

En ese sentido, explicó que se plantea cada rodaje como "una aventura", que en su caso "no pasa por filmar lo cotidiano, sino por abrir la puerta y cruzar el umbral. Puedes salir hacia muy lejos o no llegar tan lejos, pero en el fondo es lo mismo: se trata de intentar llegar a un lugar que no es el mío, sea el campo portugués en 'Aquel querido mes de agosto', sea África en 'Tabú', o sean los rincones portugueses que reflejamos en 'Las mil y una noches'. Se trata de intentar mirar y descubrir algo que nos apetezca compartir con el espectador".

Al respecto, subrayó que "no se trata de querer decir algo con la película ni de lanzar mensajes al espectador. El gran Manoel de Oliveira decía que para mandar un mensaje al espectador mejor iba a Correos, que es más barato que hacer una película. El cine no es para decir, sino para compartir algo que después, con suerte, permita al espectador llegar a un sitio diferente del que tú planteaste".

Inquirido sobre su forma de mirar un imaginario ajeno, como el que envuelve la remota Asia, aseguró que "a lo largo de la historia del cine se ha construido una Asia que es casi un fantasma para Occidente, con películas como el cine de Josef von Sternberg en los años 30 junto a Marlene Dietrich. "Teníamos la voluntad de trabajar con ese imaginario para intentar llevarlo a otro lugar.

Gomes desgranó el peculiar modo de rodaje del film, y señaló que el motor que condicionó la elección de qué entornos elegir para el rodaje en unos u otros países fue "el placer". "Hoy en día parece que ya sabemos completamente todo sobre el mundo, porque entras en Google Maps, pulsas y hay un millón de imágenes relacionadas. Todo está visto, es muy difícil hoy deslumbrarnos con nuestro planeta, y habría que recuperar eso", defendió.

Asimismo, expuso cómo la historia se fue conformando durante el propio rodaje, con un equipo de guionistas que reinventaban constantemente las siguientes secuencias a rodar a la vez que estaban filmando. La subversión se extendió también al proceso de montaje, muy alejado de las pautas tradicionales, que arrancan con la escritura del guion, la búsqueda de financiación, el rodaje y el montaje. En su caso, Toda la voz en off (muy presente en el film) fue lo último que se creó, cuando estaban ya montando, y a esos textos se les dio forma para adecuarlos a las imágenes que el cineasta quería incluir en su película. "Es un proceso muy orgánico", remachó.