La vivienda es uno de los problemas básicos en la sociedad actual. El acceso a una vivienda digna, recogido en la Constitución, se dificulta por las condiciones del mercado. El precio y la falta de oferta son los principales factores que impiden a muchos españoles el desarrollo de una vida plena y con la independencia necesaria. Y esto tiene muchas consecuencias sociales, económicas e incluso mentales. Uno de los ejemplos más claros es la increíblemente baja tasa de emancipación juvenil (entre 16 y 29 años), que en la provincia no llega al diez por ciento cuando la media nacional está en el 17 por ciento y en Europa alcanza al 30 por ciento. Un enorme problema con soluciones complejas y sin que puedan verse resultados claros a corto plazo.
Vamos por partes. El mercado de alquiler está muy complicado, con una oferta muy reducida y unos precios que crecen casi al mismo ritmo que la demanda. A pesar de ello, 300 euros por una habitación en un piso compartido o 600 euros por un piso pequeño o apartamento supone un gran esfuerzo para un estudiante o una sola persona con un empleo precario, como son buena parte de los que se consiguen cuando transitas por la década de los veinte años. Las medidas puestas en marcha en los últimos años por el Gobierno no han dado resultados visibles, evidentemente por ello continúan presentando nuevos planes de viviendas, tanto los socialistas desde su responsabilidad de gobernar como el Partido Popular desde la oposición. La Junta también intenta aportar desde sus competencias con bonificaciones fiscales y avales públicos para jóvenes (franja que ahora llega ya hasta los 40 años). A ello se está uniendo un impulso de la construcción de vivienda pública para alquiler, algo que deben hacer las administraciones ante la ausencia en el mercado de muchos de los pisos en manos privadas, que prefieren mantenerlos vacíos y cerrados que correr riesgos de impagos o maltrato del inmueble. Es necesaria una mayor seguridad jurídica para los propietarios o una garantía de cobro y de devolución de su propiedad en tiempo y forma.
La compra de viviendas no está mucho mejor. El stock en Valladolid, capital y provincia, se encuentra en mínimos y en los últimos años (especialmente 2024) se ha elevado el ritmo de transacciones inmobiliarias hasta alcanzar cifras inéditas desde 2007, antes del estallido de la burbuja. No podemos aceptar como normal que la salida al mercado de una vivienda provoque ocho visitas de posibles compradores durante el primer día o que el 70 por ciento de los pisos se vendan sin que exista una oferta a la baja, que ya ni se plantea, según explican desde varias agencias inmobiliarias, que están diariamente a pie de calle. Esta presión viene provocada porque ya llevamos años en los que la demanda crece más que la oferta, es decir que sale más producto que el que entra. No se están construyendo suficientes inmuebles para satisfacer las necesidades de los vallisoletanos y, por otro lado, el mercado de segunda mano se reduce por dedicarse al alquiler o simplemente porque los propietarios esperan aún una mayor revalorización para desprenderse de él.El hecho es que las administraciones públicas deben intervenir para tratar de dar salida a este cuello de botella. Y no hablo de intervencionismo, sino de adoptar medidas que, por ejemplo, hagan más ágil la tramitación de licencias para incrementar el ritmo de la construcción de nuevos edificios que permita en unos años poner más vivienda en la calle. Cada administración tiene sus competencias, pero lo suyo sería que todas ellas de acuerdo trazaran un plan que permitiera estabilizar el mercado inmobiliario, tanto en oferta como en precio, y facilitara la emancipación juvenil, sin olvidar a todos aquellos mayores de 35 o 40 años y que aún no han podido adquirir una vivienda.
Evidentemente, esta humilde carta no pretende ser un listado de soluciones que ilumine a nuestros representantes políticos, hay expertos con mayor conocimiento y, seguramente, ejemplos de actuaciones en otros países. Lo fundamental es que no haga cada uno la guerra por su cuenta porque la unión hace la fuerza y el tema de la vivienda requiere de soluciones cuanto antes. Demasiados años llevamos ya dando vueltas al mismo problema sin haber encontrado el elixir milagroso que lo cure.