'The Brutalist' ahonda en los claroscuros del sueño americano

D.V.
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Adrien Brody encabeza el reparto del film de Brady Corbet, que narra el ascenso a los cielos y el descenso a los infiernos de un arquitecto obsesionado con dejar su impronta en la historia

Fotograma de ‘The Brutalist’. - Foto: ICAL

Todo es colosal en 'The Brutalist', desde la propia concepción del relato, que ahonda en los claroscuros del sueño americano a través de la epopeya de un arquitecto húngaro superviviente del Holocausto, hasta su duración, sus interpretaciones o el impacto emocional que deja en el espectador. En su tercer trabajo tras la cámara, el actor Brady Corbet deslumbró en el estreno mundial en el Festival de Venecia, donde se alzó con el León de Oro al mejor director entre otros galardones, y la película ha legado ahora a España para ver la luz en la 69 Semana Internacional de Cine de Valladolid, donde se convierte en firme candidata a los galardones.

"Lo que importa es el destino, no el camino", arroja desde la pantalla el personaje que interpreta en el film Ariane Labed (que ayer sábado precisamente presentaba en Valladolid su debut como directora), aunque las tres horas y 35 minutos de 'The Brutalist' se empeñen en demostrar precisamente lo contrario, que es el camino el que forja a los héroes y, en este caso, antihéroes, señala Ical.

Corbet ha necesitado cerca de una década para convertir su sueño en realidad. Escrita junto a su esposa Mona Fastvold y filmada en 70mm y en formato VistaVision, en homenaje a los grandes clásicos de los años 50 en los que transcurre el grueso del relato, la película sigue las andanzas de Laszlo Toth, un húngaro judío que huyó del Holocausto dejando al amor de su vida atrás, para emprender una nueva vida en la floreciente América.

Encarnado por Adrien Brody, 22 años después de dar vida a 'El pianista' de Polanski, Toth encarna el ideal del hombre hecho a sí mismo en esta historia 'bigger tan life', entroncando con los protagonistas de obras maestras como 'Ciudadano Kane', de Orson Welles, o la más reciente 'The Master', de Paul Thomas Anderson.

El personaje creado por Corbet y encarnado por Brody llega a Estados Unidos en 1947, cuando la tierra de las oportunidades está en plena construcción y tenía todo por ofrecer. Atrás ha tenido que dejar por la Segunda Guerra Mundial a su mujer Erzsébet y a Zsófia, la hija huérfana que dejó su hermana.

En paralelo al desarrollo de la creciente y enfermiza obsesión de Toth por su obra, a lo largo de tres décadas y media Corbet muestra cómo el árido capitalismo se va erigiendo como única forma relacional posible. Como telón de fondo, la historia de amor de Toth y su esposa Erzsébet (interpretada por Felicity Jones) es el corazón de un relato que encuentra su contrapunto en el ambicioso magnate interpretado por Guy Pearce, como mecenas del valioso e incomprendido arquitecto.

Mención especial merecen la hermosa (y oscura) fotografía de Lol Crawley y la elíptica e hipnótica partitura creada para la ocasión por el artista británico Daniel Blumberg, piezas claves en la que sin duda es una de las películas del año.