Esta ha sido la semana más mediática de Óscar Puente. Basta teclear su nombre en Google, donde aparecen 23,4 millones de referencias, o ver los temas destacados en redes sociales como X para comprobar que el diputado socialista no deja a nadie indiferente. El exalcalde de la capital es consciente de que su figura genera por igual odio y amor. Esto le ayuda a rentabilizar sus intervenciones, pero también necesita armarse de una buena coraza porque el precio que paga se traduce en un reguero de calificativos nada amables.
Un perfil que le situó en la diana para asumir el 'encargo' inédito que le hizo hace semanas su amigo, secretario general de su partido y presidente en funciones, Pedro Sánchez. Volvería puntualmente a la portavocía del partido para dar la réplica a Alberto Núñez Feijóo en el debate de investidura y ser, a la vez, el escudo protector de los socialistas frente al dardo venenoso de la amnistía. El diputado Puente asumió el encargo sin dudas, sin el miedo escénico que podría sufrir un diputado novel, y sustentado en su de «ganador a ganador», que le sirvió tanto de desquite personal como de recurso para sintetizar el mensaje que quería dejar claro su partido. «Ese era el encargo que tenía: poner a Feijóo frente al espejo».
Y, curiosamente, la frase más efectista, en una intervención de casi 50 minutos, era la única que dice que no tenía preparada de un discurso que, confiesa, escribió sin asesores, y que casi no ensayó porque, remarca, tenía las ideas «muy claras».
Su replica encandiló a los suyos, crispó a los populares, y, sobre todo, acaparó toda la atención de los medios de comunicación. Y como es habitual, no hubo término medio en esas reacciones, que se tradujeron en el aplauso cerrado de unos por reafirmar el acierto de la estrategia de su líder, y con descalificaciones y reproches gruesos por lo que muchos entienden que es un menosprecio al candidato que optaba a la investidura.
¿Cómo lo ha vivido él? El vallisoletano se muestra satisfecho por el efecto cierre de filas que visualizaron los socialistas y asume como esperadas las críticas. «Estaba claro que iba a darse una reacción visceral y virulenta de la derecha faltona. Hay mucha rabia y me han llamado de todo». Unos dardos que no le hicieron daño porque se ha reiterado en su encargo: «Si soy un rottweiler, pues también el PSOE tiene derecho a tener alguno».
Puente recalca que esta semana ha cumplido un encargo «puntual» de Sánchez y no quiere alentar las especulaciones sobre que este es el primer paso para llegar a un ministerio si el 'número uno' de Ferraz consigue los votos necesarios en su sesión de investidura en unas semanas. «Ha sido mi discurso más mediático, pero no el más importante de mi vida, que fue el 15 de mayo de 2015 cuando llegué a la Alcaldía».
Aunque como buen animal político disfruta, y mucho, del efecto multiplicador de la política nacional. «El día después del discurso me jaleaban los taxistas, los conductores de autobuses y muchos de los que me encontré de camino del hotel al Congreso. Un taxi me ha dicho que vio mi discurso diez veces». Pero habrá que esperar unas semanas para ver si los indicios, los rumores y las suposiciones se traducen en un nombramiento. De momento, compagina su cargo de diputado con el de presidente del grupo municipal del PSOE en el Ayuntamiento.
Reacciones.
Entre los invitados a la sesión de investidura estaba el alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, que fue de los primeros en reaccionar al discurso de su predecesor. «Ya sabe toda España lo que sufríamos en Valladolid», apuntaba en un tuit. Después, afinó las críticas de su partido y aseguró que «el problema no es Óscar Puente sino Pedro Sánchez ya que afecta a todos los españoles», al tiempo que presumió de que el «problema de Puente quedó resuelto en Valladolid el 28 de mayo». Unas críticas a las que se sumó la anterior presidenta del grupo municipal del PP, Pilar del Olmo, que también decidió cargar en las redes sociales contra el socialista. Así, la exconsejera aseguró que su antiguo compañero en el Consistorio «es un marrullero» para luego apuntar que «solo sabe insultar».