Los eternos proyectos de conversión en autovía de las dos principales carreteras nacionales que siguen atravesando la provincia con un carril por cada sentido continúan cobrándose vidas año tras año. En 2021 han sido cinco los fallecidos que deja la N-601 y la N-122, pero si se echa la vista atrás, a la última década, se descubre que solo estas dos carreteras aglutinan casi uno de cada cinco accidentes graves contabilizados por la DGT en la provincia.
En concreto, ambas vías suman 23 fallecidos viales (156 son los de toda la red vallisoletana), si bien la gran mayoría se concentran en una N-601 que tiene más kilómetros y hasta dos tramos, el sur (desde la circunvalación de Laguna de Duero y Boecillo al límite provincial con Ávila) y el norte (de La Mudarra hasta la provincia de León). Allí se concentran 18 de los 23 sumados, igual que en este 2021 cuatro de los cinco contabilizados son de la Adanero-Gijón, aunque el último haya puesto nuevamente en alerta a los vecinos de la comarca de la Ribera del Duero, después de que no vean avances en las obras de la eterna Autovía del Duero.
La A-11 solo se puede considerar una especie de realidad entre la capital vallisoletana y Tudela de Duero, y allí, en un tramo de poco más de treinta kilómetros entre Traspinedo y Peñafiel se aglutinan las cinco víctimas que deja en esta década la N-122.
En la carretera N-601, la cosa se reparte entre los doce fallecidos contabilizados en esta década en el tramo norte y los seis (en cinco accidentes) del tramo sur, siendo precisamente en el primero sobre el que hay un eterno proyecto de conversión en una autovía A-60 que ya tiene un par de tramos en territorio leonés y el que rodea Villanubla en el vallisoletano, pero que sigue sumando más vidas que kilómetros. En 2021, de los cuatro siniestros mortales de la N-601, tres fueron en el tramo norte.