Los datos del pasado año dibujan un estancamiento turístico en la ciudad y también en la provincia respecto a años anteriores cuando prácticamente crecían todos los parámetros (pernoctaciones, viajeros, gasto medio, etc.) y eso debe servir para iniciar una reflexión por parte de los responsables políticos municipales y provinciales. El turismo es un sector que no para de crecer en España y, aunque Valladolid no puede compararse ni competir con la oferta de sol y playa, o con la de las cercanas capitales patrimonio de la humanidad, desde luego tiene argumentos de sobra para convertirse en una de las ciudades ideales para una escapada desde cualquier punto de España o para atraer visitantes europeos y de todo el mundo a comprobar la exquisitez de su gastronomía o la excelente calidad de sus vinos (única provincia con presencia en cinco denominaciones de origen).
Estas expectativas turísticas, que los planes estratégicos incrementan de forma desmesurada sin hacer un diagnóstico realista de la situación, no terminan de hacerse realidad con los datos en la mano. El parón sufrido durante el año pasado tanto en viajeros como en pernoctaciones e incluso la caída en el gasto medio que realizan los turistas debe llevarnos a una reflexión sobre lo que está fallando y qué aspectos se deben trabajar para conseguir un crecimiento sostenido, algo que ya se está produciendo en otros territorios e incluso en Castilla y León. Y en esta evaluación, en la que se tiene que dejar aparte cualquier tinte político, deben explorarse nuevos nichos o potenciar algunos ya conocidos que precisan un impulso para obtener resultados muy positivos.
Valladolid Ciudad del Renacimiento, los premios nacionales del Vino, el nodo verde del Campo Grande, o la promoción internacional son los proyectos más destacados de la nueva estrategia, que pretende superar el medio millón de visitantes en Valladolid para el año 2027. Ambicioso objetivo para el que el Ayuntamiento debe trabajar mucho y en la buena dirección, pues está demasiado lejos aún (el pasado año se cerró con cerca de 410.000) y no queda mucho tiempo. Por ejemplo, el centro del vino de las Catalinas, en el que se tienen puestas muchas esperanzas, no estará listo hasta dentro de dos años… no obstante, estoy de acuerdo en marcarse metas altas para intentar que la capital, y también la provincia, pueda competir turísticamente en una categoría a la altura de su importancia.
El alcalde, Jesús Julio Carnero, destacó en la presentación de su nueva estrategia la intención de «potenciar la marca Valladolid y posicionarla como un destino cultural y creativo, y referente del enoturismo, la gastronomía, el deporte y los congresos, a nivel nacional e internacional». La intención es buena, pero habrá que esperar cómo la lleva a la práctica el Ayuntamiento porque hay bastantes cosas por hacer. Uno de los datos reveladores del informe del Observatorio Turístico sobre el pasado año es la enorme aportación de los eventos deportivos, que suponen casi el 10 por ciento de todos los visitantes anuales a la ciudad y aún más pernoctaciones, un sector que debería potenciarse con mayores ayudas e incentivos a las federaciones (no solo desde la fundación municipal de deportes, sino desde su aspecto turístico) antes de que otras ciudades nos coman el terreno.
Otro aspecto en el que hay mucho margen de mejora es el turismo de congresos. A falta de un espacio permanente que pueda acoger este tipo de eventos para miles de personas, es necesario volcarse en facilitar la organización de jornadas, asambleas, reuniones o cualquier actividad que pueda reunir en la capital o su alfoz a empresarios, directivos o profesionales cuyo gasto medio es mucho más elevado que el del resto de los visitantes. Ante ello, es urgente plantearse la construcción de un centro de congresos polivalente que pueda aprovechar la situación geográfica de la ciudad y su cercanía a Madrid para atraer estos eventos que realizan múltiples colegios profesionales o empresas.
Y, aunque habría mucha tela que cortar, debo acabar esta carta semanal… sin embargo no quiero hacerlo sin reclamar también algo que me parece fundamental: una gestión conjunta de la oferta y los atractivos turísticos de la ciudad y la provincia. Es verdad que la Diputación participa en la Sociedad Mixta de Turismo, pero su aportación es escasa y no parece que haya muchos planes o estrategias entre ambas administraciones para crear una única marca turística y productos que impliquen actividades, servicios y centros de dos o más municipios. La colaboración debe ser mucho más estrecha y única la dirección en la que caminar, ya que el visitante no entiende de fronteras municipales. Cuanto mejor vendamos nuestra provincia y nuestra ciudad, más turistas llegarán y más tiempo se quedarán. Y eso beneficia a todos.