Trimestre y semana trágica en cuanto a violencia machista se refiere. Cuatro mujeres han sido asesinadas en España en los últimos siete días, presumiblemente, por los hombres con los que mantenían o habían mantenido una relación de pareja. Estos crímenes elevarían a 17 el balance de víctimas mortales en lo que va de año, lo que sitúa las estadísticas en niveles del primer trimestre de 2008, cuando, terminado el mes de marzo, se contaban 18 feminicidios.

No obstante, la Policía investiga el hallazgo el pasado lunes del cadáver de una mujer de 60 años con signos de violencia en Madrid, que podría equiparar las cifras. Fuentes de la Delegación del Gobierno informaron que, de momento, no hay indicios que apunten a un crimen de estas características, por lo que no lo computan.

Sí reconocen visos de ser supuestos de estas características los crímenes de dos mujeres registrados en las últimas horas en Melilla y Barcelona. En la ciudad autónoma el crimen se produjo el pasado martes. Ella, de 64 años, había sido degollada y él, su pareja y militar retirado, que fue encontrado en la misma estancia, se había ahorcado. En cuanto al caso de Cataluña, sucedió el pasado lunes cuando los Mossos d’Esquadra encontraron el cuerpo de una mujer de 57 años en su domicilio.

El exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, explicó que «no es descartable en absoluto» que en la acumulación de asesinatos de los últimos días haya mediado lo que llama efecto precipitación y por el que un hombre que tiene idea de asesinar a una mujer se decide a hacerlo al verse reflejado en crímenes como el que planea cometer.

Junto al criminal.

A pesar de la existencia de toda una batería de medidas para impedir que el maltratador se acerque o conviva con la víctima, se producen situaciones inéditas como la adoptada por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Jaén que ha absuelto a un hombre, identificado como S.M.C., de un presunto delito de quebrantamiento de condena cometido al haber vuelto a convivir con su pareja. El agresor regresó a la casa familiar en la localidad jienense de Bedmar y Garcíez pese a contar con una orden de alejamiento por supuestos malos tratos, al entender que esta decisión se encuentra justificada por un «estado de necesidad subjetivo» del acusado, dado que «no tenía a dónde ir».