Ya estamos en abril y, como quien dice, en vísperas de las elecciones autonómicas vascas.
Si nos atenemos a los pronósticos de las encuestas, PNV y Bildu se mueven en un empate técnico, vamos, que lo mismo puede ganar por un poquito más uno que el otro. Pero ya sabemos lo que piensa Pedro Sánchez sobre con quién podría pactar el PSOE. Al parecer, prefiere renovar lo que califica de "alianza estratégica" con el PNV por más que Bildu crece como la espuma. Si yo fuera Andoni Ortuzar y el resto de los dirigentes peneuvistas, después de escuchar a Sánchez me pondría a temblar. Y es que Pedro Sánchez dice hoy que le gustaría que continuara su alianza con los peneuvistas pero, dada su trayectoria, mañana puede cambiar de criterio y darse un abrazo con Arnaldo Otegi.
Bien es verdad que Sánchez tiene deudas con el PNV, la primera vez que fue presidente de Gobierno fue gracias a la traición que este partido perpetró contra Mariano Rajoy. De manera que Sánchez le debe mucho, muchísimo, al PNV. Pero ya digo que Pedro Sánchez sobre todo es fiel a su ambición de poder, por tanto, su palabra de hoy puede ser papel mojado mañana. Dependerá de las circunstancias.
En todo caso no será una elección fácil. Si Sánchez eligiera a Bildu esa elección no le saldría gratis. El PNV es un viejo partido que ya se sabe cómo se las gasta cuando se trata de tener o no poder. Vamos que el PNV, lo mismo que traicionó a Mariano Rajoy y al PP, si Sánchez no optara por ellos podrían dejarle en la estacada y cambiar de socios, es decir, volver a entenderse con el PP.
Claro que si los socialistas eligen al PNV y dejan de lado a Bildu, entonces Arnaldo Otegui puede salir por peteneras.
Sin duda Bildu ha sido para el PSOE un socio bastante fiable. Caminaron juntos en la pasada legislatura y lo vienen haciendo en esta. Vaya por delante que la estrategia de Bildu también ha sido más inteligente que la de los independentistas catalanes.
Bildu ha optado por asear su imagen apoyando leyes de contenido social y han hecho menos ruido "radical" que en otras legislaturas. No es que hayan cambiado el fondo de sus reivindicaciones, lo que han cambiado son las formas.
Pero ya digo que el dilema que se le va a presentar a Pedro Sánchez es elegir quienes van a ser sus partners en el País Vasco, y de la elección de unos o de otros depender también la estabilidad de la legislatura, a no ser que opten por formar un tripartito que tampoco hay por qué desecharlo.
Un factor a tener en cuenta es el cambio que se ha producido en el seno de la sociedad vasca. El PNV ha dejado de ser garantía de cierta moderación dentro del nacionalismo, entre otras cosas porque la desaparición del terrorismo ha hecho que una parte de la sociedad, sobre todo los jóvenes, no perciban a Bildu como herederos de los años de plomo. Sencillamente, han normalizado su presencia. Una vez que ya no hay muertos y que Bildu participa con normalidad en las instituciones, muchos ciudadanos se preguntan: ¿Qué puede ofrecer hoy el PNV a la sociedad vasca? Esa es la pregunta y de esa respuesta dependerá el futuro del País Vasco, con el Partido Socialista mediante y la volátil palabra de Sánchez.