El juicio contra la denominada 'Banda del BMW' continúa pero ya no contra la totalidad de sus integrantes sino tan sólo contra su presunto líder, J.L.D.R, alias 'Pipi', y sus padres, después de el primero se reconociera autor de los robos pero no así del delito de blanqueo de capitales que el fiscal les imputa tanto a él como a sus padres.
Lo más llamativo es que 'Pipi' se ha conformado con cuatro años, pero se ha negado a asumir el delito de blanqueo de capitales que el fiscal le imputa conjuntamente con sus padres, Sotero R.M. y Segunda D.G, y por el que pide tres años más de privación de libertad y 150.000 euros de multa para el primero y dos años e idéntica multa para sus progenitores, de ahí que el juicio ha quedado circunscrito tan solo a ellos y exclusivamente para dilucidar su responsabilidad por tales hechos.
De este modo, el proceso se reiniciará este miércoles contra los tres, si bien su letrado defensor se ha mostrado convencido de un fallo absolutorio tras recordar que las operaciones supuestamente delictivas que se les imputan, la adquisición de un coche y una parcela con 56.000 euros de procedencia ilícita, fueron realizadas bastantes años antes respecto de los robos cometidos por la banda.
Por otro lado, doce integrantes de la banda, entre ellos el citado 'Pipi', han ratificado finalmente los acuerdos para obtener una notable rebaja de sus penas por la comisión de robos con fuerza en las cosas, en otros casos con violencia e intimidación, tentativa de robo e incluso un delito contra la seguridad vial, trámite que se ha demorado durante una intensa jornada que se iniciaba a las diez de la mañana y concluia pasadas las 15.00 horas.
CON GORRA Y SUDADERA DE BMW
Así, el líder de la banda, José Luis R. ('Pipi'), asumía ya esos cuatro años de cárcel por robo y en caso de ser condenado también por blanqueo de capitales podrían caerle otros tres, hasta sumar siete--el fiscal pedía inicialmente para él once en total--.
El acusado ha protagonizado una de las grandes anécdotas de la jornada, ya que ha acudido desde prisión vistiendo sus 'mejores galas', tocado con una gorra y una sudadera con el logo de BMW, como si pretendiera justificar ante el tribunal el por qué de su afición a los vehículo de dicha marca robados para la comisión de los robos.
Tanto 'Pipi' como los otros once encausados sellaban de este modo un rosario de condenas que globalmente se elevan a 32,5 años de cárcel, frente a los 149 que para ellos solicitaba provisionalmente el fiscal, lo que equivale a 116,5 menos, por casi una veintena de hechos delictivos cometidos entre diciembre de 2016 y marzo de 2017.
DOS PRÓFUGOS DE LA JUSTICIA
Aunque la cuantía global se elevaba a 171, en dicho guarismo se incluyen las penas de 13,5 y 8,5 años solicitadas para Andrés M.G.('El Viejo' o 'Goyo') y Rolando José G. ('Venezuela'), respectivamente, los dos acusados que finalmente no han comparecido y se encuentran prófugos de la justicia. Los dos, una vez detenidos, deberán pasar por el banquillo en un futuro.
Con respecto a los conformados con la pena, todos y cada uno de ellos ha ido subiendo al estrado para confirmar las condenas pactadas con el acusador público, de entre un año y ocho meses, la más baja, hasta los casi cinco años, y en todos los casos el fiscal ha eliminado el delito de integración de grupo criminal y ha aplicado las atenuantes de reparación del daño y dilaciones indebidas, aunque también alguno de ellos cuenta con la agravante de reincidencia.
De entre todas las penas llama la atención el hecho de que aquellos que se exponían a las más duras, Enrique B.H. ('Cojín) y Daniel G.Z. ('Colombia), con penas de 33,5 y 23,5 de cárcel, respectivamente, han logrado sellar cuatro años el primero y cuatro años y siete meses el segundo.
El fiscal considera que los acusados estaban liderados por José Luis R, alias 'Pipi', quien al principio era quien fijaba el objetivo, planificaba y organizaba la ejecución del hecho delictivo, pero además distribuía las funciones de los diferentes participantes.
El 'modus operandi' consistía en que, tras identificar el objetivo, establecían un control perimetral del mismo, para lo que uno o varios miembros se apostaban para controlar las vías de acceso y detectar y, en su caso avisar, de la presencia policial. Además, habitualmente una o dos personas permanecían a bordo de vehículos con el motor en marcha para darse a la fuga de manera inmediata si era necesario y otras se encargaban de la ejecución directa del asalto.