«Pasé en poco tiempo de tener ingresos en la obra a sobrevivir con la ayuda parroquial»

Luis Amo
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Era una familia normal, de cuatro miembros, con el matrimonio trabajando, los hijos escolarizados, y varias cargas hipotecarias pero que permitían llegar a fin de mes, tener algún capricho e incluso irse de vacaciones. La situación actualmente es completamente distinta. En concreto, desde hace tres años que su situación laboral empeoró casi repentinamente y donde la petición de ayuda a familia, amigos y luego a Cáritas Parroquial fue en aumento. Ahora sobreviven gracias a las ayudas estatales para las rentas mínimas, si bien reconoce que en casa también ha llegado a entrar el cheque comida de la ONG y también, en contadas ocasiones, dinero sin declarar que les ha servido especialmente para llenar la nevera.


Gerardo yPaula prefieren no dar la cara, no les importa aportar su testimonio, pero no quieren ser la imagen de la pobreza de la ciudad tras una vida medianamente acomodada. «No queremos ser ejemplo de nada porque es muy duro. Nosotros estamos luchando como podemos y poco a poco parece que lo conseguimos, pero a la tragedia económica de nuestras cuentas bancarias se suma que ahora nos sentimos completamente desiguales a nuestros vecinos, nuestros amigos e incluso a nuestros familiares», explica este albañil de 55 años, que en su día reconoce que hizo dinero, pero que desde hace un tiempo se ha visto enrolado en una parroquia para ayudar y agradecer así a los parroquianos su solidaridad a través de Cáritas:«Pasé en poco tiempo de tener ingresos en la obra a sobrevivir con la ayuda económica de la parroquia».


Paula, la mujer, ha sido la que ha tenido trabajos menos fijos antes de la crisis, que los compaginaba con sacar adelante a sus hijos. Hace tiempo que no se pone detrás de un mostrador a vender pasteles, pero ella se reconoce valiente porque se ha dedicado a gestionar su casa, un hogar con un chaval todavía estudiando Primaria y otro que también está en el paro. En definitiva, cuatro a sentarse a comer todos los días, una hipoteca  que pagar y un reto por superar: su dramática situación económica.