José María Viteri recibe este domingo el premio Ángel María de Pablos a la mejor labor profesional de las artes y las letras. Un reconocimiento de los 35 Premios Amigos del Teatro Ciudad y Provincia de Valladolid por la culminación de una vida dedicada al teatro, una buena parte al frente del Teatro Calderón de Valladolid.
¿Cómo sienta este premio estado todavía en activo y que le conceden en su casa adoptiva?
Estoy encantado con entrar en esas cuestiones y ojalá en Soria estuviéramos en condiciones de pedir a la Consejería la creación de otro centro en la ciudad. Eso supondría que hay alumnos. Pero actualmente no se dan esas circunstancias.
Estoy muy honrado por el premio, que casualmente se entregará este año en el Teatro Calderón. Estoy muy contento y, además, viene de los Amigos del Teatro. Y ya que me dedico a esto, que sean ellos los que me premian y que lleve el nombre de toda una institución como Ángel María De Pablos, que desgraciadamente nos dejó en enero de este año.
¿Cómo de especial es este reconocimiento de sus compañeros?
Lo da Amigos del Teatro Valladolid, que para mí son tres palabras fundamentales. Valladolid que me acoge hace 22 años, me da una oportunidad laboral de seguir desarrollando mi trayectoria profesional. Llegué como gerente a la Fundación Municipal de Cultura (FMC), donde he estado casi 16 años, y que luego alterné desde 2009 la gerencia de la FMC y la programación del Teatro Calderón. Después se convocó la dirección artística del teatro, y desde ese momento llevo la dirección artística. Valladolid es la ciudad que me acoge y me da un futuro laboral, pero también amigos. Y teatro, que es todo para mí. Son las tres palabras fundamentales en mi vida.
Estamos volviendo la vista atrás, pero también hay que mirar al futuro. ¿Este premio va a ser el broche a su etapa laboral?
Parece ser.
Aunque desde la Concejalía de Cultura le piden que siga y no se jubile todavía.
Parece que está aparejado a una futura y pronta, o cercana, más o menos jubilación. Da igual que me jubiles o no, yo recibo el premio con todo el cariño y afecto. Siempre te honra que los que aman al teatro en esta ciudad, que son muchos, porque no es tópico. Esta ciudad realmente ciudad ama al teatro. Tiene una gran oferta cultural en muchos espacios, no solamente en el Calderón, y la gente sigue acudiendo a ver cosas diversas y propuestas muy distintas de artes escénicas porque les apasiona y les gusta.
¿Hay público para tanta oferta?
El teatro tiene una ocupación alta en casi toda la representaciones y las propuestas teatrales, de danza y de ópera. La gente va al teatro a todos los espacios y, por supuesto, que viene al Calderón. El Teatro Calderón sigue siendo y se va reforzando como un lugar de icónico dentro de las propuestas de la ciudad.
En estos año, ¿qué propuestas ha conseguido incluir en la oferta y qué ha modificado que piense que ha sido determinante para la buena marcha de este espacio?
Creo, desde la humildad, que el proyecto ha sido distinto no. Lógicamente, yo también he participado, en una época determinada de mi vida, de lo que era la oferta cultural de los años 80 y tantos de los 90 en la que había diversidad, todos los géneros, etcétera. El Calderón ha tenido una etapa desde el inicio, con Mercedes Guillamón, importante, y con el apoyo del Ayuntamiento. Hemos tenido el apoyo de todos los responsables, desde el alcalde a las responsables culturales de la ciudad. Siempre he pensado que un teatro público tiene otro tipo de responsabilidades, que es que ampliar en lo más posible la oferta.
Hay proyectos que hemos iniciado, que están y que espero que sigan en el tiempo como la colaboración con Teloncillo (Premio Nacional de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud): El desván, que es una oferta un poco singular dentro de los teatros públicos en España. Hemos logrado tener un espacio muy determinado, que era un foyer porque era un sitio con unas butacas que lo convertimos en una sala para la primera infancia, y ha sido singular porque se han llenado todas la representaciones, que son 64 al año.
En esa línea, sí que suma más iniciativas que se mantienen con éxito.
Sí, hemos apostado por lo que se llama teatro y comunidad: abrir al resto de la gente, no solamente a los espectadores, que fundamentales. Se trata de que el teatro sea una herramienta para la mejora personal, te dediques luego o no a esta profesión. Esta La Nave de los jóvenes, que lleva 11 años porque fue uno de los proyectos del 150 aniversario, y también la de los senior, que es un encuentro, donde yo estaré dentro de poco, de personas ocupadas, pero no con una dedicación laboral poca reconocida. Se trata de que a través del teatro vivan otras experiencias, aunque muchos de ellos participan en compañías aficionadas de la ciudad. Aquí se reúnen para darnos luego unas muestras escénicas de nivel.
¿También se apuesta por el talento local?
Están las residencias artísticas para los jóvenes y los emergentes, y el abrir la sala de libres a espectáculos de ese formato, pero de nuestras compañías. Valladolid es una ciudad con un patrimonio cultural espectacular, que a veces no lo sabemos ver o no sabemos quizá venderlo. Y también tiene un patrimonio de artistas importantes, y esa mirada es fundamental. El Teatro Calderón aparte de esa programación, que es la que se comenta y la que se conoce, con los grandes nombres de la escena que siempre procuramos que estén en este escenario, creo que también tiene que tener una mirada a la propia sociedad en lo artístico, en lo social y en lo que es la comunidad.
En este tiempo, el teatro ha incluyendo todos los géneros y novedades. ¿Queda algo a lo que no ha sido capaz de adaptarse por infraestructura o limitación económica?
En el tema económico, todos tenemos que acoplarnos a la situación social. Todo tiene que estar equilibrado. El teatro es bastante sostenible, aunque lógicamente el público es el que hace que sea así, pero hace falta dinero público porque si no es muy difícil traer grandes compañías de danza internacionales, por ejemplo. Pero también hacemos un título lírico al año y espero que en el futuro se pueda volver a tener dos al año.
Creo que la ópera está muy bien que esté, pero la zarzuela debe de estar. Hemos tenido unos años de una estrecha colaboración con el Teatro Nacional de la Zarzuela, pero hay volver a retomarlo para llegar a esos dos títulos líricos al año. Igualmente siempre tenemos tres o cuatro compañías nacionales e internacionales de danza porque la danza gusta. En el mundo del teatro creo que, dentro de mis capacidades y mi selección, creo que hemos diversificado y la programación es muy variada.
¿Y en el futuro?
No lo sé. Creo que una ciudad del teatro como es Valladolid y una comunidad que tiene grandes espacios, ojalá consiga los medios y que se haga un Centro Dramático Nacional de Castilla y León, como es el CD en España. Creo que así podríamos recuperar muchos de nuestros talentos artísticos, que vienen de vez en cuando a este escenario. Siempre estamos con el tema de Madrid por cercanía y porque es el centro de producción, pero creo que nuestra comunidad y, sobre todo, nuestra ciudad sobre todo está muy preparada con este teatro para tener ese centro de producción. Sería importante para vuelvan ciertos valores y para que estén con nosotros, y que se regenere más todavía lo que es el tejido artístico de Valladolid.
Pero el Calderón ya apuesta por la producción propia. Esta temporada, por ejemplo, está Corsario.
No hay una línea presupuestaria para esto. Por eso decía que para hacer un centro de producción haría falta más cómplices, no solamente el Ayuntamiento. Puntualmente sí que hacemos producción propia. Con Corsario ha habido siempre un acuerdo, y también con otras compañías. Y ahora, una ilusión que tenía y que se va a poder realizar gracias al acuerdo con Corsario es la revisión de Pasión. Es un espectáculo magnífico y pone en valor dos cosas fundamentales de nuestra ciudad: la Semana Santa y el Museo Nacional de Escultura con Gregorio Fernández, Juan de Juni, Berruguete… La idea es que sea un evento que permanezca y todos los años, previo a la Semana Santa, se represente. Es una gran creación de Fernando Urdiales, que es pilar del Teatro Calderón.
Por cierto, hablando de pilares, ¿habrá uno para José María Viteri?
Los pilares están para los grandes artistas. Yo soy un gestor cultural. Vengo de 14 años en el teatro municipal de mi ciudad y estoy en otro teatro municipal. No, no.
Pero, ¿se plantea jubilarse en marzo?
En marzo, no. A todos nos llega, y llegará en su momento. Esta ciudad me ha dado mucho, incluso crear mi pequeña familia. No lo voy a hacer a la francesa, aunque me gustaría. Y no es importe porque lo fundamental es cómo siga, cuál es el proyecto de futuro y nada más. Además, hace falta savia nueva para aportar cosas nuevas. Esto es un tema de proyecto y un proyecto de ciudad, esté quien esté estará estupendamente nada más.
En esa etapa posterior, ¿dará rienda a su creatividad? ¿seguirá vinculado al teatro?
Esto hay que vivirlo día a día. No me planteo estar todos los días quitando una hoja del calendario. Siempre he pensado que el Calderón es un centro cultural, aparte de que es un escenario para grandes propuestas de las artes escénicas y que debe estar abierta todo. Hacemos más de 30 eventos al año, a parte de Seminci.
¿Qué le parece el traslado de la sede del festival al Lope de Vega?
Primero que hagan el Lope de Vega. Es un proyecto interesante, pero hay que tener un proyecto para ese espacio, que no creo que entre en competición con el Calderón. Yo lo habré hecho bien o mal, pero he tenido suerte porque este teatro es imposible copiarlo. Es uno de los mejores teatros de España solo por detrás de los grandes: el Real, el Liceo, el de la Maestranza… aunque hace falta un poco de inversión para adaptarse a las nuevas tecnologías.
Y en plan confesión, ¿cuál es la recetea para haber convivido con responsables políticos de signos tan distintos y personalidades muy peculiares?
Haciendo mi trabajo, desde la empatía y consensuando. He sido muy libre a la hora de proponer y de hacer, todo ha sido comprendido. Ha habido mucho apoyo. Lo importante es que la gente acuda y que disfrute. Para eso estamos.